que le habia salvado la vida. Consiguio arrastrarse, se puso de rodillas y se seco la sangre del rostro con los brazos. Entonces reconocio a Lennart. Estaba palido. La mano del arma temblaba y su cuerpo se estremecia como si hubiera recibido una descarga electrica. Tomaba aliento e intentaba decir algo.
– Lennart -murmuro ella.
El temblaba cada vez con mas violencia y comenzo a sollozar.
– Lennart -repitio ella.
El se dio la vuelta y abandono el apartamento con pasos tambaleantes. Ella lo miro, alargo la mano para detener al cunado, pero en su lugar solo quedaba el revolver. Berit inclino la cabeza sobre la encimera y el llanto llego en convulsiones. Asqueada, miro fijamente la herida que la bala habia ocasionado en la parte trasera de la cabeza del hombre y vomito violentamente.
Lennart corria. Se abrio una puerta en el piso de debajo de Berit justo cuando el paso y choco violentamente, se cayo, se puso de pie igual de rapido y continuo escaleras abajo.
Habia disparado a una persona. Habia matado a una persona. ?Quien era? Estaba claro que no era Dicken. Durante un instante habia pensado en acercarse y quitarle la capucha, pero no se atrevio. Ahora se trataba solo de huir. ?Se habia equivocado con Berit? No era ningun amante el que habia ido de visita, sino un ladron. Lennart habia visto el dinero en la mesa y comprendio que era la ganancia al poquer. Berit habia mentido, pues habia dicho que no sabia nada de la partida.
Se detuvo abajo en el portal, respiro hondo, se golpeo el bolsillo del abrigo para controlar donde estaba el revolver, pero recordo que lo habia dejado caer al suelo. Comprendio que estaba perdido, pues aun cuando Berit cerrara la boca sus huellas estaban en el arma.
Abrio la puerta. El frio le golpeo y vio a una mujer que se acercaba en el vendaval de nieve. Ann Lindell. Ella estaba justo a su lado, pero no lo habia visto. Se dio la vuelta y subio corriendo de nuevo las escaleras. Habia varias puertas abiertas y los vecinos se asomaban inquietos, pero a el no le preocupo, sino que siguio corriendo.
Comprendio que estaba atrapado. Seguro que Lindell no estaba sola. El jardin se llenaria de policias. Mientras subia penso que no podria entrar en el desvan. Permanecio inmovil un rato, indeciso, delante de la puerta abierta de Berit antes de entrar corriendo de nuevo en el apartamento.
Miro en la cocina. Berit seguia sentada con el hombre al que habia disparado a su lado. Su mirada estaba vacia. Lo miro, pero no lo vio. Lennart se detuvo y sintio un impulso de ir a la cocina y sentarse en el suelo frente a ella. Deseaba decirle algo a Berit, algo pequeno que pudiera explicarlo todo. Ella habia sido buena con John y por eso el la queria mucho. Las palabras estaban ahi, pero Lennart dudo.
Comprendio con una claridad paralizadora que su propia vida estaba desperdiciada, que sus palabras no poseian fuerza alguna. Entro corriendo en el salon, lanzo una mirada al acuario y en su vision interna John estaba ahi, sonriendo, como la noche de la inauguracion. Lennart alargo la mano para sentir a su hermano, pero no habia nadie.
Apenas se podia abrir la puerta a causa de toda la nieve acumulada en el balcon. La aparto y de pronto recordo el dia pasado con Micke quitando nieve y la sensacion de estar haciendo algo util. Oteo desde la barandilla. Sintio vertigo. El jardin estaba desierto, pero a lo lejos se oia el sonido de sirenas.
Miro arriba hacia el tejado antes de encaramarse a la barandilla, se agarro al tendedero montado en la pared y se estiro hacia el canalon. Llegaba justo. El canalon estaba frio y resbaladizo. Le cayo nieve sobre la cara.
Con un esfuerzo del que no se creia capaz se lanzo hacia arriba, se apoyo con los pies en la pared de ladrillo, consiguio subir un pie al tendedero y elevarse con el cuerpo por el canalon. Las piernas se agitaron libremente y busco aliento.
«Puedo hacerlo, puedo hacerlo», se repetia en silencio. Apenas era consciente de que el sonido de las sirenas cada vez estaba mas cercano. Descanso con la cabeza apoyada contra el tejado y sintio como sus fuerzas flaqueaban cada vez mas. Comenzo a resbalar. Giro la cabeza y vio las luces azules jugar en la fachada de enfrente.
Volvio la mirada hacia el caballete y vio la barandilla de proteccion cubierta de nieve a medio metro del ala del tejado.
– Soy el hijo mayor del chapista -murmuro-. Soy el chico del chapista.
Agito las piernas, consciente de que era su ultima oportunidad, lanzo hacia delante la mano derecha y consiguio alcanzar la barandilla. Alargo la mano izquierda y esta tambien se agarro. Trepo lenta, lentamente. Murmuro algo, masco la nieve, sintio el sabor de sangre en su boca, pero derroto al tejado, alcanzo la barandilla y pudo resoplar.
– El chico del chapista -grito triunfal.
Tenia calambres en una pierna, estaba helado y su cuerpo temblaba, pero habia subido. Penso en Albin; su padre se habria sentido orgulloso. Miro el cielo oculto tras las nubes.
– Albin -dijo, y sonrio-, padre. Padre, padre.
Miro abajo y el miedo a las alturas volvio como una ola. Sintio vertigo y apreto la barriga contra el tejado. Le dolia la rodilla que descansaba sobre la barandilla. Se levanto un fuerte vendaval que arremolino una nube de nieve sobre el tejado. Pero fue como si el viento trajera la tranquilidad. Lennart giro la cabeza de nuevo y vio la luz de la ciudad. La nevada habia amainado algo y pudo distinguir el castillo y las agujas de la catedral.
– Alli a lo lejos moriste, padre -profirio.
Al girar su cabeza un poco hacia el este pudo ver Almtuna, el barrio de su infancia. Casa tras casa, tejado tras tejado. La gente preparando la Navidad.
El miedo a la altura habia desaparecido y fue reemplazado por una sensacion de estar por encima de todo, de toda la chachara y el escandalo. Hasta alli habia llegado. Habia sitios peores. Le resultaba ridiculo estar tumbado bocabajo. Era como si fuera un cobarde, como si se sometiera, como si alguien en cualquier momento pudiera poner un pie sobre su cuello. Se dio la vuelta, enderezo la espalda y se sento. Se rio.
– Estoy sentado en el tejado -grito a los cuatro vientos.
Se puso de pie, separo las piernas y se apoyo en la barandilla de seguridad, intento defenderse del viento y grito su odio sobre la ciudad que le habia visto nacer, pero se tranquilizo de pronto. «Deja de gritar», penso.
Deberia haberle dicho esas palabras a Berit. Ella era la que podia transmitir algo, contarle a Justus que John y Lennart eran los hijos del chapista, que se habian reido juntos, que habian tenido momentos de felicidad. Ella podria sacar lo dificil, hablar sobre su hermana pequena, quiza mostrar las fotografias.
Habia matado a un desconocido y ahora estaba obligado a huir para siempre. Habia fallado hasta en lo mas elemental, la venganza. Escupio al viento. Pero habia matado al que amenazaba a Berit. El frio le hizo temblar. ?Debia regresar trepando a Berit y por una vez decir algo importante?
El viento soplaba sobre el caballete, se retorcia al pasar la chimenea y bramaba entre juntas y chapas.
– Hermanito -dijo, dio un paso tambaleante y cayo hacia delante. Se golpeo con violencia contra el tejado de ladrillo, sintio como algo se rompia en su rostro y luego se precipito por el borde en un salto mortal.
Ola Haver estaba en la calle y lo vio caer. Oyo el grito y alargo instintivamente las manos para detener la caida libre. En ese mismo instante el cuerpo golpeo el suelo helado.
Las luces azules de los coches de policia se batian alrededor y habia gente mirando en las ventanas al otro lado de la calle entre amarilis y estrellas de Navidad.
El suelo era blanco y la sangre de Lennart, roja. Durante unos instantes la calle estuvo en calma. Berglund se acerco al cuerpo, que descansaba inclinado en una postura antinatural, y se quito la gorra.
Kjell Eriksson