creia que era? Ahora aparecia su nombre en la pantalla; ah, si, se llamaba Johan Berg.
Aquella tarde no veia la television solo, y tuvo que esforzarse para no mostrar su irritacion. Debia mantener la compostura. Eso era casi lo mas duro de todo el plan. Hacer como si nada ocurriese, actuar como si todo fuera como de costumbre… cuando le habria gustado gritarle al resto del mundo lo que hacia y por que lo hacia. Aquellos dos segundos habian quedado prendidos en su interior y el dolor no desapareceria en tanto no concluyera lo que se habia propuesto. Solo entonces podria sentirse hombre. Cuando hubiese lavado la mierda. Limpiado todo. Entonces podrian empezar de nuevo y todo iria bien.
Aquel dia habia entrenado en el gimnasio mas tiempo del habitual. Le parecia que cuanto mas entrenaba, mejor control tenia de si mismo. De alguna manera, le servia para dar salida a la frustracion, la ansiedad y las dudas que sentia. Al contemplar su cuerpo en los incontables espejos de la sala de musculacion, se sentia reforzado; la imagen del espejo no dejaba lugar a dudas: seria capaz de ejecutar su plan. Nadie lo iba a detener. Ni la policia, ni ningun reportero engreido, que creia ser alguien por el mero hecho de salir en la pantalla de television. Menudo imbecil. Que se atreviera a provocarlo, si tenia valor.
Capitulo 69
El hombre que alquilo la casa en Muramaris habia dado una identidad falsa. No existia ningun Alexander Ek en la direccion que facilito. Pago el alquiler al contado, y la furgoneta que utilizo fue localizada en una empresa de alquiler de vehiculos de Visby. La policia interrogo detenidamente al jardinero, que habia pasado fuera casi toda la semana, pero se encontraba alli el dia de la llegada del huesped y vio la furgoneta y tambien la pegatina de la empresa de alquiler de vehiculos adherida en el cristal trasero y se quedo con ella grabada en la memoria. La furgoneta se alquilo por el mismo tiempo que la casa; tambien con nombre falso. Todo inducia ahora a pensar que el autor del asesinato era el desconocido inquilino de Muramaris. En la casa de Rolf de Mare se analizaron con lupa todas las huellas.
En la cama y el cuarto de bano se encontraron cabellos, unos rubios y otros tan negros como el carbon; fuera, en el suelo aparecieron colillas de cigarrillos de la marca Lucky Strike; y en una bolsa de basura olvidada en la parte posterior de la casa descubrieron un frasco de maquillaje y unas lentillas de usar y tirar de color azul muy vivo.
El hecho de que la policia acordonara la zona de Muramaris atrajo la atencion de los medios de comunicacion, y los locales hicieron inmediatamente acto de presencia y formularon las preguntas habituales. Knutas habia ordenado a Norrby que no dijera ni palabra acerca de la relacion existente entre Muramaris y el autor del asesinato de Egon Wallin. Pese a ello, extranamente, Johan Berg dio a conocer esos datos en su colaboracion en el informativo de la noche. Knutas se alegro de que al menos no supiera exactamente cual era esa relacion. Revisaron las listas de pasajeros de los barcos y, en efecto, entre ellos encontraron un Alexander Ek que habia viajado desde Nynashamn el miercoles 16 de febrero, para regresar el domingo dia 23. Habia viajado sin coche.
– Bueno, al menos sabemos el dia que llego el asesino y el que se marcho -afirmo Karin cuando el grupo encargado de la investigacion se reunio en comisaria para mantener una reunion, avanzada ya la tarde.
– Alquilo una furgoneta de la empresa Avis en Ostercentrum -informo Sohlman haciendole senas a Karin para que apagase la luz-. Era de color blanco, de este modelo. Estamos analizando el vehiculo en estos momentos. Las huellas encontradas en la nieve en la calle Norra Murgatan coinciden con el dibujo de los neumaticos de esa furgoneta, asi que no cabe la menor duda: el asesino uso ese vehiculo.
Capitulo 70
El miercoles por la manana, cuando Knutas acababa de llegar al trabajo, Karin llamo a la puerta de su despacho.
– Adelante.
Apenas la vio, supo de que le iba a hablar. Se le formo un nudo en la garganta. Era como si se fuera a decidir su futuro. La verdad es que el hecho de que Karin le importara tanto era una locura. No obstante, desde que le expuso su propuesta el lunes, trato de no pensar en ello, pero por las noches tuvo pesadillas: sonaba que Karin se iba y lo dejaba solo. Quince anos juntos codo con codo habian dejado en el una profunda huella. No era tan facil borrarla. Nunca encontraria a nadie como Karin.
Karin se sento en la silla del otro lado de la mesa sin que su rostro dejara entrever en absoluto lo que pensaba. Knutas aguardaba en silencio la sentencia.
A medida que pasaban los segundos, empezo a desesperarse cada vez mas.
– Lo acepto, Anders. Me quedo. Pero con una condicion. No quiero tener nada que ver con la prensa.
Entonces esbozo una amplia sonrisa que dejo al descubierto la separacion entre los incisivos que a el tanto le gustaba.
Knutas sintio como un mareo. Aquello era demasiado bueno para ser cierto.
Salto de la silla, se apresuro a dar la vuelta a la mesa y abrazo a su querida companera.
– ?Gracias, Karin! Estupendo. ?No sabes lo feliz que soy! ?No te arrepentiras! ?Te lo prometo!
Por un momento, ella permanecio quieta entre sus brazos. Luego, se separo poco a poco de el.
– Si, Anders, yo tambien creo que sera divertido e interesante para mi.
– Cuando hayamos terminado la investigacion de este caso, te invitare a una buena cena. ?Esto hay que celebrarlo!
Miro el reloj. Tenia que hablar con Norrby antes de la reunion. Queria comunicar cuanto antes la noticia de que Karin iba a ascender a subcomisaria. Entonces recordo algo:
– ?Lo sabe Martin?
– Si, se lo dije ayer por la tarde.
– ?Como se lo tomo?
– Ningun problema, en absoluto, ya sabes como es. No se preocupa de forma innecesaria.
Contaba con que la reaccion de Lars Norrby seria airada, pero no tanto.
– ?Que cojones dices? ?Asi me agradeces el trabajo de todos estos anos? Veinticinco anos llevamos trabajando juntos, ?veinticinco anos!
Su colega se levanto cuan alto era y lo miro enfurecido. Knutas, sentado en su vieja silla, nunca se habia sentido tan incomodo.
Lars escupia las palabras.
– ?Y que demonios has pensado que voy a hacer? ?Sentarme mano sobre mano en el despacho y esperar hasta que me llegue la pension? ?Se puede saber que he hecho mal?
– Lars, por favor, tranquilizate -le rogo Knutas-. Sientate.
Knutas jamas habia visto a su taciturno y complaciente colega reaccionar de forma tan agresiva. Le explico que debia ofrecer a Karin algo lo bastante atractivo como para poder retenerla, pero ese razonamiento a Norrby le resbalo.
– Vaya, ?asi que eso es lo hay que hacer para progresar en este trabajo, amenazar con dejarlo? Joder, que cosa tan rastrera.
– Pero, por favor, Lars -insistio Knutas-. Se realista. Tu y yo tenemos la misma edad y yo no estoy pensando aun en tirar la toalla. Creo que estare aqui hasta que me saquen por obligacion. Estamos hablando, como mucho, de otros diez anos, en el caso de que me jubile un poco antes de los sesenta y cinco, como tengo pensado hacer. Entonces se requerira que alguien ocupe mi puesto. Karin es quince anos mas joven que nosotros. Para entonces tendra la experiencia y la fuerza necesarias. Ademas, tu eres un extraordinario portavoz de prensa y quiero que te ocupes en especial de eso. Nadie lo hace mejor que tu. Y, por supuesto, conservaras el sueldo que percibes.
– ?Que considerado! -bufo Norrby-. Esto no me lo habria esperado yo nunca de ti, Anders.
Al salir, cerro de un portazo.