– No lo se. Caroline me hablo de una… tara familiar. Tenia miedo, lo se. Pero tiene que entender que en la casa sucedian cosas… No lo se.
Riddell, con aire atribulado, se quito las gafas para apretarse el puente de la nariz. Y mientras volvia a encajarse las patillas de metal alrededor de las orejas, dijo:
– Tengo que decirle, doctor Faraday, que vi mas de una vez a la senorita Ayres; muchas personas en esta sala la conocian mucho mejor que yo. Creo que todos nosotros coincidiremos en que era la joven mas equilibrada del mundo. Una cosa es que la sirvienta de Hundreds haya concebido fantasias sobrenaturales. Otra muy distinta es que una chica inteligente, saludable y bien educada como Caroline Ayres llegara a creerse embrujada…, bueno, sin duda debio de sufrir un deterioro grave, ?no? Este caso es terriblemente triste y comprendo que le resulte dificil admitir que alguien por quien sentia un afecto muy profundo tuviese el animo desequilibrado. Pero me parece bastante claro que lo que estamos analizando aqui es un caso de locura familiar hereditaria: una «tara» familiar, en la propia expresion de la senorita Ayres. ?No podria ser que cuando, en los ultimos segundos de su vida, exclamo «?Tu!», lo hizo poseida por una alucinacion? ?Que la demencia ya se habia aduenado de ella? Nunca lo sabremos. Sin embargo, me siento plenamente inclinado a recomendar al jurado que emita un veredicto de «suicidio cometido en un momento de enajenacion mental».
»Pero no soy medico -prosiguio-. Usted es el medico de la familia y me gustaria que corroborara este veredicto. Si no se siente en condiciones de corroborarlo, debe decirlo muy claramente; en cuyo caso, mi recomendacion al jurado puede que tenga que ser diferente. ?Corrobora usted este veredicto o no?
Me mire las manos; temblaban ligeramente. En la sala hacia mas calor que nunca, y era horriblemente consciente de que los miembros del jurado me miraban. De nuevo tuve la sensacion de que alli se estaba juzgando algo en lo que yo estaba involucrado personal y culpablemente.
?Existia una tara? ?Era eso lo que habia aterrorizado a la familia, dia tras dia, un mes tras otro, y lo que habia acabado destruyendola? Era lo que obviamente creia Riddell, y en otro momento habria estado de acuerdo con el. Yo habria expuesto las pruebas tal como el lo habia hecho, hasta que coincidieran con la historia que yo queria que contasen. Pero mi confianza en esta version ahora flaqueaba. Me parecio que la calamidad que habia sobrevenido sobre Hundreds Hall era una cosa mucho mas extrana, no algo que se pudiese decidir habilmente en la sencilla salita de un juzgado.
Pero, entonces, ?que era?
Alce la mirada hacia un mar de caras atentas. Vi a Graham, a Hepton, a Seeley. Creo que este ultimo asintio levemente, aunque no se si me estaba incitando a hablar o a guardar silencio. Vi a Betty mirandome con sus ojos claros y desconcertados… A esta imagen se superpuso otra: el rellano de Hundreds, iluminado por la luz de la luna. Y una vez mas crei ver a Caroline recorriendolo con su paso firme. La vi subir dubitativa la escalera, como atraida por una voz conocida; la vi internarse en la oscuridad, no del todo segura de lo que habia delante de ella. Entonces vi su cara…, la vi tan nitidamente como todas las caras que me rodeaban. Vi reconocimiento, comprension, horror en su rostro. Solo por un momento -como si estuviera alli, en la superficie plateada de su mirada iluminada por la luna-, incluso crei divisar el contorno de una cosa oscura, espantosa…
Aferre la baranda de madera que tenia delante y oi que Riddell decia mi nombre. El oficial se apresuro a traerme mas agua; se oyeron mas murmullos en la sala. Pero el acceso de vertigo ya habia pasado y el fragmento de la pesadilla de Hundreds que yo habia vislumbrado se habia sumido en la oscuridad. ?Y que importaba ahora, al fin y al cabo? Todo habia terminado ya; todo se habia consumido y esfumado. Me enjugue la cara y, mas tranquilo, me levante y me volvi hacia Riddell para decirle que si, que corroboraba su veredicto. Creia que en las ultimas semanas de su vida la mente de Caroline se habia nublado y que su muerte habia sido un suicidio.
El
El me paso la mano por debajo del codo y me saco de la sala.
No lei ninguno de los periodicos que se publicaron en el curso de aquella semana, pero supongo que dieron una gran cobertura a la declaracion de Betty asegurando que Hundreds estaba «embrujado». Tengo entendido que incluso algunas personas morbosas contactaron con el agente inmobiliario, haciendose pasar por compradores potenciales para intentar que les mostrasen el Hall; y en un par de ocasiones en que pase por la carretera de Hundreds Hall en aquellos dias vi coches o bicicletas estacionados delante de las verjas del parque, y a gente fisgando por los barrotes de hierro, como si la casa se hubiese convertido en una atraccion para excursionistas, como un castillo o una gran mansion. Por el mismo motivo, el entierro de Caroline atrajo a espectadores, aunque sus tios cuidaron de que fuera lo mas modesto posible, sin tanidos de campana ni profusion de flores ni cortejo. Los asistentes no fueron numerosos, y yo me mantuve bien rezagado detras de ellos. Lleve conmigo el anillo no estrenado en el bolsillo, y le di vueltas y mas vueltas entre los dedos mientras bajaban el feretro.
Capitulo 15
De aquello hace ya mas de tres anos. Desde entonces he estado muy ocupado. Cuando llego la nueva Seguridad Social no perdi pacientes, como me temia; de hecho consegui mas, probablemente gracias a mi relacion con los Ayres, porque, al igual que aquellos inmigrantes de Oxfordshire, muchas personas han visto mi nombre en los periodicos de la region y parece que me ven como un «hombre prometedor». Me dicen que ahora soy popular y que me comporto como un hombre practico. Todavia ejerzo en el antiguo domicilio del doctor Gill, en lo alto de la calle mayor de Lidcote; sigue siendo muy adecuado para un soltero. El pueblo, sin embargo, crece deprisa, hay muchas mas familias jovenes y el despacho y la sala de reconocimiento estan cada vez mas anticuados. Graham, Seeley y yo hemos empezado a hablar de ejercer juntos en un flamante centro sanitario que construira Maurice Babb.
El estado de Roderick, por desgracia, no ha experimentado mejoria. Yo confiaba en que la perdida de su hermana le liberaria por fin de su delirio, pues, en definitiva ?que mas podria temer de Hundreds? La muerte de Caroline, en todo caso, ha producido el efecto opuesto. Roderick se culpa de todas las tragedias y parece empenado en castigarse a si mismo. Se ha quemado, magullado y escaldado tantas veces que ahora le tienen sedado casi permanentemente y es la sombra del chico que fue. Voy a verle cuando puedo. Es mas facil de lo que era, porque una vez agotados los ingresos de la familia se le hizo imposible quedarse en la costosa clinica privada del doctor Warren. Actualmente esta internado en el hospital del condado para enfermos mentales y comparte un pabellon con otros once internos.
Las viviendas municipales construidas al borde del parque de Hundreds han tenido un gran exito, tanto que el ano pasado edificaron otras doce, y estan previstas aun mas. Muchas de las familias figuran en mi lista de pacientes y voy alli muy a menudo. Las casas son bastante acogedoras, tienen jardines y huertos cuidados, y columpios y toboganes para los ninos. Solo se ha introducido un cambio, y es que las alambradas en la trasera de la finca han sido sustituidas por una valla de madera. Lo pidieron las mismas familias: parece ser que a ninguna le gustaba demasiado ver el Hall desde las ventanas de atras de sus viviendas; decian que la casa «les daba escalofrios». Siguen circulando historias sobre el fantasma de Hundreds, sobre todo entre los mas jovenes y los recien llegados que no saben gran cosa de los Ayres. El bulo mas popular, supongo, es que el Hall esta embrujado por el espiritu de una sirvienta maltratada por un amo cruel, y que se precipito o fue empujada a la muerte desde una de las ventanas superiores. Parece ser que la ven frecuentemente por el parque, llorando a lagrima viva como si se le fuera a partir el alma.
Tropece con Betty un dia, en la carretera enfrente de las casas. Una de las familias que viven alli esta emparentada con la suya. Fue pocos meses despues de la muerte de Caroline. Vi a una pareja de jovenes que salian por la cancela de un jardin cuando yo estaba aparcando mi coche; un minuto