Anne Holt

Una Manana De Mayo

Vik & Stubo, 3

© Anne Holt, 2006

Titulo original Presidentens valg

© de la traduccion: Cristina Gomez Baggethun

A Amalie Farmen Holt,

mi escudera,

la nina de mis ojos, que ya se esta haciendo mayor.

Jueves, 20 de Enero de 2005

Capitulo 1

«I got away with it.»

La constatacion de haberse salido con la suya hizo que vacilara por un instante. El viejo habia bajado las cejas y el frio de enero habia tenido de un tono azulado su rostro maltratado por la enfermedad. Helen Lardahl Bentley tomo aire y al fin repitio lo que le pedia el hombre:

– I do solemnly swear…

La profunda religiosidad de tres generaciones de Lardahl habia tornado casi ilegible el texto de la vieja Biblia encuadernada en piel, de mas de cien anos de antiguedad. Pero la propia Helen Lardahl Bentley, tras su luterana fachada de exito estadounidense, en el fondo era una esceptica y por eso preferia prestar juramento con la mano derecha sobre algo en lo que al menos si creia firmemente: la historia de su propia familia.

– … that I will faithfully execute…

La mujer intento atrapar su mirada. Queria mirar a los ojos al Chief justice del mismo modo en que todo el mundo la miraba a ella: una enorme masa de gente que se estremecia de frio bajo el sol invernal y una gran cantidad de manifestantes que se encontraban a demasiada distancia como para que se los pudiera oir desde el podio, aunque ella sabia que chillaban «TRAITOR, TRAITOR», con un ritmo constante y agresivo, hasta que sus palabras se ahogaron tras las puertas de acero de los vehiculos especiales que esa misma manana habia traido la Policia.

– … the office of President of the United States…

Todos los ojos del mundo descansaban sobre Helen Lardahl Bentley. La miraban con odio o con admiracion, con curiosidad o con recelo, o tal vez, en alguno de los rincones mas apacibles de la Tierra, con mera indiferencia. Durante aquellos eternos minutos y bajo el fuego cruzado de cientos de camaras de television, ella era el centro del mundo y no debia pensar en eso unico, ni lo iba a hacer.

Ni entonces ni nunca mas.

Presiono la Biblia con mas fuerza y elevo una pizca la barbilla.

– … and will, to the best of my ability, preserve, protect and defend the Constitution of the United States.

El jubilo se extendio entre las masas. Se habian llevado a los manifestantes. La gente del podio de honor la felicitaba sonriente, unos de forma efusiva, otros de modo mas comedido. Sus amigos, sus criticos, sus colegas, su familia y algun que otro enemigo que nunca habia querido su bien, todos ellos pronunciaban las mismas palabras, ya fuera, segun el caso, apagadamente o con alegria:

– ?Enhorabuena!

De nuevo sintio aquella rafaga de angustia que llevaba veinte anos reprimiendo. Y en ese mismo momento, a los pocos segundos de empezar a ejercer sus servicios como cuadragesimo cuarta Presidenta de Estados Unidos de America, Helen Lardahl Bentley enderezo la espalda, se paso la mano por el pelo mientras contemplaba la aglomeracion de gente y tomo la determinacion de olvidarse del tema de una vez por todas: «I got away with it. It's time I finally forgot».

Capitulo 2

Los cuadros no eran de ningun modo bellos.

Especial suspicacia le despertaba uno de ellos. Le mareaba del modo en que lo hace el mar. Cuando se inclinaba hasta casi rozar el lienzo, podia ver que las onduladas rayas de color amarillo rojizo se resquebrajaban en una infinidad de surcos diminutos, como heces de camello tostandose al sol. Se sintio tentado de acariciar la grotesca boca abierta del motivo principal del cuadro, pero se abstuvo. La pintura ya habia sufrido bastantes danos durante su traslado. La barandilla a la derecha de la aterrada figura extendia sus arrugas por la habitacion, con unos tristes flecos en la punta del lienzo.

Conseguir que alguien reparara el burdo desgarro estaba descartado. Eso requeriria a un experto. Si las famosas pinturas se encontraban en esos momentos en uno de los palacios mas modestos de Abdallah al- Rahman, situado a las afueras de Riad, se debia ante todo a que el hombre siempre, y en la medida de lo posible, procuraba evitar a los expertos. Apostaba por la llana artesania. No le veia sentido a usar una sierra electrica cuando un cuchillo podia resolver perfectamente la situacion. En el traslado hasta Arabia Saudi desde un museo carente de medidas de seguridad, situado en la capital de Noruega, las pinturas fueron manejadas por delincuentes menores que no tenian la menor idea de quien era el y que era probable que acabaran en las carceles de sus respectivos paises de origen sin ser nunca capaces de decir algo sensato sobre donde habian acabado los cuadros.

A Abdallah al-Rahman le gustaba mas la figura de la mujer, aunque tambien en ella habia algo que le producia rechazo. A pesar de haber pasado mas de dieciseis anos en Occidente, diez de los cuales transcurrieron en prestigiosas escuelas de Inglaterra y de Estados Unidos, aun seguian chocandole los pechos descubiertos y la vulgaridad con que se ofrecia la mujer; indiferente e intensa al mismo tiempo.

Se volvio hacia otro lado. Iba descalzo y desnudo, a excepcion de unos amplios pantalones cortos, blancos como la nieve. Volvio a subirse a la cinta de correr, agarro un mando a distancia y acelero la cinta. De los altavoces que rodeaban la colosal pantalla de television en la pared opuesta salia un sonido: «… protect and defend the Constitution of the United States».

Era dificil de comprender. Cuando Helen Lardahl Bentley no era mas que senadora, ya le impresionaba la valentia de aquella mujer. Despues de licenciarse como la numero tres de su promocion en la prestigiosa Vassar, Helen Lardahl, miope y rellenita, avanzo como un torrente hacia un doctorado en Harvard. Antes de cumplir los cuarenta estaba bien casada y era socia del septimo mayor bufete de abogados de Estados Unidos, cosa que por si misma dejaba clara su extraordinaria eficiencia y revelaba una buena dosis de cinismo y perspicacia. Ademas se habia vuelto delgada y rubia, y ya no llevaba gafas. Muy lista, tambien en eso.

Sin embargo, presentarse como candidata a la presidencia era pura hybris.

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