– No esta en apuros -protesto Ann, pero su mala conciencia iba en aumento.

– Pero ?donde estas?

– ?No me oyes? ?Volvere dentro de un momento! Solo tengo que pasar a ver a una mujer en el centro.

Su madre colgo y Ann no se sorprendio. Sabia que era incapaz de mantener una discusion larga con su hija. La distancia se habia agrandado.

Dejo a un lado los pensamientos sobre sus padres, como siempre hacia, y los desvio hacia el trabajo. ?Habia hecho bien pidiendole a Erki que apartara cien mil coronas? Habia dicho algo sobre la moral, pero el hecho era que el dinero era de John. Aun cuando las apuestas de la partida de poquer provinieran de dinero robado, la ganancia debia ser de John. Una vez restado el dinero del taller quiza quedaran mucho mas de cien mil coronas y estas serian de Berit y Justus. De esa manera pensaba construir su muro protector moral interior.

Se sonrio a si misma. Despues de toquetear un rato los botones de la radio consiguio sintonizarla. La suave musica se esparcio por todo el interior y la transporto a otro viaje en coche, un dia de verano de hacia muchos anos, cuando iba hacia el sur para ver a sus padres.

En esa ocasion, la musica, combinada con su propio desconcierto, la obligo a detenerse, dar media vuelta e ir por primera vez a casa de Edvard en Graso.

En aquella ocasion era verano. Entonces tenia a Edvard. Ahora estaba en el crudo invierno. Apago de pronto la radio, amargada consigo misma y con su triste destino, por su ineptitud para cuidar de si.

42

Ruben Sagander sudaba y parecia como si el sudor se congelara formando una coraza sobre su cuerpo. Alzo la vista hacia la ventana iluminada de Berit. Entro en el portal, pero no encendio la luz de la escalera. Respiro hondo y comenzo a subir. En la escalera olia a Navidad. Paso una puerta tras otra. Oyo musica y conversaciones. Sudaba profusamente, al igual que durante la caza cuando el alce aparecia en el campo visual y el levantaba la escopeta lentamente y contenia la respiracion.

Quedaba un piso. Le vino a la cabeza la imagen del cartel destrozado fuera del taller y recordo el sonido del primer torno que instalaron. Demoro sus pasos unos segundos. Se abrio una puerta un piso mas abajo y oyo el sonido de alguien que bajaba la escalera.

– Llevate tambien los cartones -grito una mujer.

Los pasos cesaron. Un hombre murmuro algo y regreso al apartamento. Una corta discusion y luego se reemprendieron los pasos de bajada. Ruben Sagander permanecio completamente inmovil y se alegro de que el hombre no encendiera la luz. La puerta de la calle se cerro. Sagander espero y toqueteo el cuchillo en el bolsillo de la chaqueta de caza. Un par de minutos despues el hombre regreso, subio las escaleras en silencio, se abrio una puerta, la musica fluyo y la puerta se cerro de nuevo. Sagander respiro hondo y prosiguio.

Frente a la puerta de Berit se quito el gorro que habia cogido del coche. Saco el cuchillo de su funda, midio con la hoja e hizo dos agujeros en el gorro, se lo paso por el rostro y sintio el picaporte. La puerta no estaba cerrada con llave.

*****

Berit estaba sentada a la mesa de la cocina y miraba embobada fijamente la caja de carton repleta de billetes. Miles de coronas. Nunca antes habia visto tanto dinero. Metio la mano en la caja y esparcio un monton de billetes de quinientas coronas sobre la mesa. De pronto rompio a llorar.

– ?Por que, John? -sollozo, y con un rapido movimiento arrojo los billetes al suelo.

Comenzo a contarlos mecanicamente, coloco veinte billetes de quinientas coronas en cada monton. Cuando la cuenta llego a cincuenta mil aparecio la rabia. El la habia traicionado. Dios mio, lo que tuvo que escatimar durante todo el otono, preocupada por su economia y su futuro. Hasta habia pensado si tendrian que vender el apartamento y mudarse a un piso de alquiler. Todo eso mientras John se sentaba sobre cientos de miles de coronas. Al parecer Justus tambien se habia llevado una parte. El tambien lo sabia. John y el chico habian tenido sus propios planes. Una doble traicion.

De repente oyo un sonido. Alargo la mano y bajo el volumen de la radio.

– Justus -grito-, ?eres tu?

Lennart vio como el hombre espiaba la ventana de Berit. En el patio mal iluminado y con la espesa nevada era dificil distinguir cualquier detalle, pero la figura le resultaba conocida. ?Podia tratarse de Dicken Lindstrom? El no era tan corpulento, pero la ropa de invierno podia despistar. ?Habia regresado de Holanda mas caliente que un gato en celo? Lennart blasfemo. «Ahora os pillare con las manos en la masa -penso-. ?Como cojones tiene el valor de venir a joder? Y Justus, pobre chaval, tener que presenciar como un cabron con los dientes salidos se folla a su madre una semana despues de la muerte de John.»

Lennart se aproximo al portal, pero se retiro rapidamente al ver que un hombre salia con bolsas de basura y un gran carton en las manos. Se dirigia al cuarto de la basura, donde se encontraba Lennart. Oyo como el hombre se acercaba cada vez mas, como murmuraba algo, carraspeaba y escupia sobre la nieve.

La puerta del cuarto de la basura se abrio y Lennart, mas que ver, sintio que el hedor se esparcia por la noche invernal. El hombre cerro la puerta, carraspeo de nuevo y regreso al portal. Lennart se demoro un minuto antes de seguir sus pasos.

*****

Ruben Sagander miro sorprendido de hito en hito el dinero frente a el. En el suelo y en la mesa habia montones de billetes. Su dinero. Estaba en lo cierto. Rio.

Berit acerco automaticamente los fajos mientras miraba con fijeza al hombre enmascarado. Comenzo a colocar el dinero en la caja de carton.

– No me toques -dijo, y miro a su alrededor buscando un arma.

El hombre se rio de nuevo, se agacho y cogio un billete del suelo. Berit se levanto bruscamente de la silla en un intento por alcanzar el cuchillo de pan que habia sobre la encimera, pero quedo atrapada en sus garras. Sintio el intenso olor a sudor y las manos que sujetaban sus brazos. El hombre no dijo nada, pero su respiracion era pesada. La mascara lo volvia irreconocible; no obstante, habia algo familiar en el. Ella intento liberarse, pero se encontro con que la sujetaba con mas fuerza mientras soltaba una carcajada. Le dio una patada en la pierna, que no parecio afectarle.

«No quiero morir», penso ella cada vez mas desesperada, y recordo el rostro aterrado de John cuando ella se despidio de el en la morgue. Hizo un nuevo intento lanzandose rapidamente hacia un lado al mismo tiempo que le daba un cabezazo. Oyo como chocaban. Por un instante el perdio el agarre de sus brazos. Ella se lanzo hacia la encimera, pero al momento el hombre se abalanzo sobre ella. La tiro al suelo, pero tuvo tiempo para levantar una mano y aranarlo en el rostro. Se le humedecio la mano y comprendio que era sangre lo que se filtraba a traves de la capucha. Berreo de dolor y lanzo un golpe contra el cuerpo de ella. La alcanzo en el hombro y Berit cayo al suelo a causa de la increible fuerza del golpe.

Se puso encima de ella. Hasta el momento habia sido una lucha silenciosa, pero ahora Berit comenzo a gritar. El solto una mano e intento taparle la boca abierta de par en par, y esto le dio la oportunidad a ella de lanzarle un rodillazo a la entrepierna. El se encogio de dolor, intento incorporarse, rebusco en el bolsillo de su chaqueta y saco el cuchillo.

«Ahora me va a matar», le dio tiempo a pensar al ver el cuchillo alzado sobre su cabeza. Entonces se oyo una violenta explosion y sintio como el hombre enmascarado se estremecia. A continuacion una nueva detonacion, y vio como la capucha se hacia anicos y una terrible herida se revelaba en su cabeza antes de caer hacia delante sobre ella.

Las extremidades del hombre se estremecieron antes de que reinara la calma. El peso y el olor penetrante de su cuerpo la atemorizaron y lo aparto de encima con todas sus fuerzas. La sangre goteaba sobre su rostro y su pecho.

Cuando se libero vio una figura de pie en el umbral de la puerta. Vislumbro el arma en su mano y comprendio

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