El fiscal adjunto de la Policia Hakon Sand y la subinspectora Hanne Wilhelmsen estaban apoyados contra la pared del fondo de la sala. Ya no tenian nada que decir en aquel asunto. A lo largo del dia, el caso habia ido ascendiendo por las plantas del edificio a una velocidad de vertigo. Las unicas noticias que habian recibido eran el breve recado de que el caso se consideraba resuelto y la investigacion finalizada. A ellos les venia de perlas.
– Va a tener su gracia ver como salen de esta -dijo Hanne en voz baja.
– No van a salir de esta. -Hakon nego con la cabeza-. De esto no va a salir nadie indemne. A excepcion de nosotros dos, claro, que para eso somos los heroes. Nosotros los de los sombreros blancos de Stetson.
–
Los dos sonrieron de oreja a oreja. Hakon paso el brazo por encima del hombro de su companera, cosa que ella acepto. Un par de agentes de uniforme les echaron alguna mirada furtiva, pero los rumores llevaban ya un tiempo corriendo y habian perdido parte de su gracia.
Alli al fondo, eran casi invisibles para las hordas que se concentraban en la parte delantera de la sala. Los tecnicos de tres canales de television distintos habian instalado rapidamente cinco focos de luz, de modo que la parte trasera de la estancia estaba sumida en la oscuridad en comparacion con la agresiva luz que iluminaba la mesa donde estaban sentadas todas las personas importantes. El canal publico de television, NRK, iba a retransmitirlo en directo. Eran las siete menos cinco. La nota de prensa que se habia hecho publica tres horas antes lo habia dicho todo y nada. No se daban detalles, solo se decia que el secretario de Estado habia sido detenido por un delito grave y que el Gobierno estaba celebrando una reunion extraordinaria.
La comisaria principal fue la que abrio la sesion. Si no hubiera sido por el zumbido de los motores de las camaras fotograficas se hubiera podido escuchar el famoso alfiler hasta donde se encontraban Hanne Wilhelmsen y Hakon Sand.
La comisaria principal parecia nerviosa, pero consiguio sobreponerse. Llevaba preparado una especie de resumen por escrito, unos folios que hojeaba de vez en cuando sin una logica evidente, adelante y atras, adelante y atras.
La Policia tenia razones para creer que el secretario de Estado del Ministerio de Justicia estaba implicado, y probablemente era el jefe, de un grupo de personas que se dedicaba a la importacion ilegal de estupefacientes.
– Vaya manera de decir que el tipo es un jefe de la mafia -susurro Hakon al oido de Hanne-. ?Nos van a dar la version bonita y juridica!
El enardecido murmullo de conmocion se acallo en cuanto la comisaria principal volvio a tomar la palabra.
– Con los datos de que disponemos a esta hora… -dijo, y luego tosio discretamente detras del puno cerrado-, podemos decir que la organizacion estaba constituida por dos grupos. El difundo abogado Hans A. Olsen era el responsable de una de las ramas; el difunto abogado Jorgen Ulf Lavik de la otra. Tenemos motivos para creer que el secretario de Estado era el superior de ambos. Ha sido detenido y acusado de importacion y distribucion de cantidades desconocidas de sustancias narcoticas.
Volvio a carraspear, como si dudara en seguir hablando.
– ?Cuanto? -pregunto un periodista, pero no obtuvo respuesta.
– Ademas esta acusado del asesinato del abogado Hans A. Olsen.
En ese momento podrian haber caido tres toneladas de alfileres sin que nadie hubiera movido ni un parpado. La acribillaron a preguntas.
– ?Ha confesado?
– ?En que basais vuestras sospechas?
– ?De cuanto dinero estamos hablando?
– ?Habeis requisado algo?
Tardaron casi diez minutos en tranquilizar a los asistentes. El jefe de la Brigada Criminal estampaba la mano una y otra vez contra la mesa. La comisaria principal se habia reclinado en la silla y, con la boca fruncida, se negaba a responder a ninguna pregunta antes de que hubiera orden en la sala. Parecia mayor que nunca.
– No acabo de entender por que parece tan tensa -le dijo Hanne en voz baja a Hakon-. Tendria que estar encantada, cono. ?Hace mucho que esta casa no puede atribuirse un triunfo como este!
Finalmente, el jefe de la Brigada Criminal consiguio que se le oyera.
– Despues de que las diferentes partes se hayan explicado, habra tiempo para preguntas. Pero no antes. Os pido que mostreis comprension.
Seria dificil decir si los murmullos dispersos de los periodistas fueron un asentimiento, pero al menos la comisaria principal pudo continuar.
– Da la impresion de que llevan varios anos en activo. Creemos que desde 1986. Es demasiado pronto como para decir algo sobre la cantidad total. -Volvio a toser.
– Esa tos le entra cada vez que miente o que se asusta -susurro Hakon-. A partir de la informacion del maletin he calculado que serian unos catorce kilos. ?Solo en la cuenta de Lavik!
– Yo he calculado quince -dijo Hanne, que se rio.
La comisaria principal volvio a coger carrerilla.
– En lo que respecta a las circunstancias especiales en torno al uso de… -la tos estaba empezando a resultar parodica-… al uso de… las ganancias producidas por la distribucion ilegal, le dejo la palabra al propio ministro de Justicia.
La mujer suspiro aliviada cuando todas las miradas se dirigieron al joven ministro. Daba la impresion de que le acababan de comunicar la muerte de su madre, una enfermedad de su padre y su propia ruina en un mismo dia.
– Por ahora da la impresion, y lo repito, por ahora, de que parte de estos…, de que parte de estos… medios pueden haber sido destinados a… un uso no reglamentario de los servicios secretos del Ejercito.
De pronto todos entendieron por que estaba tambien presente el ministro de Defensa. Algunos habian arqueado las cejas al ver que se encontraba alli, en el extremo izquierdo de la linea de personas importantes, por fuera de la mesa, casi de mas. Nadie habia tenido tiempo de detenerse a pensarlo.
Paso a ser inutil intentar retrasar las preguntas. El jefe de la Brigada Criminal volvio a intentar golpear la mesa, pero cada vez resultaba mas patetico. La comisaria principal los metio en vereda. Con una voz que no se hubiera creido que podia producir su fragil cuerpo, tomo el control.
– Las preguntas de una en una -exigio-. Estaremos a vuestra disposicion durante una hora. En vuestras manos queda aprovecharlo al maximo.
Un cuarto de hora mas tarde, la mayoria se habia hecho una idea aproximada de la situacion. La banda, o la mafia, como ya la llamaban todos, incluidos los VIP del panel, habia funcionado segun una estricta
Fredrick Myhreng consiguio que los demas se callaran durante un momento.
– ?Estamos hablando de vigilancia politica ilegal? -berreo desde la tercera fila. Los miembros del panel se miraron entre ellos y ninguno tomo la palabra, tampoco tuvieron tiempo de hacerlo, porque el exaltado periodista continuo-: Segun tengo entendido se trata de cerca de treinta kilos de sustancias duras. ?Eso constituye una fortuna! ?Se ha empleado todo en los servicios secretos?
El chico no era idiota. Pero la comisaria principal tampoco. Durante un instante miro fijamente al joven periodista.
– Tenemos razones para creer que una cantidad considerable de medios han sido empleados por fuerzas que han llevado a cabo ciertas actividades de vigilancia, si -dijo despacio.
Los reporteros criminalistas mas espabilados habian sacado inmediatamente sus elegantes telefonos moviles y, con la voz sumida en las profundidades del bolsillo interior de su chaqueta, contactaron con sus redacciones para involucrar a los comentaristas politicos. No es que el caso no hubiera tenido interes para ellos hasta ese momento. El que una figura politica de ese calibre resultara ser un criminal podia tener fuertes implicaciones politicas, pero habrian pensado que no pintaban gran cosa en una rueda de prensa en la Comisaria General. Hasta