Antes de que recibiera respuesta entro Lars Norrby.
– Siento llegar tarde -dijo entre dientes-. El coche no queria arrancar. Estoy ya mas que harto de este jodido frio.
Observo los titulares de uno de los periodicos vespertinos que Knutas tenia ante el y luego vio el resto de los periodicos que habia sobre la mesa.
– Una historia lamentable -comento moviendo la cabeza.
– ?Eso como minimo! -gruno el comisario-. ?Tienes alguna idea de como se han filtrado esos datos?
– En absoluto. Yo no he dicho a la prensa mas que lo estrictamente necesario. Como de costumbre.
– Es que la directora de la policia provincial se ha puesto en contacto conmigo y exige una explicacion. ?Que creeis que puedo decirle?
El silencio alrededor de la mesa era denso, hasta que Kihlgard abrio la boca.
– Dejalo, Anders. ?Que te hace pensar que la filtracion procede de aqui? Puede haber sido cualquiera que supiese que la escultura aparecio en Waldemarsudde. El personal del museo, por ejemplo. ?Te parece que se puede confiar en su discrecion?
Enseguida obtuvo el apoyo del resto de sus colegas.
– No vamos a abrir una investigacion para averiguar quien filtra informacion, pero quiero senalar una vez mas lo importante que es que todos mantengamos la boca cerrada -subrayo Knutas-. Estas cosas perjudican la investigacion y no podemos permitirnoslo. Lars, ?puedes enviar un correo interno en este sentido?
Norrby asintio sin pestanear.
Capitulo 66
Knutas no pudo esperar y despues del almuerzo se marcho directamente a Muramaris. Habia llamado a la duena despues de la reunion matinal. Le explico por encima la razon por la que queria ver el lugar, pero sin entrar en detalles. Tampoco fue necesario. Ella habia leido la prensa y comprendio perfectamente el motivo de su visita.
Cuando giro para bajar hasta Muramaris penso que era sorprendente que nunca hubiera estado alli. La carretera descendia serpenteando hacia el mar, bordeada por ambos lados de pinos bajos y bosques de abetos. Al doblar una curva, vio ante el la casa con todas sus instalaciones. Estaba en una llanura rodeada de bosque y con el mar al fondo bajo las escarpadas rocas. El edificio principal, grande y de color arena, parecia una villa mediterranea, con sus grandes ventanales con parteluces. La casa estaba rodeada por un muro, tras el cual se extendia el jardin, meticulosamente organizado con setos y arbustos bajos bien podados, cuajados ahora de nieve. Esparcidas por todas partes habia esculturas, que conferian al solitario lugar un aspecto fantasmal. En una de las esquinas se alzaba un edificio mas pequeno del mismo estilo, que parecia una galeria o el taller de un artista. Al fondo de la planicie se veia un grupo de casitas de madera.
Aparco junto al edificio principal. Se apeo y echo una mirada a su alrededor. No veia a la duena. Consulto su reloj y advirtio que era aun algo pronto. Aspiro el aire fresco. ?Que lugar mas curioso! El edificio parecia abandonado, como una belleza en decadencia. Se notaba que habia estado abandonado muchos anos. Las esculturas estaban alli como el recuerdo de un tiempo desaparecido. Asi que en aquel lugar florecieron un tiempo el arte y el amor… Claro que de eso hacia ya mucho.
La duena vino caminando hacia el por el sendero de grava desde las casas de madera. Era una mujer elegante, de unos cincuenta anos, con el cabello rubio recogido en un mono en la nuca. Salvo los labios pintados de color rojo vivo, no llevaba ningun tipo de maquillaje. Pese a que eran mas o menos de la misma edad, Knutas no conocia a Anita Thoren. Habian ido a distintas escuelas y aunque coincidieron en el instituto, no se movieron en los mismos grupos.
Parecia una mujer amable, aunque cuando lo saludo se mantuvo a la expectativa.
– Bueno, en realidad no se muy bien lo que hago aqui -le explico el-. Pero me gustaria ver la escultura original de la copia que se encontro en Waldemarsudde.
– Si, claro.
Dieron la vuelta a la esquina y alli estaba, pegada a la pared.
– Se llama
– ?Es una mujer? Resulta dificil verlo.
– Si, sin duda tiene un aspecto un tanto ambiguo. Y eso encaja muy bien con Dardel, lo androgino, vagamente indefinido…
Parecia como si Anita Thoren observara la escultura por primera vez. Una entusiasta de verdad, penso Knutas. Lo indicaba el mero hecho de hacerse cargo de un lugar asi, que con toda seguridad exigiria muchisima dedicacion. Admiraba a las personas que sentian pasion por algo.
– Anna Petrus, la autora de la escultura fue contemporanea de Dardel y una buena amiga de Ellen Roosval.
– Si, he oido que pasaba mucho tiempo aqui y que incluso fue el quien diseno el jardin -dijo Knutas dandoselas de entendido.
– Si, y no solo eso -corroboro Anita-. Ese ladron de arte sabia lo que hacia cuando coloco una escultura de Muramaris ante el marco vacio. Porque fue aqui donde Dardel pinto
Knutas enarco las cejas. Aquello era nuevo.
– ?Ah, si?
– Al menos, eso dice la gente. Ven, que te lo enseno.
Cruzo una chirriante verja de madera. El policia la siguio. Sin duda, la casa, en su momento, habria sido elegante y suntuosa, pero ahora se veia vieja y deteriorada. Las paredes estaban agrietadas por varios sitios, la pintura se habia desconchado y las ventanas necesitaban una reparacion urgente.
Entraron por la puerta de servicio y accedieron a una vieja cocina.
– Aqui fue donde se pinto El dandi moribundo, el mismo verano en que Dardel diseno y dispuso el jardin. Por aqui anduvo dirigiendo y dando ordenes a los jardineros acerca de como lo queria. Todo ello aparece descrito en cartas y documentos de aquella epoca. Al mismo tiempo estaba trabajando en
Knutas escuchaba cortesmente. No sentia un interes especial por la historia del arte.
Pasaron a una sala presidida en el centro por una magnifica chimenea realizada en arenisca de Gotland.
– Ellen, como se sabe, era musica y pintora, pero, ante todo, era escultora -le conto AnitaThoren-. Estudio, entre otros, con Carl Milles. Ella esculpio esta enorme chimenea. Tiene casi tres metros de altura, y toda la casa se construyo alrededor de ella. Los relieves simbolizan los cuatro elementos: aire, tierra, agua y fuego. Otros representan el amor, el sufrimiento y el trabajo. Esa figura de ahi es la diosa del amor -comento senalando uno de los bellos relieves esculpidos en la chimenea-. En su cara se reflejan los ultimos rayos de sol del 21 de junio, el dia del solsticio de verano, la noche mas corta del ano; bueno, en realidad ni siquiera llega a hacerse de noche.
Recorrieron la sala de musica, la biblioteca y el piso superior donde se hallaban los dormitorios, mientras Anita Thoren le iba contando la historia de la casa. Fuera estaban el taller de Ellen y la vivienda, bastante amplia, donde vivia el hombre que se ocupaba del jardin.
– El es el unico que vive aqui en invierno -explico Anita-. Mi marido y yo vivimos en la ciudad y venimos por aqui de vez en cuando a dar una vuelta.
– ?Y para que se usan esas casas de alla? -pregunto Knutas senalando la hilera de casitas de madera, todas identicas, que se alzaban en la linde del bosque-. Parecen de nueva construccion.
– Las alquilamos en verano. Acompaname.
Lo guio hasta las casas del final de la llanura de Muramaris, justo en el borde del bosque. Abrio la puerta de una de ellas y se la mostro. Eran sencillas, pero disponian de todas las comodidades. Por debajo de la explanada, justo donde ellos se encontraban, arrancaban unas escaleras que descendian hasta la playa.