Alguien que conocia la combinacion habia vaciado la caja fuerte. Ruben no penso ni por un instante que Agne fuera el ladron. Juntos intentaron deducir quien habia sido. No habian comentado nada sobre el robo a los hombres del taller y tampoco notaron nada raro en su comportamiento. Habian regresado de sus vacaciones y habian actuado como de costumbre.

Practicamente desde el principio, las sospechas recayeron en John. Cuando Mattzon comento de pasada que habia visto a John fuera del taller un domingo a comienzos de agosto estuvieron seguros. John era quien le habia robado su dinero ganado con tanto esfuerzo. Medio millon, que seria la aportacion inicial para equipar la casa de Espana, donde el y Maj-Britt habian pensado establecerse.

Su telefono movil sono y chequeo el numero en la pantalla. No se preocupo de responder. No tenia fuerzas para hablar con su hermano otra vez. En cambio, se sento en el coche y penso que hacer. Medio millon desaparecido y ahora el taller en ruinas. Deseaba escapar de todo. Hasta de Maj-Britt.

No sentia arrepentimiento alguno por el destino de John. Era un ladron y lo habia reconocido, se habia reido en su propia cara. «Intenta demostrarlo», le habia dicho John, y rio aun mas. Sin embargo, se arrepentia de haber actuado con tanta dureza. Tendria que haber soltado a John, vigilarlo, quiza amenazarlo con hacer dano a Justus y de esa manera obligarlo a entregar el dinero. Ahora era demasiado tarde. Quedaba una oportunidad: Berit. Por supuesto, ella negaria saber algo del robo, pero todavia podria utilizar la amenaza de Justus.

Miro por ultima vez los restos del taller. Los reflectores instalados lanzaban un brillo espeluznante sobre la parcela. Algunos bomberos se reian. Seguramente estaban contentos de haber controlado el incendio.

Giro la llave de arranque y de pronto tuvo la sensacion de que John estaba sentado en el asiento trasero riendose de el. Se vio obligado a darse la vuelta, pero ahi solo se hallaban su rifle y su bolso de caza. Solto el embrague y condujo hacia Granby.

Habia llegado a una encrucijada. Ese momento iba a decidir su futuro. Sabia que no le quedaban muchos anos de vida, quiza cinco o diez. Los medicos le habian dado un poco de esperanza, pero bajo la condicion de que llevase una rutina mucho mas tranquila y de que dejase el tabaco y el alcohol. Habia vendido la empresa, habia dejado de fumar, pero continuaria tomandose un conac de vez en cuando. Deseaba acabar su vida en Espana. Durante cuarenta anos se habia deslomado, primero en el taller, luego como conductor de gruas y maquinas en las obras, para finalmente montar una boyante empresa con una veintena de maquinas de construccion.

Estaba orgulloso de lo que habia conseguido. Nadie tenia derecho a censurar que hubiera guardado algo de dinero negro. Habia merecido ganarse ese dinerillo. Johny se habia reido de el, pero ahora no sonreia tanto. El dinero tenia que estar en alguna parte. Lo unico que debia hacer era ir a casa de Berit y recuperarlo.

40

El arma sobre la mesa actuaba como un iman. Una y otra vez entraba en la cocina solo para estudiar el revolver. Nunca habia tenido un arma de fuego. Habia llevado un cuchillo encima en muchas ocasiones. A Lennart nunca le habia gustado pasearse con revolver o pistola. Cuando uno esta borracho nunca se sabe que puede pasar. La pena por un crimen con arma de fuego era siempre mayor. Los jueces encontraban mas peligroso a un ladron que andaba por ahi con una pipa bajo la ropa que a un borrachuzo con un cuchillo.

El bielorruso al que se la habia comprado no mostro sorpresa alguna. Habia oido lo que le habia pasado a Johny y comprendio perfectamente la necesidad de Lennart. La compro a plazos, lo que normalmente no era posible. «Procura sobrevivir -habia dicho el ruso laconico-. Para poder pagarme.»

Sergei llevaba viviendo en Suecia cuatro anos. Habia llegado a traves de Estonia y habia pedido asilo politico. Si hubiera estado en sus manos, Lennart habria deportado al bielorruso de inmediato, pero ahora sentia cierta gratitud hacia el.

Lennart nunca habia querido matar a nadie, pero ahora necesitaba un arma poderosa. Con un revolver podia mostrar que iba en serio.

No podia dejar de toquetearla. Era bonita y terrible, metalicamente amenazadora, y le llenaba de excitacion e interes, como si su propia importancia hubiera crecido. Deseaba tenerla a la vista para acostumbrarse a la idea de que estaba armado.

Hacia treinta y seis horas que no habia probado ni una gota de alcohol, ni siquiera una cerveza de baja graduacion. No podia recordar cuando fue la ultima vez que estuvo sobrio tanto tiempo. Quiza cuando lo detuvo la pasma. Entonces estuvo a punto de confesar, solo para poder tomarse una cerveza.

Se sentia como una persona nueva, como si el viejo Lennart hubiera salido de su cuerpo y observara desde fuera el viejo caparazon. Se vio a si mismo pasear por el apartamento, acercarse a la ventana y observar como caia la nieve al otro lado, coger el revolver y vestirse.

Aquella noche obtendria la respuesta. Eso sentia. Estaba convencido de que Berit estaba implicada de alguna manera. Ahora la verdad saldria a la luz. No deseaba hacerle dano. Sencillamente, el no podia hacerle dano. Era la mujer de John y la madre de Justus.

Deseaba de buena gana creer su alegato de que habia sido fiel, pero las palabras de Mossa resonaban incesantemente en la cabeza de Lennart. «Puta», habia dicho el irani, y era una palabra muy fuerte. Siempre habia confiado en Mossa, ?por que iba a mentir sobre eso?

?Seria Dicken, el de los dientes? No lo habia visto desde hacia tiempo. Alguien habia dicho que estaba en Holanda. «Si es asi -penso Lennart-, puedo ir tras el. Se ha equivocado si piensa que se puede escapar. Lo perseguire hasta el fin del mundo.»

Salio a la nieve, sobrio como un dios y purificado de su vida anterior. Sintio una gran tranquilidad y extranamente penso en su padre. ?Fue la breve estancia trabajando con Micke en las labores de la nieve lo que hacia que cada vez con mas frecuencia retornara a los recuerdos de antano? Albin habia sido bueno, no unicamente como chapista sino tambien como padre. Esa nocion se habia introducido en Lennart con el paso de los anos, sobre todo cuando veia a John y a Justus juntos.

Suspiro profundamente. Se encontraba de nuevo en la plaza Brantings. Ningun tractor, nada de escandalosos adolescentes, solo nieve en abundancia y el mismo. El deseo de alcohol hizo que su interior se contrajera como si albergara un cable de acero en su cuerpo, un cable que se retorcia lentamente alrededor de un delicado nucleo de ansiedad. En cualquier momento todo podia quebrarse. Podia correr de vuelta a casa y tomar un trago, pero eso significaria abandonar la caza del asesino de Johny para siempre.

Prosiguio adelante con serenidad. Estrellas de adviento y lamparas de colores parpadeantes en las barandillas de los balcones ribeteaban su camino por Skomakarberget. «Albin y John», murmuro al ritmo de sus pasos. Era como si su padre lo acompanara, como si Albin hubiera bajado de su tejado y su cielo para prestarle ayuda. En silencio su padre caminaba a su lado. De vez en cuando senalaba arriba a una casa y Lennart comprendia que Albin habia estado en el tejado.

41

Lindell conducia despacio. Por un lado, no estaba acostumbrada al coche; por otro, la carretera estaba en malas condiciones. En el campo, el viento habia empujado la nieve hasta formar duros taludes dificiles de sortear, y al entrar en el bosque el pavimento helado se torno traicionero.

Llego a la iglesia de Balinge y supo que lo habia conseguido. En el mapa de Haver habia marcado la calle donde vivia Erki Karjalainen. Despues de dar vueltas por las callecitas de la localidad densamente urbanizada llego, al fin, a un callejon sin salida. Se vio obligada a dar la vuelta y comprobo que, a pesar del mapa, se habia perdido.

Una creciente irritacion le puso aun mas nerviosa. Reconocio los sintomas. Una sensacion de peligro le llego furtivamente. Justus estaba a salvo, pero habia otra cosa que lanzaba una sombra negra sobre ella. Supuso que se debia a que un asesino andaba suelto. De pronto comprendio que lo que le hacia sentirse mas nerviosa de la cuenta era la preocupacion por la situacion de sus colegas. Ruben Sagander se hallaba en algun lugar ahi fuera en la oscuridad de diciembre. Habia tomado prestada la municion de Agne para cazar conejos y quiza aun estaba armado. Haver y Berglund esperarian hasta que llegaran refuerzos, se pondrian los chalecos antibala y se

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