Wallin vivia, mantuvieron una relacion, si. Fue apasionada y magnifica en muchos sentidos, pero no habia estado enamorado. Lo estuvo al principio, logicamente, pero luego, como suele suceder, la cosa se fue enfriando. Una vez satisfecha la curiosidad inicial, solia cansarse bastante pronto. Se veian cuando surgia la ocasion, sin exigencias ni expectativas. Ambos sacaban buen provecho de aquellos encuentros, pero despues cada cual se iba por su lado y casi se olvidaban el uno del otro hasta que volvian a encontrarse de nuevo. Al menos, por su parte habia sido asi.
Ahora, tras la muerte tragica y violenta de Egon, se sorprendio a si mismo echandolo de menos mucho mas de lo que lo hiciera cuando su amante de Gotland estaba vivo.
Quiza empezaba a hacerse viejo. Cumpliria los sesenta y tres en su proximo cumpleanos. Hubo algo en el entierro que le hizo pensar en su pasado. La soledad lo aterraba. El vacio se habia ido aduenando de el y a menudo pensaba en la decision que tomo en el pasado y de la cual ahora se arrepentia. De haber tomado otras decisiones en la vida, quiza no se encontraria tan solo. Cierto que su circulo de conocidos era amplio, pero no habia nadie que se ocupara realmente de el. De alguna manera, era esencial que alguien se hiciera cargo de uno en el otono de la existencia. Alguien cercano, con el que existiera una profunda relacion.
Con todo, habia disfrutado de una buena vida, de eso no se podia quejar. Tenia una exitosa carrera y nunca le habia faltado el dinero. Eso le proporcionaba una libertad de la que disfruto plenamente. Compro siempre lo que quiso y llevaba una existencia acomodada. Viajar, habia viajado a todos los continentes. Pudo satisfacer sus necesidades y su trabajo era original y estimulante. En realidad, lo unico que faltaba en su vida era un amor profundo. Quiza lo hubiese podido tener con Egon. Si estuviera vivo.
Egon Wallin mantenia una actitud maravillosa respecto a la pintura, se podia pasar horas enteras hablando de una obra o de un detalle de un cuadro y reflexionar sin tasa acerca de cual fue la intencion del artista con esto o con lo otro. Quiza era eso lo que echaba de menos. Egon era autentico; su alegria, sincera, y su curiosidad por la vida, insaciable.
Habria de transcurrir mucho tiempo antes de que volviese a Gotland. Si es que volvia alguna vez. La isla estaba demasiado unida a Egon. Ahora tendria que olvidarlo todo, olvidar toda aquella historia execrable. Ya le daba igual quien fuera el asesino. Lo primero que iba a hacer apenas llegara a casa seria reservar un viaje hacia el sol y el calor. A Brasil, quiza, o a Tailandia. Se tenia bien merecidas unas vacaciones, despues de lo que habia pasado.
Desistio del intento de quedarse dormido. Se levanto de la cama, metio los pies en las zapatillas del hotel y se abrocho el albornoz. Saco una botellita de whisky del minibar, vertio el contenido en un vaso y se sento en el sofa de la sala de estar de la suite. Encendio un cigarrillo y expelio el humo con lentitud.
Seria enormemente agradable volver a casa.
Se lo estaba diciendo cuando oyo un ruido al otro lado de la ventana. La suite estaba en el ultimo piso, pero habia un tejadillo al lado. El edificio era viejo y fue construido con diferentes alturas y salientes.
Se acerco a la ventana, descorrio las cortinas y miro inquieto fuera. Llegaba la luz mortecina de una farola, pero no iluminaba gran cosa. Por lo visto no pasaba nada, seria un gato. Cerro de nuevo las cortinas, volvio al sofa y bebio un buen trago de whisky, que le quemo agradablemente la garganta de camino hacia el esofago. Recordo que el viernes estaba invitado a un gran evento en Riddarhuset, la Casa de la Nobleza. Seria agradable. Tenia muchos amigos entre los nobles.
Otro ruido. Se estremecio y miro el reloj. Las dos y cuarto.
Apago a toda prisa el cigarrillo, se levanto y apreto el interruptor de la luz. La habitacion quedo a oscuras. Luego, se deslizo hasta la ventana, se situo a un lado, pegado a la pared, y aguardo. Al momento oyo un crujido y, luego, un ruido sordo. Sonaba como si hubiera alguien por encima de el y a un lado. No sabia que hacer, y no se atrevia a mirar afuera por miedo a que lo vieran, pese a que estaba a oscuras. Entonces distinguio el centelleo de una luz. A traves de una rendija de las cortinas pudo ver que el foco de una linterna alumbraba la ventana.
Aguardo unos minutos con los musculos en maxima tension.
Despues, llevado por un impulso, asio una lampara de mesa con un pesado pie de ceramica. Desmonto la pantalla, la dejo con cuidado en el suelo y agarro con fuerza el pie de la lampara. Aquella fue la mejor arma que pudo encontrar. Permanecia de pie al lado de la ventana en un rincon de la sala; habia logrado parapetarse casi por completo detras de las pesadas cortinas. Solo tenia en la cabeza el cruel destino de Egon. Y las amenazas que el mismo habia recibido: la hoja en el buzon de la puerta y las misteriosas llamadas telefonicas.
Tenia un nudo en el estomago a causa de la aterradora sensacion de que habia llegado su momento. Alguien andaba buscando venganza y habia llegado su turno.
Tal como habia presentido, no tardo mucho en oir unos golpecitos tenues que quebraron el silencio, como si alguien tratase de abrir la ventana. Parecia claro que empunaba un palo. La madera cedio. Unos dedos enguantados intentaban abrirse paso a tientas a la escasa luz. Quitaron el pestillo de la segunda ventana.
Al momento aparecio una pierna y luego, otra. Alguien alto, corpulento y vestido de negro se deslizo dentro a traves de la ventana y fue a parar al suelo de la sala de estar, a pocos metros de donde el estaba. El intruso llevaba calado en la cabeza un pasamontanas de lana negro con orificios para los ojos.
Hugo se apreto contra la pared cuanto pudo, esperando que el asaltante siguiera hacia el interior sin advertir su presencia.
La suite estaba en una de las esquinas del hotel y era de forma circular. Se hallaban en la sala de estar, y el intruso podia optar entre ir a la izquierda y acceder al dormitorio, o dirigirse a la derecha y entrar en una salita. El enmascarado permanecio quieto unos segundos, tan cerca de el que casi podia oir su agitada respiracion.
La oscuridad era absoluta. Rezo en silencio para que no lo delatara el olor. Seguramente apestaba a whisky y a tabaco. El hombre se volvio, y por unos terrorificos segundos, Hugo tuvo la certeza de que habia descubierto su escondite. De repente, el otro se deslizo hacia la puerta del dormitorio y desaparecio en la oscuridad. Retrocedio sigilosamente con los ojos clavados en el dormitorio. A su espalda no habia mas que la salita, la entrada y la puerta que daba al pasillo del hotel. Aun tenia la posibilidad de escapar. Tratar de reducir al corpulento asaltante se le antojaba imposible. No tenia la menor posibilidad. Pensamientos de todo tipo se agolpaban en su cabeza, habia perdido la nocion del tiempo, ni siquiera podia calcular cuantos segundos habian pasado.
Justo en el momento en que estaba sopesando aprovechar la ocasion y lanzarse hacia la puerta, sintio que alguien lo agarraba de la muneca. El pie de la lampara cayo al suelo y se hizo anicos. Grito, pero fue un grito sordo. Como si intuyera que no valia la pena.
Capitulo 74
En la reunion matinal de aquel miercoles, el ambiente era apatico e indiferente. A Knutas le parecia totalmente absurdo como habia cambiado la situacion despues de que se diera a conocer el ascenso de Karin. Thomas y ella ahora no se sentaban nunca juntos, por no hablar de la repentina animosidad de Lars Norrby contra todo y contra todos. Por la manana, mientras tomaban juntos un cafe, Karin se le quejo y se preguntaba si todo aquello valia la pena. El la comprendia, pero le aconsejo que tuviera paciencia. Lars Norrby se calmaria con el tiempo, y seguro que Wittberg, tambien. Knutas supuso que este ultimo, logicamente, tambien tenia sus aspiraciones y quiza esperaba que le hicieran a el la propuesta.
No se podia complacer a todos.
Sea como fuere, alli estaba Wittberg sentado con cara de pocos amigos, aunque Knutas sabia que las cosas le iban francamente bien. Su nueva novia (pronto no seria ya tan nueva) se habia mudado a vivir con el y, al parecer, ejercia sobre Thomas una influencia positiva. Su joven colega parecia mas saludable y mas despejado que nunca. Por eso le parecia aun peor que no quisiera permitirle a Karin ese exito.
– He investigado un poco mas a Rolf Sanden el amante de Monika Wallin -comenzo Wittberg-. La noche del crimen tiene coartada, si, pero es bastante inconsistente. El amigo que asegura que pasaron la noche juntos, puede que mienta. Rolf Sanden, por lo que sabemos, apuesta mucho a los caballos y resulta que tiene deudas de juego cuantiosas. Le debe dinero a bastante gente.
– No me digas…
Knutas fruncio el ceno.
– Sm embargo, Monika Wallin sostiene no saber nada de su aficion al juego ni de que este endeudado hasta las cejas.