El desarrollo de estas sesiones varia muy poco. Unas personas han entregado un expediente a la comision de sobreendeudamiento, que en cada departamento es una delegacion del Banco de Francia (como le han retirado todos sus poderes, hay que darle al Banco de Francia algo que hacer, dice Jean-Pierre). Puede ocurrir que el expediente haya sido declarado inadmisible y que recusen esta decision. Puede ocurrir que lo hayan admitido, que la comision haya establecido un plan de reintegros y que uno o varios acreedores impugnen este plan, que disminuye o incluso anula la deuda. Puede ocurrir, por ultimo, que el juez declare valido el plan sin ninguna otra forma de proceso.

Antes de que la secretaria haga entrar al cliente, Jean-Pierre echa un vistazo a la cubierta de carton del expediente. La longitud de la columna donde figuran los nombres de los acreedores permite evaluar la magnitud de los danos. Por lo que respecta a la senora A., mueve la cabeza: ha visto casos peores.

Cuarenta y cinco anos, obesa, embutida en un chandal verde y malva, con los cabellos cortos pegados a la frente y gafas gruesas de fantasia con motivos fluorescentes, es evidente que la senora A. no las tiene todas consigo. Al interrogarla, Jean-Pierre hace todo lo posible para tranquilizarla. Es cordial, bonachon, dice, bueno, veremos lo que se puede hacer, y solo su tono indica que se podra hacer algo. La senora A. gana 950 euros al mes como asistenta hospitalaria, tiene a su cargo dos hijos de seis y cuatro anos, percibe las prestaciones familiares y la ayuda personalizada a la vivienda, pero como trabaja esta ayuda ha disminuido y solo cubre ahora un tercio del alquiler. Su situacion se volvio critica cuando se divorcio, tres anos atras, porque todas las cargas se han multiplicado por dos. Cuando Jean-Pierre le pregunta si tiene coche, ella intuye que es una pregunta peligrosa porque un coche es un bien que se puede embargar, y se apresura a explicar que lo necesita sin falta para ir a trabajar. Jean-Pierre le dice que nadie va a quitarle el coche, que de todos modos tiene mas de diez anos y, perdone que se lo diga, no vale nada. Y gastos de canguro para los ninos, ?tiene usted esos gastos? Si, confiesa la senora A., como si fuera vergonzoso.

Basandose en todas estas informaciones, la comision ha calculado, segun un baremo previsto por el Codigo laboral, la parte de sus ingresos que puede destinarse al reintegro de las deudas: 57 euros mensuales. Las deudas en cuestion, entre los impuestos, la OPAC [7] de Vienne, que le alquila el apartamento, el Credit municipal de Lyon y las entidades de credito France-Finances y Cofinoga, ascienden a 8.675 euros. La comision ha hecho su calculo: en diez anos puede devolver un maximo de 6.840 euros. Quedan 1.835 euros, que propone que se extingan. El problema consiste en saber quien va a sufrir las consecuencias. La ley dice que el fisco tiene la prioridad en el cobro. Despues esta la OPAC de Vienne, acreedor con funcion social al que no conviene arruinar. Asi que los que quedan relegados son el Credito municipal, France-Finances y Cofinoga. La comision ha comunicado a los tres esta propuesta. Dos no han respondido, lo que significa que la aceptan. France-Finances, en cambio, la rechaza, y la senora A. se inquieta mucho por ello, ya que le han enviado una carta muy dura diciendo que no quiere pagar, porque ellos saben muy bien que de hecho puede hacerlo. ?Tiene la carta?, pregunta Jean-Pierre. La senora A. rebusca resoplando en el bolso plastificado que al llegar ha depositado ante ella, encima de la mesa, y al que se agarraba como a una boya, sin soltarlo un segundo. Entrega la carta a Jean-Pierre, que la lee, y despues le pregunta si alguien ha ido a visitar a sus vecinos o ha telefoneado a su lugar de trabajo. Si. De acuerdo, dice Jean-Pierre, ahora voy a explicarle lo que va a ocurrir. Emitire mi decision dentro de dos meses, es la norma, pero prefiero decirsela ahora mismo. Lo que voy a hacer es aceptar la propuesta de la comision. Esto quiere decir que voy a cancelar la deuda que tiene con France-Finances y que ya no tendran derecho a enviarle cartas, a llamarle al trabajo ni a hablar con sus vecinos. Si lo hacen violaran la ley y usted puede venir a decirmelo. Ahora, por su lado, tiene que pagar 57 euros al mes, al fisco y a la OPAC, y tiene que pagarlos todos los meses sin falta. Mientras lo haga, mientras respete escrupulosamente su plan, no tendra problemas. La otra cosa es que no debe pedir nuevos prestamos. Ninguno. ?Ha comprendido? La senora A. ha comprendido y se marcha aliviada.

Seguro que ella hara todo lo que pueda, comenta Jean- Pierre en cuanto la senora A. ha cerrado la puerta. No digo que lo conseguira, porque con 950 euros al mes, dos hijos a su cargo, el litro de gasolina a un euro y pico cuando necesitas el coche para ir al trabajo, el alquiler que sube y la ayuda a la vivienda que baja, me pregunto como se las va a arreglar. Me hacen gracia los que dicen que un plan de sobreendeudamiento es facilisimo, te cancelan las deudas y se acabo, pero es una vida infernal, lo unico que haces es pagar, pagar durante diez anos, no hay ahorro posible, no hay credito posible, no hay consumo de confort, y el calculo es tan ajustado que no puedes equivocarte, el menor gasto imprevisto se convierte en un desastre. El coche te deja tirado y estas muerto. No hay que hacerse ilusiones, buena parte de la gente que viene aqui vuelve. Espero que ella no, pero ellos, mira: mira solo la lista.

En el expediente del senor y la senor L. hay una buena veintena de acreedores: bancos, arrendadores, entidades de credito, pero tambien mecanicos, pequenos comerciantes, compran al fiado en todas partes, y aunque no deben sumas muy elevadas, la cuenta es voluminosa. Entran. Los dos treintaneros, el esqueletico, con la tez terrosa, la cara devastada por los tics, ella gordita, con la cara afectada de cuperosis, y si la senora A., durante toda la audiencia, estaba al borde de las lagrimas, la senora L. parece bien lejos de ellas, perdida en la apatia. La pareja se ha separado hace poco, pero siguen siendo solidarios frente a sus acreedores. Ella ha conservado la vivienda que ocupa con sus cuatro hijos, el duerme en el coche, que ya no funciona. En los ultimos tiempos, ella ha trabajado algunos meses de camarera y el de viajante a domicilio: trataba de endosar extintores de mas de cincuenta kilos de peso a ancianos que ni siquiera podian levantarlos. Le despidieron porque no vendia suficientes, y ella, por su lado, no pudo continuar porque el coche ya no arranca, su turno terminaba tarde de noche y no habia autobus para volver a casa. Los dos son seropositivos. Con unos recursos que se limitan a las ayudas sociales, un endeudamiento tan alto y una posibilidad casi inexistente de «retorno a una fortuna mejor», segun la expresion juridica vigente, cabe preguntarse por que no les han aconsejado la quiebra civil, que cancelaria todas sus deudas, en vez de dirigirles a la comision de sobreendeudamiento, que no puede llegar tan lejos. Deben cerca de 20.000 euros. Solo Dios sabe como, calcularon que su capacidad de reintegro era de 31 euros al mes. Es suficiente para establecer un plan para ciento veinte meses sin la menor esperanza de que se respete. Pero no piden mas, se ve que estan agotados, lo unico que quieren, de hecho, es una tregua, unas semanas al abrigo de las empresas de cobro que, a pesar de su evidente insolvencia, despliegan todo su arsenal: los carteles rojos bien visibles en el buzon, la ronda a los vecinos para informarles afablemente de las penalidades de la pareja y hasta la visita a los ninos, a los que van a ver el miercoles por la tarde para decirles que transmitan el mensaje a papa y mama. Si no pagan lo que deben, os echaran de esta casa. Papa y mama os quieren, no quieren que durmais en la calle, asi que decidles que paguen lo que deben, quiza os escuchen a vosotros, que sois sus hijos. Parece que hago miserabilismo, pero ocurre como digo, y lo peor, anade Jean-Pierre, es que esos mismos tipos que ejercen ese detestable oficio son pobres diablos, se les ve desfilar todas las semanas por la comision de sobreendeudamiento, y cuando les preguntan a que se dedican dicen que trabajan a tiempo parcial para empresas de cobro, y cuando les echan el guante ni siquiera entienden por que. En suma, Jean-Pierre pregunto a los L. si no les interesaria mas la quiebra civil, precisando que este procedimiento significaba la extincion de todas las deudas, pero ellos dijeron que no, que ya habian rellenado un expediente y estaban demasiado cansados para rellenar otro. Jean- Pierre suspiro y dijo que de acuerdo. Pero ?han visto bien su plan de reintegro? ?Han visto que tienen que pagar 31 euros mensuales? Respondieron que si, y yo tuve la sensacion de que tambien habrian dicho que si si les hubiera dicho 310 o 310.000 euros. Antes de que se fueran, Jean-Pierre quiso cerciorarse de que los servicios sociales les prestaban asistencia, que en alguna parte habia personas con las que podian hablar, y ellos volvieron a decir que si y se marcharon como si ya no tuvieran fuerzas para seguir en aquella habitacion, contestar a estas preguntas, hacer acto de presencia en una obligacion de la vida. Su plan de reintegro habia sido notificado a sus acreedores, acompanado de una convocatoria puramente formal. Solo lo habia impugnado una entidad de credito, pero no habia enviado a nadie, pensando probablemente, y con toda razon, que el asunto estaba perdido de antemano. Sin embargo, cuando la secretaria salio a buscar a los clientes siguientes, volvio por sorpresa con un individuo de camisa de cuadros que tambien venia por el expediente L. Venia porque habia recibido una convocatoria. Trabajaba en Intermarche, que se habia constituido en acreedor por dos cheques sin fondos de 280 euros. Al oir esto me dije: a estas alturas, Intermarche bien podia haberse resignado a perderlos. Pero, como siempre, era mas complicado, porque en vez de Intermarche se trataba de un supermercado en regimen de franquicia en Saint-Jean-de-Bournay, un pueblo no lejos de Rosier, y el sujeto de la

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