– Si. Eso es. Profesional.

Habia algo inquietante, algo que no iba bien en esa rep desalinada y temblorosa. Bruna sopeso la posibilidad de decirle que volviera otro dia, pero la resaca la estaba matando e intuyo que rechazar a una persona tan obviamente llena de ansiedad iba a ser mucho mas dificil y cansado que escucharla. De modo que se echo para atras y la dejo entrar.

– Pasa.

La androide obedecio. Caminaba con saltitos nerviosos, como si el suelo quemara. Bruna cerro la puerta y se dirigio hacia la zona de la cocina. Estaba deshidratada y necesitaba urgentemente beber algo.

– Tengo agua purificada. ?Quieres tomar un…?

No termino la frase porque de alguna manera presintio lo que iba a pasar. Comenzo a volverse, pero ya era tarde: un cable se cino a su cuello y empezo a estrangularla. Se llevo las manos a la garganta, alli donde el cable mordia la piel, e intento liberarse, pero la mujer apretaba y apretaba con brio inesperado. Fatalmente pegadas la una a la otra, agresora y agredida bailaron por la habitacion un frenetico baile de violencia, golpeandose contra las paredes y tirando sillas, mientras el lazo se cerraba y el aire se acababa. Hasta que, en uno de sus manoteos desesperados, Bruna consiguio hincar el codo en alguna zona sensible de su enemiga, que aflojo momentaneamente la presa. Un instante despues, la mujer estaba en el suelo y Bruna se habia dejado caer sobre ella para inmovilizarla. Cosa que le resulto dificil de conseguir, pese a ser una replicante de combate y, por lo tanto, mas grande y atletica que la mayoria. La vecina parecia tener una energia inhumana, un vigor desesperado de alimana.

– ?Quieta! -grito Bruna, enfurecida.

Y, para su sorpresa, la mujer obedecio y dejo de retorcerse, como si hubiera estado esperando que alguien le ordenara lo que tenia que hacer.

Se miraron la una a la otra durante unos segundos, jadeantes.

– ?Por que me has hecho esto? -pregunto Bruna.

– ?Por que me has hecho esto? -balbucio la androide.

Sus ojos felinos tenian una expresion alucinada y febril.

– ?Que has tomado? Estas drogada…

– Vosotros me habeis drogado… Vosotros me habeis envenenado… -gimio la mujer.

Y se echo a llorar con desconsuelo infinito.

– ?Nosotros? ?Quienes somos nosotros?

– Vosotros… los tecnohumanos… los reps… Me habeis secuestrado… Me habeis infectado… Me habeis implantado vuestras sucias cosas para convertirme en uno de vosotros. ?Por que me habeis hecho esto? ?Que mal os habia hecho yo?

El diapason de sus gemidos habia ido subiendo y ahora chillaba como una posesa. Seguro que los vecinos vuelven a quejarse, penso Bruna con fastidio. Fruncio el ceno.

– ?A que vienen esas estupideces? ?Estas loca, o te lo haces? Tu tambien eres una replicante… Mirate al espejo… ?Mirate a los ojos! Eres tan tecnohumana como yo. Y acabas de intentar estrangularme.

La mujer se habia puesto a temblar violentamente y parecia estar sufriendo un ataque de panico.

– ?No me hagas dano! Por favor, ?no me hagas dano! ?Socorro! ?Por favor!

Su evidente terror resultaba insoportable. Bruna aflojo un poco su presa.

– Tranquila… No te voy a hacer nada… ?Ves? Te estoy soltando… Si te quedas tranquila y quietecita, te suelto.

Libero a la mujer poco a poco, con la misma cautela con la que liberaria a una serpiente, y luego se echo hacia atras, fuera del alcance de sus manos. Gimoteante, la androide se arrastro medio metro hasta apoyar la espalda en la pared. Aunque parecia algo mas calmada, Bruna lamento no llevar encima su pequena pistola de plasma. Pero la tenia escondida detras del horno y, para sacarla de ahi, necesitaria dejar de vigilar a la mujer durante unos momentos. Verdaderamente era una completa estupidez guardar tan bien un arma que despues no habia modo de usarla. Miro a la intrusa, que jadeaba anhelosamente en su rincon.

– ?Que te has tomado? Estas hecha polvo.

– Soy humana… ?Soy humana y tengo un hijo!

– Ya. Voy a llamar a la policia para que vengan a por ti. Has intentado matarme.

– ?Soy humana!

– Lo que eres es un maldito peligro.

La androide contemplo a Bruna con ofuscada fijeza. Una mirada fiera y desafiante.

– No conseguireis confundirme. No conseguireis enganarme. Os he descubierto. Esto es lo que hago con vuestros asquerosos implantes.

Dicho lo cual, torcio un poco la cabeza, hundio sus dedos veloz y violentamente en la orbita ocular y se arranco un ojo. Hubo un ruido blando y humedo, un ahogado jadeo, unos hilos de sangre. Hubo un instante de angustiosa, petrificada locura. Luego Bruna recobro el movimiento y se abalanzo sobre la mujer, que se habia colapsado entre convulsiones.

– ?Por el gran Morlay! ?Que has hecho, desgraciada? ?Malditas sean todas las especies! ?Emergencias! ?Casa, llama a Emergencias!

Estaba tan alterada que el ordenador no reconocio su voz. Tuvo que respirar hondo, hacer un esfuerzo y probar de nuevo.

– Casa, llama a Emergencias… ?Llama de una vez, maldita sea!

Era una conexion de alta velocidad, solo de audio. Se escucho la voz de un hombre:

– Emergencias.

– Una mujer se acaba de… Una mujer acaba de perder un ojo.

– Numero del seguro, por favor.

Bruna levanto las mangas del traje de la vecina y descubrio dos munecas huesudas y desnudas: no llevaba ordenador movil. Rebusco entonces en sus bolsillos en busca de la chapa civil e incluso miro en el cuello, por si llevaba el chip de identificacion colgando de una cadena, como muchos hacian. No encontro nada.

– No lo se, ?no podemos dejar eso para luego? El ojo esta en el suelo, se lo ha vaciado…

– Muy triste, pero si no esta asegurada y al corriente de pago no podemos hacer nada.

El hombre corto la conexion. Bruna sintio que en su interior se disparaba la ira, un espasmo de colera que ella conocia muy bien y que funcionaba con la precision de un mecanismo automatico; en algun recondito lugar de su cerebro se abrian las compuertas del odio y las venas se le anegaban de ese veneno espeso. «Estas tan llena de furia que terminas siendo fria como el hielo», le dijo un dia el viejo Yiannis. Y era verdad: cuanto mas colerica estaba, mas controlada parecia, mas calmosa e impasible, mas vacia de emociones salvo ese odio seco y puro que se le condensaba en el pecho como una pesada piedra negra.

– Casa, llama a Samaritanos -silabeo.

– Samaritanos a tu servicio -respondio al instante una voz robotica convencionalmente melodiosa-. Por favor, disculpa nuestro retraso en atenderte, somos la unica asociacion civil que ofrece prestaciones sanitarias a la poblacion carente de seguros. Si deseas colaborar economicamente con nuestro proyecto, di donaciones. Si es una urgencia medica, por favor, espera.

La mujer se quejaba quedamente entre los brazos de Bruna y el ojo estaba en efecto en el suelo, redondo y mucho mas grande de lo que uno podria imaginar, una bola pringosa con un largo penacho de desmayadas hebras, como una medusa muerta o un polipo marino arrancado de su roca y arrojado por la marea sobre la playa.

– Samaritanos a tu servicio. Por favor, disculpa nuestro retraso en atenderte, somos…

Bruna habia visto cosas peores en sus anos de milicia. Mucho peores. Sin embargo, el gesto inesperado y feroz de su vecina le habia resultado especialmente turbador. El dolor y el desorden irrumpiendo en su casa a media tarde.

– …di donaciones. Si es una urgencia medica, por favor, espera.

Y eso hacian todos, esperar y esperar, porque Samaritanos no daba abasto con las peticiones de los asociales y siempre estaba colapsado. Era posible que la mujer dispusiera de un seguro, pero seguia inconsciente o quiza profundamente enajenada; en cualquier caso no respondia a los zarandeos ni las llamadas de Bruna, y en cierto sentido era mejor asi, porque su desvanecimiento la protegia del horror del acto cometido. Tal vez fuera por eso por lo que no recuperaba la conciencia: Bruna lo habia visto muchas veces en la milicia, piadosos desmayos para

Вы читаете Lagrimas en la lluvia
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату