zapatos de la entrada hasta formar un monton. Lindell vislumbro sus botas debajo del todo. Desde otra habitacion se oia musica y risas alborotadas. Lindell tuvo la sensacion de encontrarse en una visita de estudio a un hogar de clase media.

Una vez dentro del cuarto de bano saco el telefono movil y llamo a Haver. Le dijo que Ruben Sagander no estaba en casa. Su mujer lo habia esperado durante horas y tambien habia intentado llamarlo al movil, pero no habia respondido.

– ?Que haceis ahora? -pregunto Lindell.

– Hemos emitido una orden de busqueda -senalo Haver- e intentamos adivinar adonde ha podido ir.

– Esta armado -anadio Lindell.

– Lo sabemos -repuso Haver laconico.

– ?Es el?

– No estamos seguros, pero las huellas en la nieve parecen coincidir. Tiene una furgoneta roja y blanca, y estuvo en el Hospital Universitario el dia que robaron el cuchillo.

– ?Habeis preguntado por el cuchillo?

– Su mujer dice que tiene muchos cuchillos -explico Haver-. Toda la casa esta llena de armas y trofeos.

– ?El motivo?

– Dinero, seguro -considero Haver.

Reino un momento de silencio antes de que Lindell se atreviera a decirlo.

– Siento lo que paso.

– No tiene importancia -contesto Haver, pero Lindell noto que no se encontraba bien del todo.

– Tengo que irme a casa, con Erik -dijo ella-. Justus esta con Erki y todavia no quiere volver a la suya. Creo que se puede quedar aqui un poco mas.

Al final le conto lo del robo en el taller y el dinero de la mochila. Dudo de contarselo a su companero. Sabia que acabaria saliendo a la luz, pero sintio que traicionaba a Justus y a Erki.

– Dinero -repitio Haver de nuevo.

– Ola, ten cuidado.

Lindell colgo el telefono, cogio un poco de papel higienico y se sono. En el recibidor los ninos cantaban con voces agudas una cancion finlandesa. Marco el numero de Berit. Cuando ella respondio, Lindell tuvo que esforzarse por mantener a raya el sentimentalismo. Sabia el alivio que significaba para Berit la noticia de que Justus se encontraba bien.

– Gracias, Dios mio -susurro.

Lindell la podia ver frente a si. Trago y continuo.

– Una cosa mas. En el armario del cuarto de Justus hay dinero, mucho dinero. Es de John. Ya te contare mas tarde como lo consiguio. No se trata solo de la ganancia al poquer, eso es todo lo que te puedo decir. Pasare un momento para que podamos hablar, luego vendran mis colegas.

– ?Y Justus?

– Esta en un sitio seguro. Dale un par de horas. Te prometo que se encuentra bien.

– ?De que dinero hablas?

– Me paso por ahi, ?vale?

*****

Regreso a la cocina. El chico alzo la vista.

– Acabo de escuchar un concierto en finlandes -expuso Lindell en un tono distendido, e intento esbozar una sonrisa.

– Son mis nietos -senalo Erki.

– ?Se puede quedar Justus un rato? -pregunto ella.

Erki y Justus se miraron el uno al otro.

– Por supuesto -respondio Erki-. Luego llamaremos a Berit. Despues lo llevare a casa.

Lindell asintio con la cabeza.

– Ahora tengo que irme -indico dudando-. Adios, Justus. Hasta la vista.

Ella le lanzo una mirada a Erki. Este se levanto pausadamente de la mesa. Lindell salio retrocediendo de la cocina. El finlandes la siguio al recibidor.

– Una cosa mas -dijo ella mientras revolvia el monton de zapatos.

Erki cerro la puerta de la cocina.

– Quiero… Se que esta mal, pero hay una cosa.

Lindell pesco una de sus botas. Se volvio hacia el hombre.

– Eso de los suenos -apunto ella-. ?No son los ninos lo mas importante?

Erki asintio con la cabeza.

– He pensado… Justus suena con Africa.

Erki miro hacia la puerta de la cocina y se acerco a Lindell.

– Africa no es lo que el cree, pero ese era el sueno que tenia con Johny. ?Que pasara ahora con el chico?

Un grupo de ninos salio corriendo del salon. Pararon en seco al ver a Lindell. Vieron la bota en su mano y el desorden de zapatos en el suelo. Erki dijo algo en finlandes y se retiraron de inmediato cerrando la puerta tras de si.

– Quiero -retomo Lindell, ahora con una voz mas tensa- que aparte cien mil coronas de la mochila. Escondalas y cuando todo se haya calmado procure que el nino y Berit se vayan a Africa. ?Entiende lo que quiero decir?

Erki asintio con la cabeza.

– Tiene que poder ver su Africa, aunque solo sea una semana -considero Lindell.

– ?Eso no esta mal? -pregunto Erki.

Lindell movio negativamente la cabeza.

– Si esto saliera a la luz me echarian inmediatamente, pero a usted le gusta el chico.

Erki Karjalainen sonrio. Lindell noto su aliento a ponche navideno.

– Coja un taxi cuando vaya a casa de Berit -sugirio ella.

– ?Y eso de robar? -le pregunto Erki-. ?Que pensara el chico?

– Digale que John lo quiso asi.

Erki se inclino hacia delante y por un instante ella creyo que la abrazaria, pero unicamente la miro con intensidad, como si deseara controlar algo, como si deseara leer su firmeza en el rostro.

– ?Pasaran usted y el nino solos la Navidad?

Lindell nego con la cabeza, se agacho y pesco la otra bota.

– Habiamos pensado invitar a Berit y a Justus -dijo Erki-, asi que si quiere venir ya lo sabe.

Lindell miro a su alrededor, se sento en un taburete y se concentro en ponerse las botas. Deseaba huir pero al mismo tiempo quedarse con la familia Karjalainen. Suspiro profundamente y se subio la cremallera de la bota.

– Mis padres han venido de visita -conto ella, y se permitio sonreirle-. Pero gracias, es muy amable.

*****

Lindell salio al frio helado con una gran sensacion de nostalgia. Miro a su alrededor. Una nariz se pego a una ventana y Lindell dijo adios con la mano. La nariz desaparecio.

Dejo el motor un rato en punto muerto, como solia hacer. Cuando metio la marcha supo el porque: asi habia hecho siempre su padre con el camion de bebidas. Salia unos minutos antes de que tuviera que irse y encendia el motor, luego volvia a entrar y se bebia los ultimos sorbos del cafe de la manana antes de empezar su ronda.

Llamo a casa. Esta vez el tono de su madre era autoritario.

– Ven a casa ahora mismo -ordeno ella.

– Es que hay un nino que ha tenido problemas -se disculpo Ann.

– Tu tambien tienes un hijo -repuso su madre desabrida.

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