acercarian a la casa de Sagander con sumo cuidado. Ella lo sabia, pero tambien que tanto la violencia como los violentos tenian su propia logica.

Cuando por fin llego a la casa de Karjalainen y se bajo del coche, se quedo quieta, prestando atencion, como si pudiera captar los posibles ruidos en la zona de Borje, a diez kilometros de distancia. Haver odiaba las armas, aun mas tras los acontecimientos de Biskops Arno, cuando abrio fuego sin motivo contra un asesino en serie, creyendo equivocadamente que este amenazaba a Lindell con una pistola. Esto ocasiono que Lindell tambien abriera fuego. El hombre resulto muerto.

Haver y Lindell nunca hablaron en serio de lo ocurrido. Ahora el se encontraba cerca de un posible asesino. Lindell, antes de abandonar a Agne Sagander, habia preguntado a Haver si llevaba su arma encima. Habia asentido con la cabeza, pero no habia dicho nada. Lindell estaba convencida de que el tambien pensaba en el fatidico suceso en la casita de campo aquella noche de verano, tan cerca en el tiempo, pero oculto en algun lejano rincon de su recuerdo comun.

Saco el telefono movil y llamo a su casa. En esta ocasion fue su padre quien respondio, lo cual sorprendio y alegro a Lindell. Erik llevaba despierto una hora y su madre lo habia tomado en brazos.

– Es un chico muy valiente -considero su padre.

Lindell sonrio y finalizaron la llamada.

Erki Karjalainen abrio la puerta con una amplia sonrisa. La dejo entrar sin decir una sola palabra, gesto que ella aprecio. No tenia fuerzas para entablar una conversacion sobre lo agradable que era la Navidad.

Justus estaba sentado en la cocina. Junto a la cocina una mujer revolvia un guiso. Alzo la vista y sonrio. Olia bien. El chico la miro rapidamente y luego bajo la mirada. Ante el, en la mesa, habia un plato y un vaso de leche.

Lindell se sento enfrente. Erki se entretuvo un rato en la puerta antes de que el tambien tomara asiento a la mesa. La mujer aparto la olla, apago la placa y abandono la cocina. Erki la vio salir.

– Mi hermana -indico.

Lindell asintio con la cabeza y miro a Justus. Este mantuvo la mirada.

– ?Como estas?

– Bien.

– Que bien que hayas aparecido. Estabamos preocupados por ti.

– No me habia ido -replico Justus obstinado.

– Tu madre no sabia donde te habias metido.

Lindell pensaba que era dificil hablar con los adolescentes. No eran ninos ni adultos. Siempre le daba la sensacion de que elegia el nivel erroneo, o demasiado infantil o demasiado adulto. Habria necesitado la capacidad innata de Sammy para razonar con ellos.

Justus jugueteaba con el cuchillo sobre el plato. Parecia distraido, pero Lindell supuso que la procesion iba por dentro.

– ?Has oido que se ha quemado el taller de Sagander? -pregunto en voz baja, y al mismo tiempo se inclino acercandose al chico.

Este nego con la cabeza.

– Lo sabes -dijo Erki.

Justus le lanzo una rapida mirada. Lindell vio por un instante el miedo reflejado en sus ojos, como si temiera a Erki, pero, consciente de la estupidez de negar algo que acababa de contarle al viejo amigo de trabajo de su padre, cabeceo afirmativamente a Lindell.

– Cuentame -pidio Lindell.

Justus empezo con parquedad, pero poco a poco la narracion comenzo a manar de una manera fluida. Guardo silencio en mitad de una oracion y miro a Lindell.

– Sagge es un idiota -propino en tono agresivo.

– Ha elogiado mucho a tu padre.

– Lo despidio -insistio Justus-, entonces los elogios no valen nada.

– Es cierto -acepto Lindell sonriendo-. Entonces los elogios no valen nada -repitio.

Cuando Justus finalizo su historia comprendio que el incendio habia dejado a Erki sin trabajo. El miedo retorno a sus ojos y sollozo.

– No te preocupes -le dijo Erki como si hubiera leido los pensamientos del chico.

– ?Que quieres hacer ahora? -pregunto Lindell.

– No lo se.

– ?Vas a llamar a Berit y decirle donde estas?

– ?Ire a la carcel?

– Tienes menos de quince anos -aclaro Lindell-, asi que no puedes ser condenado. Habra algunos problemas, pero sabemos que tu padre ha muerto y que a causa de eso estas muy afectado.

– Una cosa mas -senalo Erki con calma, y Lindell lo aprecio aun mas-. Justus tiene bastante dinero. ?Quieres que se lo cuente yo?

El chico no dijo nada. Erki espero un buen rato antes de proseguir.

– Ha llegado en taxi y me he preguntado de donde salia todo ese dinero -comenzo, y se estiro tras una mochila que estaba apoyada contra la pared.

Lindell supuso lo que contenia, pero respiro hondo cuando Erki abrio la cremallera de la desgastada mochila y mostro gruesos fajos de billetes de quinientas coronas.

– ?Cuanto hay ahi?

– No lo se -respondio Erki, y deposito la mochila en el suelo-. No lo he contado, pero tiene que haber unos cuantos cientos de miles de coronas.

– No lo he cogido todo -dijo Justus en voz baja.

– ?De donde sale este dinero?

– Es de papa.

– ?Desde cuando?

– Ibamos a ir a Africa -explico Justus a la defensiva-. Lo habia juntado para que pudieramos montar una granja de peces. Quiza en Burundi.

– ?Sabes de donde procede el dinero?

El chico nego con la cabeza.

– Yo lo se -intervino Erki-. Del taller.

– Cuenteme -lo apremio Lindell.

Erki y Justus se miraron. Justus cambio de expresion. La mezcla de agresividad y pasividad fue reemplazada, poco a poco, por una expresion mas relajada, y Lindell observo que Justus habia heredado algunos de los tiernos rasgos de Johny. El muro defensivo que habia levantado se derrumbo. Miro implorante a Erki. Este le tomo la mano, que desaparecio por completo en la suya. Al trabajador del taller le faltaba medio dedo. Las miradas de Lindell y la suya se encontraron, y Lindell vio que se sentia conmovido.

– Quiza no lo sepa, pero era un experto en peces -explico Erki-. Todos sonamos, ?no es cierto? Nuestras vidas…

Lindell espero la continuacion, pero esta no se produjo.

– ?Por que sabe que el dinero venia del taller?

– Llevo mucho tiempo trabajando alli -sostuvo Erki-. Veo muchas cosas. Lo sabia.

Lindell abandono el tema. Los detalles saldrian a la luz a su debido tiempo.

– ?Berit estaba al tanto de la mochila?

Justus nego con la cabeza.

– No lo he cogido todo -indico-. He dejado la mitad.

– ?Donde esta?

– En el armario de casa.

– ?Y ella no lo sabe?

– Unicamente lo sabiamos papa y yo.

– Vale -dijo Lindell-, comprendo.

Se dio la vuelta hacia Erki y pregunto si podia utilizar el cuarto de bano. El senalo hacia el recibidor. Lindell salio de la cocina y cerro la puerta tras de si. Habia un par de ninos sentados en el suelo. Habian apilado todos los

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