con su muerte. La policia seguramente se habia aferrado demasiado a esa pista. El comisario decidio prescindir de las relaciones amorosas de Mellgren en sus proximas pesquisas.

?Que mas habia en la vida de Mellgren para que alguien quisiera matarlo? Debia averiguar mas cosas de el. Trato de ponerse en contacto con su mujer a traves de varios numeros de telefono pero no lo consiguio. Querria que la dejaran en paz despues de todo el alboroto. Trataria de hablar con ella despues.

En vez de eso, probo con la universidad, pero alli no cogia nadie el telefono un sabado. Knutas hojeo los papeles que tenia del responsable de las excavaciones y encontro en ellos el numero de telefono del domicilio de Aron Bjarke. Quiza supiera mas cosas; de la vida amorosa de Mellgren estaba muy bien informado y era un tipo abierto con el que parecia facil hablar.

Aron Bjarke estaba en casa. Vivia en el centro, en la calle Skogrand, dentro de la zona amurallada, y decidieron verse alli.

– Voy a poner la cafetera, podemos sentarnos en el jardin -dijo Bjarke. Como si hubieran quedado para tomar un cafe.

Knutas fue paseando hasta alli. Soplaba una suave brisa, asi que el paseo no fue tan insufriblemente caluroso. Dejo la chaqueta en casa. Subio a traves de Soderport y continuo por la calle Adelsgatan. Serian las diez pasadas y la mayoria de las tiendas acababan de abrir, de momento las calles estaban casi vacias. Cruzo Stora Torget, donde los duenos de los puestos estaban colocando la mercancia y preparandose para las ventas del dia. El contraste con las ruinas de la iglesia Sankta Karin, del siglo XII, que se encontraban al lado era manifiesto.

La casa de Aron Bjarke era pequena y estaba tan hundida que la puerta estaba completamente torcida. Las ventanas estaban tan bajas que solo habia unos pocos decimetros de altura desde el alfeizar hasta la calle, donde habian plantado rosales a lo largo de la fachada. Al profesor de arqueologia parecia gustarle la jardineria.

Bjarke abrio la puerta tras la primera llamada, no tenia timbre. Knutas tuvo que agacharse al entrar para no darse en la cabeza. Dentro los techos eran bajos y la casa bastante sombria.

De camino hacia el jardin, en la parte de atras de la casa, Knutas echo una ojeada curiosa a la cocina. Era luminosa y de estilo rustico, con armarios blancos de madera, una pequena mesa de alas abatibles y cortinas a cuadros azules y blancos. En el alfeizar de las ventanas habia varios objetos decorativos colocados en fila. El cuarto de estar tenia tambien el techo bajo con vigas a la vista y estaba decorado con muebles antiguos.

– Que bonito lo tiene -comento Knutas-. ?Le interesan las antiguedades?

– No mucho, la verdad. La mayoria es heredado.

En la parte trasera habia un pequeno jardin, donde se sentaron.

La bandeja con el cafe ya estaba encima de la mesa y Bjarke lo sirvio sin preguntar si Knutas queria o no. Con el cafe habia servido un platito con galletitas de chocolate.

– En realidad he venido aqui para hablar de Staffan Mellgren -comenzo Knutas.

– ?Ah, si? Si, es terrible lo que ha ocurrido, totalmente incomprensible. Da miedo pensarlo, una alumna y un profesor asesinados, uno se pregunta si sera el siguiente. Seguro que es lo que piensan todos, hay mucha preocupacion tanto entre los profesores como entre los alumnos de la universidad.

– Lo comprendo -corto Knutas.

A lo largo de toda la semana habian llamado a la policia personas que estaban preocupadas, desde padres que tenian a sus hijos estudiando en la universidad hasta la Asociacion Empresarial, alarmada por la huida del turismo, pasando por todos aquellos relacionados con la universidad, que llamaban al borde de un ataque de nervios para exigir que la policia detuviera inmediatamente al asesino. Era comprensible, por supuesto, pero la policia tenia otras cosas que hacer y no podia funcionar como si fuera la consulta del psicologo. Suspiro al pensarlo y miro a Aron a los ojos.

– ?Que tal lo conocia?

– Bastante bien, he de decir. Trabajamos juntos muchos anos. Los ultimos cinco anos en la universidad y antes en la Universidad Popular de Hemse, que entonces era la responsable de las excavaciones arqueologicas.

– ?Os veiais tambien fuera del trabajo?

– No. Como sabe, el tenia familia, cuatro ninos y demas, asi que llevabamos vidas diferentes.

Aron Bjarke sonrio y se metio una galleta en la boca.

Knutas observo a aquel hombre de mediana edad que tenia enfrente, vestido informalmente con unas bermudas y una camiseta; afable, casi zalamero. Knutas tuvo la impresion de que Bjarke, pese a su trato abierto y cortes, era una persona bastante solitaria. Se sorprendio a si mismo preguntandose por el hombre que tenia enfrente, aunque era por Staffan Mellgren por quien tenia que preguntar.

– Buen cafe -dijo para romper el silencio que se habia hecho-. La vez anterior nos hablo de la vida amorosa de Mellgren y parecia muy bien informado, ?era de dominio publico que tenia aventuras con las alumnas?

– Por desgracia, debo reconocer que habia mucha gente que lo sabia, al menos entre los alumnos a los que Mellgren daba clase. Estamos hablando de universitarios y, por lo tanto, de personas adultas. Se que al rector le parecia inapropiado pero no podia hacer nada. Ademas, era un tema bastante delicado, Mellgren era una persona muy apreciada y competente, como profesor y como arqueologo.

– ?No hubo nadie que se quejara?

– Creo que la gente prefirio hacer la vista gorda. Ademas estaba casado y Susanna tenia un hijo tras otro… Creo que sus colegas no sabian realmente como abordar el asunto.

– ?Y usted?

– Staffan y yo manteniamos una relacion profesional, pero no hablabamos de asuntos personales. Yo tampoco le dije lo que pensaba de su vida. Tal vez no hice bien, ahora que sabemos lo que ha ocurrido.

– ?A que se refiere?

– Bueno, supongo que su muerte estara relacionada con sus aventuras amorosas. Al menos eso es lo que se comenta entre los profesores en la universidad.

– ?Sabe si solia verse con alguien fuera del trabajo?

– No estoy al tanto de ello. No creo que se viera mucho con ningun colega de la universidad. Quiza fuera consciente de que la gente sabia lo que hacia y se avergonzaba. Del resto de las amistades que el y Susanna pudieran tener, de eso no se nada.

Knutas abandono la casa de Aron Bjarke igual que entro.

Domingo 1 de Agosto

La llamada llego justo cuando Knutas se habia adormecido en la tumbona del jardin. Por la manana habia estado en la comisaria, pero la investigacion no avanzaba. A la hora del almuerzo se dio por vencido y se marcho a casa. Se preparo una tortilla y luego se sento en la terraza, donde se echo una cabezada. No habria dormido mas de cinco minutos cuando sono el telefono. Descolgo el telefono medio dormido.

– Hola, soy Jonnsson, te llamo desde el aeropuerto.

– ?Si?

– Oye, que estamos aqui, Ek y yo, para recibir a Gunnar Ambjornsson. Su novia tambien esta aqui.

– ?Y?

Knutas mismo se dio cuenta de lo impaciente que sonaba.

– Que no esta aqui.

– ?Que?

– Que no ha llegado desde Estocolmo en el avion en el que debia llegar.

– ?Estais seguros de que no os habeis equivocado?

– Hemos estado aqui los tres, es imposible que haya pasado delante de nosotros sin que lo hayamos visto.

– ?Sabeis si ha llegado en el avion procedente de Marruecos?

– No lo sabemos, no lo hemos comprobado.

– Pues hacedlo ahora mismo y llamadme inmediatamente cuando sepais algo.

Knutas se levanto, fue al cuarto de bano y se refresco la cara con agua fria. ?Donde demonios se habia metido Ambjornsson? ?Habria decidido quedarse en Marruecos?

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