Johanne puso el brazo sobre el cochecito, con los dedos abiertos sobre la manta de ganchillo.
– He saludado a tu marido en un par de ocasiones -dijo la escritora-. ?Te importa que me siente aqui?
Inger Johanne no respondio. No se movio.
– Me llamo Wencke Bencke. Tenemos amigos comunes, de hecho. Aparte de tu marido, quiero decir.
Se sento. Rozo con el brazo a Inger Johanne al acomodarse, con las piernas cruzadas en senal de seguridad. Balanceaba la punta del zapato sobre el pie.
– Una historia horrorosa -dijo, negando con la cabeza-, la de los asesinatos de los famosos. Yo fui testigo de todo el asunto. Quizas no recuerdes. Por lo demas, da la impresion de que las pobres victimas estan a punto de caer en el olvido, desgraciadamente. -Senalo con la cabeza a la pila de periodicos que habia entre ellas-. Asi son las cosas. Mientras no haya sospechas concretas, a los periodicos se les acaban las cosas que escribir. En estos casos…
De nuevo senalo los periodicos; Inger Johanne estaba tensa e inmovil, ahora en la otra punta del banco.
– … parece que han fracasado. La policia, quiero decir. Raro. Por lo visto no hay pistas. Estan en blanco, simple y llanamente.
Inger Johanne Vik por fin habia conseguido dominarse. Intento ponerse en pie al mismo tiempo que se aferraba al cochecito y a una bolsa con cosas del bebe.
– Espera -dijo Wencke Bencke amablemente, y la agarro del brazo-. ?No podrias quedarte sentada? Solo unos minutos. Tenemos tanto en comun. Tengo tanto que contarte.
«Sera la curiosidad lo que le hace quedarse sentada -se pregunto Wencke Bencke-. ?O son las piernas, que no la obedecen?»
Inger Johanne estaba sentada en silencio, con la bolsa sobre el regazo y el brazo sobre su hija.
Wencke Bencke se recosto en el banco y volvio la cara hacia la mujer joven.
– ?En algun momento habeis sospechado de alguien aparte de mi? -pregunto, aun amable.
Y penso: «No responde. No tiene ni idea de que responder. Ya no tiene curiosidad. Tiene miedo. ?Por que no grita? ?Que podria gritar?».
– Veras -agrego-, es que he recibido esta carta.
Wencke Bencke se saco una hoja de papel doblada del bolsillo trasero del pantalon. La desdoblo y se la extendio sobre la rodilla.
– Me informan de que se han entregado extractos de mi cuenta en secreto -explico-. Es del juzgado. Exactamente como prescribe la ley, con informacion sobre como he de proceder para presentar una queja porque tu marido metio la nariz en mis asuntos. -Levanto la carta un momento. Luego nego con la cabeza y se la volvio a meter en el bolsillo-. Pero no me voy a tomar la molestia. En realidad, mejor que ya desde el principio me hayan guardado las espaldas para posteriores acusaciones. El trabajo esta hecho, se puede decir.
La risa era oscura e intento conseguir que el pelo permaneciera detras de su oreja.
– El viaje a Estocolmo tiene que haberos dado quebraderos de cabeza -dijo antes de volver a sacar la carta.
Se la puso sobre la palma derecha de la mano y apreto. Luego se levanto y bloqueo la salida del cochecito.
– Una cria preciosa -dijo, inclinandose sobre Ragnhild-. Va a tener un hoyuelo en la barbilla.
– Apartate. ?Que te apartes!
Wencke Bencke dio un paso hacia atras.
– Pero si no le voy a hacer ningun dano -dijo sonriendo-. ?No voy a hacerle dano a nadie!
– Me tengo que ir -dijo Inger Johanne Vik, que se peleo con los frenos del cochecito-. No quiero hablar contigo.
– Por supuesto. No quiero imponerme. No era mi intencion alterarte. Solo queria hablar. Sobre nuestros intereses comunes y…
Los frenos se habian atascado. Inger Johanne arrastraba el cochecito por el sendero. Las ruedas de goma chillaban contra el asfalto. Ragnhild se desperto y rompio a llorar con desesperacion. Wencke Bencke sonrio y se quito las gafas de sol. Tenia los ojos ligeramente maquillados. Ahora parecian mas grandes, y eran mas oscuros.
«Nunca desaparecera -penso Inger Johanne-. Nunca va a desaparecer. No hasta que se muera. No antes de que yo consiga…»
– Por cierto, he terminado el libro -dijo Wencke Bencke, que seguia lentamente al cochecito-. Ha quedado bien. Te puedo mandar un ejemplar cuando salga de la imprenta.
Inger Johanne se paro de pronto y abrio la boca para pegar un chillido.
– Por Dios -dijo Wencke Bencke alzando las manos en un gesto para detenerla-. No hace falta que me des la direccion. Se donde vives.
Despues se despidio con la cabeza, le dio la espalda y siguio por el sendero; hacia el sur.
Nota de la autora
Este libro se abrio con una cita de Walter Benjamin. La cita se ha extraido del libro Kjedsomhetens filosofi (La filosofia del aburrimiento), de Lars Fr H Svendsen (Universitetsforlaget, 1999), un ensayo que ha resultado util e inspirador para mi trabajo
En la pagina 131 se cita una fuente que no se explicita «Y mueres tan lentamente que crees vivir» Debo informar de que se trata del poema que da titulo a la coleccion de poemas de Bertrand Besigye (Gyldendal, 1993)
Gracias a Alexander Efguren por su incombustible entusiasmo.
Gracias a Randi Krogsveen por su inapreciable ayuda
Este libro es para ti, Tme, como lo son todos mis libros
Oslo, 18 de junio de 2004
Anne Holt
Anne Holt
Anne Holt nacio en 1958 en Larvik (Noruega). Crecio en Lillestrom y Tromso, y se traslado a Oslo en 1978 donde vive actualmente con su pareja Anne Christine Kj?r y su hija Iohanne. Holt se graduo en leyes en la Universidad de Bergen en 1986, y trabajo para The Norwegian Broadcasting Corporation (NRK) en el periodo 1984-1988. Despues en el Departamento de Policia de Oslo durante dos anos. En 1990 ejercio como periodista y editora jefe de informativos de un canal televisivo noruego. Anne Holt abrio su propio bufete en 1994, y fue ministra de Justicia de Noruega durante un corto periodo (Noviembre/1996-Febrero/1997). Dimitio por problemas de salud.
Hizo su debut como novelista en 1993 con la novela de intriga Blind gudinne, cuya protagonista era la detective de policia lesbiana Hanne Wilhelmsen, sobre la que ya se han publicado siete titulos. Dos de sus novelas, Lovens gap (1997) y Uten ekko (2000) fueron escritas en colaboracion con Berit Reiss-Andersen. Con Castigo, protagonizada por la profiler Inger Johanne Vik y el comisario Yngvar Stubo inicia una nueva serie.
Sus novelas, inteligentes y emocionantes la han convertido en uno de los referentes de la novela escandinava actual. Anne Holt es, junto a Henning Mankell, la autora escandinava mas popular del momento.