implicado en esto, todo va a salir bien. Todo. Te lo prometo.

Un coche negro entro en el terreno y se acerco despacio.

– No tengas miedo, Ali. Cuentales lo que haya que contar.

La conversacion se corto.

El coche se detuvo. Salieron dos hombres vestidos de oscuro. Uno de ellos sonrio y le tendio la mano al acercarse a el.

– Al Muffet, I presume!

Al le estrecho la mano, que era calida y firme.

– Por lo que he oido es usted amigo de Madame President -dijo el agente sin querer soltar su mano-. Y los amigos de la presidenta son mis amigos. ?Damos un paseo?

– Creo -intervino Al Muffet tragando saliva-, creo que deberias encargarte de esto.

Le tendio los tres sobres. El hombre los miro sin expresion en la cara, antes de cogerlos por la punta del papel y hacer un gesto a un colega para que acudiera con una bolsa.

– Fayed Moffasa -leyo rapidamente con la cabeza ladeada antes de alzar la vista-. ?Quien es?

– Es mi hermano. Esta metido en un baul en el sotano. Lo he matado.

El agente del FBI lo miro durante un buen rato.

– Creo que lo mejor sera que entremos -dijo. Le dio unas palmaditas en el hombro-. Da la impresion de que tenemos muchas cosas que solucionar.

El helicoptero aterrizo y por fin se hizo el silencio.

Capitulo 16

No quedaba mas de una hora del jueves 19 de mayo de 2005. El intenso calor veraniego se habia mantenido durante todo el dia, y la noche era calida y apacible. Inger Johanne habia abierto todas las ventanas del salon. Se habia banado con Ragnhild y, en cuanto la acostaron en su cama, la nina se durmio agotada y feliz. La propia Inger Johanne estaba casi tan contenta como su hija. Sentia que volver a casa era casi una purificacion. Al cruzar la puerta de entrada estuvo a punto de echarse a llorar de alivio. Los habian retenido durante tanto tiempo en el Servicio de Seguridad de la Policia que al final Yngvar habia llamado a Peter Salhus y le habia amenazado con romper toda la pila de declaraciones de confidencialidad que habia firmado si no los dejaban volver inmediatamente a casa.

– En todo caso creo que podemos descartar tener mas hijos -dijo Yngvar al cruzar la habitacion con las piernas separadas, vestido con un amplio pijama que, por si acaso, habia cortado en la entrepierna-. No he sentido tanto dolor en toda mi vida.

– Pues prueba a parir -sonrio Inger Johanne dando unas palmaditas en el asiento del sofa junto a ella-. El medico ha dicho que todo iba a salir bien. Mira a ver si te puedes sentar aqui.

«… y era una conspiracion dentro de las propias filas de los norteamericanos. La presidenta Bentley, durante una rueda de prensa en el aeropuerto de Gardermoen, ha declarado que,…»

El televisor llevaba encendido desde que habian vuelto a casa.

– Eso no se sabe con certeza -dijo Inger Johanne-. Que solo estuvieran implicados los norteamericanos, quiero decir.

– Esa es la verdad que quieren que sepamos. Es la verdad mas rentable en estos momentos. Es la verdad que hace que bajen los precios del petroleo, vamos.

Yngvar gimio al sentarse con cuidado y las piernas separadas.

«… tras el dramatico tiroteo en la calle Kruse de Oslo, donde el agente del FBI Warren Scifford…»

Aquella imagen debia de ser la fotografia de un pasaporte. Parecia un delincuente, con gesto obstinado y un ojo medio cerrado.

«… fue abatido por un oficial noruego cuyo nombre no se ha proporcionado, y murio en el acto. Fuentes de la embajada norteamericana en Noruega informan de que habia un numero muy restringido de personas implicadas en la conspiracion y que todas ellas han sido ya detenidas por la Policia.»

– En realidad, lo mas impresionante de todo es que hayan sido capaces de inventarse una historia asi en tan poco tiempo -dijo Inger Johanne-. Sobre todo eso de que no habian secuestrado a la presidenta, sino que se habia escondido ella misma para contribuir a descubrir a unos criminales que planeaban un atentado. ?Crees que tienen ese tipo de historias preparadas, o que?

– Tal vez. No creo. Durante los proximos dias vamos a ver como extienden magistralmente una bruma por encima de todo el asunto. Si no tienen este tipo de historias preparadas, al menos tienen expertos en cosas asi. Lijan, martillean y lo montan todo en un momento. Al final sacan una historia con la que se conformara la gran mayoria de la gente. Y luego vendran las teorias de la conspiracion, que alimentaran a los paranoicos, pero a ellos nadie los escucha. Y asi el mundo sigue su curso torcido, hasta que resulta imposible saber lo que es verdad y lo que es mentira y, estrictamente, nadie se molesta en averiguarlo. Es mas comodo asi. Para todos. ?Joder, que dolor!

Se encogio.

«… se espera que la presidenta Bentley, que aterrizara en su pais dentro de pocas horas, presente sus disculpas ante Arabia Saudi e Iran. Se ha anunciado un discurso para el pueblo norteamericano para manana a las…»

– Apagala -dijo Yngvar rodeando a Inger Johanne con el brazo, la beso en la sien-. Ya hemos oido suficiente. Son todo invenciones y mentiras. No quiero oirlo.

Ella cogio el mando a distancia y se hizo el silencio, luego se acurruco junto a el y acaricio con suavidad su velludo antebrazo. Asi permanecieron largo rato; sintio el olor de Yngvar y se alegro de que el verano por fin hubiera llegado.

– Oye -dijo Yngvar, ella casi se habia quedado dormida.

– Si.

– Quiero saber lo que te hizo Warren.

Inger Johanne no respondio, pero tampoco se aparto de el, como hacia siempre que surgia la menor insinuacion sobre aquel asunto que los separaba desde que se conocieron un calido dia de primavera, casi cinco anos antes. No dejo de respirar y no le dio la espalda. La postura no le permitia verle la cara, pero no daba la impresion de que estuviera cerrando y apretando las mandibulas como siempre habia hecho hasta ese momento.

– Creo que ya es hora -dijo, y puso la boca junto a su oreja-. Creo que ya es hora, Inger Johanne.

– Si -dijo ella-. Ya es hora.

Tomo aire profundamente.

– Yo solo tenia veintitres anos y estabamos en DC para…

Cuando se acostaron, ya eran las tres de la manana.

Un nuevo dia apenas habia comenzado a asomar por el este, por encima de las copas de los arboles. Yngvar nunca iba a saber que no habia sido el primero en escuchar el doloroso secreto de Inger Johanne.

«Da igual», penso ella.

La primera persona fue la presidenta de Estados Unidos, y nunca volverian a verla.

Viernes, 20 de Mayo de 2005

Epilogo

Cuando la noticia de que la presidenta Bentley seguia con vida recorrio el mundo el jueves por la tarde, horario europeo, Abdallah ya habia interrumpido todas sus actividades cotidianas y se habia encerrado en su

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