preguntandose a si mismo: ?Malas intenciones, o no tiene ninguna? El no conocia ninguna buena. Ademas, nunca se dejaba enganar. No se conocia al enemigo por lo externo, lo superficial. La chica podria llevar un cuchillo escondido bajo la manta del bebe, por ejemplo. Se imagino uno con la punta rota y el filo dentado. Nunca se sabia.

Pasaron uno al lado del otro. Errki oyo en ese momento el fragil sonido a vidrio que se rompia. La chica se agarro al manillar del cochecito y levanto la mirada un instante. Vio aterrada la extrana luz en los ojos del hombre y, dentro de la chaqueta negra, que estaba abierta, pudo leer el texto de su camiseta:

MATA A LOS OTROS.

No pudo olvidarlo. Y asi ella seria de las personas que luego informarian a la policia de haber visto al hombre que buscaban ese dia en la llanura.

Los demas siempre lo perseguian. No solo a su cuerpo destrozado, en el que estaban amontonados los organos, o el corazon, duro como una piedra, temblando detras de la rejilla de huesos. Querian entrar dentro de el, dentro de su cuarto secreto con una lampara cegadora. Envolvian sus malvadas intenciones en palabras bonitas, predicaban la belleza de la realidad y lo emocionante y desafiante que era pertenecer a una colectividad. Resultaba insoportable.

?Pero si el no queria!

Sacudio la cabeza, aturdido. Los pensamientos habian vagado sin control, estorbando el tiempo. Volvio a entrar tambaleandose en el pequeno cuarto y se desplomo sobre el sucio colchon. Se alegraba de haberse fugado de ese asfixiante manicomio, se alegraba de haber encontrado esa casa abandonada. Estaba tumbado de lado, con las rodillas encogidas, las manos entre los muslos y la mejilla apretada contra el colchon mohoso. Se veia muy dentro de ese sotano oscuro y polvoriento en el que, a traves de un estrecho agujero en el techo, entraba un debil rayo de luz que dibujaba una mancha circular sobre el suelo de piedra. Alli estaba Nestor sentado. A su lado habia un abrigo harapiento, con un aspecto bastante inocente, como de algo dejado por olvido. Pero Errki sabia que no era asi. Permanecio un buen rato tumbado, quieto y expectante. Y luego volvio a dormirse. La herida necesitaba tiempo para curar. Mientras se curaba, el sonaba tranquilamente. El aceptaba que despues del castigo, siempre venia el consuelo. Formaba parte del acuerdo. Eran las seis y tres minutos del cuatro de julio, y se acercaba un terrible calor.

La casa le sorprendio repentinamente, oculta dentro de un tupido bosque. Una vieja granja que llevaba deshabitada varias decadas y que, sin embargo, presentaba un estado excepcional de conservacion, aunque la mayor parte de los enseres y muebles habian sido destrozados por los vagabundos. No pocos se habian establecido alli por algun tiempo, dejando sus huellas y botellas vacias en las habitaciones destartaladas.

Permanecio un rato en el bosque, con la mirada clavada en la casa. Era de troncos de madera y delante habia un pequeno rectangulo en el que crecia la hierba. Primero tanteo la pesada puerta y luego la empujo. Se detuvo un instante a husmear. Dentro encontro una cocina, un cuarto de estar y dos habitaciones. En uno de los camastros habia un viejo colchon con una funda a rayas. Se deslizo de habitacion en habitacion, mirandolo todo, aspirando el olor a madera vieja. En ese lugar, Errki se encontraba mas cerca de sus antepasados de lo que podia imaginarse. La casa era una antigua granja de verano, construida sobre los cimientos de uno de los muchos asentamientos finlandeses del siglo XVII. Mientras recorria las estancias, escuchaba atentamente a las paredes mudas. Daban la impresion de haber sido testigos de sucesos. Quedaba aun ira en esas paredes. En algunas zonas de los gruesos troncos se veian astillas, como grandes heridas, como si alguien los hubiera atacado con un hacha. No quedaba ni una sola ventana entera, solo trozos de vidrio en alguno de los marcos agrietados. Errki tuvo tres o cuatro pensamientos: Era imposible llegar a ese lugar en coche y, que el supiera, nadie lo habia visto cuando abandono la carretera y comenzo a subir la ladera. No llevaba reloj, pero sabia que habia andado exactamente media hora desde que dejo la carretera principal. No le preocupaba no tener comida ni ropa, pero tenia sed. Trabajo las mandibulas con el fin de formar un poco de saliva. Empezo a masticar su propia lengua.

Luego fue a la estancia que habia servido de cocina y abrio al tuntun algunos cajones. Como faltaban los tiradores, tuvo que valerse de sus largas unas. Encontro un tenedor con los dientes rotos y un paquete de velas, migas y telaranas, tapones de botellas de cerveza y una caja de cerillas vacia. Delante de la ventana rota colgaban los restos de un visillo de tul que, al tocarlo, se deshizo entre los dedos. Volvio al cuarto de estar. Habia una ventana que daba a la parte trasera de la casa, y otra en la pared opuesta, desde la que se veia un pequeno lago. Junto a la pared habia un viejo divan forrado de una tela de nudos, y en la otra pared, un armario grande. Lo abrio y miro en su interior. No habia nada. El suelo de tablas estaba lleno de manchas, y los zapatos se le pegaban al andar. Se dejo caer con cuidado sobre el divan. Los muelles chirriaron y una nube de polvo se levanto del forro raido, de modo que cambio de idea y fue a la primera habitacion, al camastro que tenia colchon. Se quito la chaqueta y la camiseta y se tumbo. Estuvo ausente durante una eternidad. Cuando por fin se desperto habia olvidado donde estaba. Ademas, habia sonado, razon por la cual cometio el gran error de ir, sin pensar primero, derecho al sol. Resulto humillante tener que recoger sus propias visceras de la escalera, mientras escuchaba la malvada risa de Nestor y los intestinos le pasaban por entre los dedos como crias de serpiente.

Se desperto por segunda vez. Se incorporo con cuidado y miro fijamente el cuarto. Se toco el pecho y noto que estaba intacto. Solo quedaba una cicatriz roja y dentada que bajaba desde entre los pezones hasta el ombligo. El sol habia subido mas. Se levanto del catre. El cuarto estaba vacio, solo una mesilla de noche muy rudimentaria con apenas un cajon de madera. Cruzo despacio la habitacion y saco el cajon. Mientras lo miraba se froto distraidamente un punto dolorido de una de sus caderas. Habia estado tumbado sobre algo duro. Volvio al catre, miro el colchon y lo toco. Habia algo alli, algo estrecho y duro. Desconfiado, levanto el colchon y le dio la vuelta. Por el otro lado, habia un gran agujero en la funda, y alguien habia sacado parte de la gomaespuma. Metio una mano dentro de la funda y la empujo hacia dentro hasta que se topo con algo frio. Volvio a sacarla y la miro extranado, incapaz de creer lo que estaba viendo. Alli, en ese lugar destrozado, dentro de un viejo colchon mohoso, habia un revolver. Lo cogio con ambas manos y estudio el canon. Al principio, a Errki le parecio un objeto extrano, pero cuando se lo coloco bien en la mano derecha y puso el dedo sobre el gatillo, noto lo bien que encajaba, la fuerza que tenia. Toda la fuerza del cielo y de la Tierra. Brisa, vendaval y tormenta. Lo abrio con curiosidad y lo examino. Habia una sola bala en la recamara. Alterado, la saco para estudiarla mas de cerca. Era larga, brillante y con la punta redonda. Volvio a meterla, deleitandose en lo bien que encajaba. El hallazgo le hizo mirar a su alrededor. Alguien que habia pasado alli la noche habia dejado el revolver. Era extrano. Tal vez esa persona hubiera sido sorprendida y no hubiera tenido tiempo de llevarselo. Tal vez estuviera aguardando en algun lugar para volver a recogerlo. Era un revolver estupendo. Errki no sabia nada de armas, pero creia que era un revolver de gran calibre de una marca cara. Leyo las pequenas letras de la empunadura: Colt.

?Que te parece, Nestor?, murmuro por lo bajo, dando vueltas al arma. De repente se paro en seco y la arrojo. Dio un estallido contra el suelo. Se metio a toda prisa en la cocina, y permanecio un rato agachado sobre el banco. Deberia haber sabido que Nestor haria propuestas asquerosas. Oyo una risa abajo, en el sotano, tan fuerte que levantaba el polvo. Despues volvio a la habitacion, donde permanecio un buen rato mirando de nuevo el revolver. Por fin lo metio dentro del colchon, donde lo habia encontrado. No le hacia falta, tenia la otra arma. Empezo a dar vueltas por la casa, de la cocina al cuarto de estar y a la cocina otra vez, siempre con la mirada clavada en las tablas manchadas del suelo. Crujian y gemian en distintos tonos. Errki compuso una melodia entera paseando entre los cuartos. El pelo negro se le movia de manera agresiva, al igual que los pantalones y la chaqueta. Iba con los brazos tiesos, separados del cuerpo, moviendo ritmicamente los dedos al compas del crujido de los tablones. Fue absorbido por ese ritmo, andaba sin parar, no podia ni queria parar. En esa absorcion encontraba paz, no tenia mas mision que ir de un lado para otro, con pasos iguales y los dedos separados. Cruje, cruje, Errki, anda, adelante, atras, de cuarto en cuarto, zas, zas, bum, bum.

No sabia cuanto tiempo llevaba andando, pero por fin se armo de valor y se coloco delante de la puerta de la casa. La abrio con cuidado. El sol inundaba el bosque. Bajo la vista y salio con cautela a la losa. Dio un par de pasos lentos sobre la hierba. Se detuvo a husmear las pinas que colgaban sobre el, y los matorrales y helechos bajo sus pies. Raiz, tallo y hoja. Por fin estaba en marcha de nuevo. No sabia adonde iria ni que haria. Nestor dirigio sus pasos ladera abajo, hacia la poblacion. Aun era por la manana temprano. Las personas mas sanas ya

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