– Mama, no llores. -Cia noto una mano en el hombro. Era la mano de Magnus. No, la de Ludvig. Cia meneo la cabeza. La realidad se le escapaba de las manos y ella queria dejarla ir y perderse en la oscuridad que sabia la aguardaba. Una oscuridad calida y agradable que la envolveria para siempre si ella se lo permitia. Pero a traves de las lagrimas vio los ojos castanos y el pelo rubio de Ludvig, y supo que no podia rendirse.
– La tarta -sollozo haciendo amago de incorporarse. Ludvig le ayudo y cogio carinosamente el tubo de glaseado que su madre tenia en la mano.
– Ya lo hago yo, mama. Tu ve y echate un rato que yo termino la tarta.
Luego le acaricio la mejilla: tenia trece anos, pero ya no era un nino. Ahora era su padre, era Magnus, la roca de Cia. Sabia que no debia cargarlo con tal responsabilidad, que aun era pequeno. Pero no tenia fuerzas para hacer otra cosa que, llena de gratitud, intercambiar con el los papeles.
Se seco las lagrimas con la manga del jersey mientras Ludvig sacaba un cuchillo, y, con mucho cuidado, retiraba los pegotes de la tarta de cumpleanos. Lo ultimo que vio Cia antes de salir de la cocina fue a su hijo que, concentrado, trataba de formar la primera letra de su nombre. La ele de Ludvig.
–
– ?Que no! ?No quiero! -Maja liberaba gran parte de su escaso vocabulario aquella manana de viernes mientras Patrik hacia intentos desesperados por dejarla en la guarderia, en brazos de Ewa. La pequena se aferraba chillando a su pernera, hasta que tuvo que despegarle los dedos uno a uno. Se le rompia el corazon al ver que se la llevaban llorando con los brazos extendidos hacia el. Aun le resonaba en la cabeza aquel lacrimoso «?papa»! cuando se dirigia al coche. Se quedo un buen rato sentado mirando por la ventanilla, con la llave en la mano. Asi llevaban dos meses y, seguramente, era una mas de las formas que Maja tenia de protestar por el embarazo de Erica.
Era el quien tenia que encarar aquello todas las mananas. Porque el mismo se habia ofrecido. A Erica le resultaba demasiado trabajoso vestir y desvestir a Maja, y lo de agacharse a atarle los zapatos era un imposible. De modo que no quedaba otra alternativa. Pero era agotador. Y comenzaba mucho antes de que llegaran a la guarderia. Desde el momento en que iba a vestirla, Maja se le colgaba y enredaba, y lo avergonzaba mucho admitirlo pero, en algunas ocasiones, se desesperaba tanto y la agarraba con tanta brusquedad que Maja gritaba a pleno pulmon. Despues, Patrik se sentia como el peor padre del mundo.
Se froto los ojos con gesto cansado, respiro hondo y puso el coche en marcha. Pero en lugar de poner rumbo a Tanumshede, tuvo el impulso de girar hacia las casas que habia detras del barrio de Kullen. Aparco ante la casa de la familia Kjellner y se dirigio indeciso hacia la puerta. En realidad, deberia haberles avisado de su visita, pero ya que estaba alli… Levanto la mano y golpeo con el puno la puerta de madera pintada de blanco, de la que aun colgaba la corona navidena. Nadie habia caido en la cuenta de quitarla o de cambiarla.
Del interior de la casa no se oia nada, asi que Patrik llamo una vez mas. Tal vez no hubiera nadie, pero entonces oyo unos pasos y Cia le abrio la puerta. Se le tenso el cuerpo entero al verlo y Patrik se apresuro a negar con la cabeza.
– No, no vengo por eso -dijo. Ambos sabian a que se referia. A Cia se le hundieron los hombros. Se aparto y lo invito a pasar.
Patrik se quito los zapatos y colgo la cazadora en una de las pocas perchas que no estaba cargada de abrigos de adolescentes.
– Solo venia a veros y a charlar un rato -explico, aunque enseguida se sintio inseguro de como abordar aquel asunto, basado en especulaciones suyas.
Cia asintio y se dirigio a la cocina, que estaba a la derecha del recibidor. Patrik la siguio. Habia estado alli antes, en unas cuantas ocasiones. Los dias que sucedieron a la desaparicion de Magnus, se reunieron alli, en torno a la mesa de pino, a repasar todos los detalles una y otra vez. Le hizo preguntas sobre temas que deberian ser siempre privados, pero que dejaron de serlo en el instante en que Magnus Kjellner salio por la puerta para nunca mas volver.
La casa parecia la misma. Agradable y normal, un tanto desordenada, salpicada aqui y alla de indicios de la presencia adolescente. Pero la ultima vez que estuvo alli con Cia, aun quedaba un apice de esperanza. Ahora, en cambio, la resignacion lo ahogaba todo. Tambien a Cia.
– Aun queda un poco de tarta. Ayer fue el cumpleanos de Ludvig -dijo Cia ausente, se levanto y saco del frigorifico el resto de una tarta Princesa. Patrik intento protestar, pero Cia ya habia empezado a poner los platos y los cubiertos, y Patrik asumio que aquella manana tendria que desayunar tarta.
– ?Cuantos cumplia? -Patrik corto un trozo tan delgado como permitia la decencia.
– Trece -respondio Cia, y le afloro a los labios una sonrisa mientras tambien ella se ponia un trocito de tarta. A Patrik le habria gustado ser quien para obligarla a comer un poco mas, teniendo en cuenta lo delgada que se habia quedado ultimamente.
– Una edad estupenda. O no -comento Patrik, consciente del tono forzado de su voz. La nata le crecia en la boca.
– Se parece tanto a su padre -dijo Cia. La cucharilla tintineo al chocar contra el plato. Cia la dejo junto a la tarta y miro a Patrik-. ?Que querias?
Patrik carraspeo.
– Puede que este totalmente equivocado, pero se que quieres que hagamos todo lo posible y tendras que perdonarme si…
– Ve al grano -lo interrumpio Cia.
– Pues si, estaba pensando… Magnus era amigo de Christian Thydell. ?De que se conocian?
Cia lo miro extranada, pero no le respondio con otra pregunta, sino que se puso a pensar.
– La verdad es que no lo se. Creo que se conocieron al principio, cuando Christian se mudo aqui con Sanna. Ella es de Fjallbacka. Hara unos siete anos, mas o menos. Si, eso es, porque Sanna se quedo embarazada de Melker al poco tiempo, y el pequeno tiene ahora cinco anos. Recuerdo que comentamos que se habian dado mucha prisa.
– ?Se conocieron por tu relacion con Sanna?
– No, no, Sanna es diez anos mas joven que yo, asi que nosotras no eramos amigas. Si he de ser sincera, no recuerdo como se conocieron. Solo que, un dia, Magnus sugirio que los invitaramos a cenar y, a partir de ahi, empezaron a verse bastante. Sanna y yo no tenemos mucho en comun, pero es una chica encantadora y tanto a