ese momento. Pasaron apenas unos pocos minutos entre el momento en que se supo el uso que se habia hecho del dinero y el momento en que el primero de ellos entro por la puerta y consiguio que un companero le susurrara un resumen. Poco a poco fueron llegando otros catorce o quince comentaristas politicos. Los reporteros criminalistas estaban cada vez mas callados; incluso algunos de ellos salieron corriendo despues de haber entregado el testigo.
Un tipo moderno del telediario del canal publico, con la cara de cuarenton pero con una ropa y un peinado que le hubieran quedado mejor si tuviera veinte anos, le saco al ministro de Defensa un enorme microfono forrado de piel.
– ?Quien sabia algo sobre esto en los servicios secretos? ?Hasta que altura estaban informados?
El ministro se retorcio en la silla y dirigio una mirada suplicante a su colega del ministerio de Justicia. No recibio ninguna ayuda.
– Bueno, puede dar la impresion de que… Tal y como lo vemos por ahora, parece que… Nadie sabia de donde salia el dinero. Muy poca gente sabia nada de ese dinero. Todo esto esta siendo investigado ahora.
El reportero del telediario no se rendia.
– ?Quiere decir que los servicios secretos han empleado muchos millones de coronas en algo sin que nadie supiera nada, senor ministro?
Eso queria decir. Desplego los brazos y alzo el tono de voz.
– Es importante recalcar que todo esto no ha sido oficial. No hay razones para creer que hubiera mucha gente implicada. Por eso es un error hablar de los servicios secretos en este contexto. Se trata de individuos concretos; individuos que pagaran por lo que han hecho.
El hombre del telediario parecia casi atonito.
– ?Quiere decir que esto no va a tener ninguna consecuencia para los servicios secretos en si?
Al no recibir respuesta enseguida, coloco el microfono tan cerca de la cara del ministro de Defensa que el hombre tuvo que echarse para atras a fin de evitar que se lo metieran en la boca.
– ?No cree que deberia dimitir el ministro de Justicia ahora que su colaborador mas cercano ha sido acusado de algo tan grave?
El ministro estaba muy calmado. Desplazo el microfono unos veinte centimetros, se paso la mano por el pelo y clavo la mirada en el reportero de la television.
– El ministro debe… -dijo en voz alta, pero despacio; el efecto fue inmediato, incluso las camaras guardaron silencio-. Presento mi dimision irrevocable -anuncio.
Sin que nadie mas hubiera dado muestras de que la rueda de prensa habia acabado, recogio sus papeles. Se levanto, miro a la sala con los ojos entornados, enderezo la espalda y abandono la sala.
Los dos policias que estaban al fondo de la sala sintieron simpatia por el joven ministro.
– Tampoco es que el haya hecho nada malo -murmuro Hakon-. Solo ha escogido a un colaborador algo truhan.
–
Le dio un beso en la mejilla y se despidio de el. La subinspectora Hanne Wilhelmsen se iba de compras nocturnas. Iba siendo hora de llevar a casa los regalos de Navidad.
Lunes, 14 de diciembre
Apenas quedaban diez dias para Navidad. Los dioses del clima estaban emocionados e intentaron, por septima vez en aquel otono, adornar la ciudad para las fiestas. Esta vez parecia que lo iban a lograr. Ya habia veinte centimetros de nieve en las grandes explanadas de cesped ante el gran edificio arqueado de la Comisaria General de la calle Gronland. Los adoquines de la cuesta que conducia a la entrada estaban muy resbaladizos; a solo diez metros de la puerta, la pierna mala del fiscal adjunto Hakon Sand fallo. El taxista se habia negado a probar suerte con el repecho, y Hakon estaba sudando la gota gorda para conseguir subirla a pie. Esa cuesta tenia que haber sido construida adrede.
Consiguio levantarse y entro en el edificio. Como de costumbre, el vestibulo estaba lleno; y, como de costumbre, la gente de piel oscura se encontraba en el lado de la izquierda, desamparada, sudorosa y vestida con sus anticuadas chaquetas de colores estridentes. Hakon se paro un momento y recorrio las plantas con la mirada. La casa seguia en pie. Los servicios secretos estaban en peor situacion.
El jaleo no se habia aplacado, ni mucho menos. Los periodicos sacaban varias ediciones al dia, y la redaccion de informativos de la NRK llevaba tres dias seguidos con emisiones especiales. La dimision inmediata del ministro de Justicia habia sido un intento de salvar al resto del Gobierno, pero aun no habia ninguna certeza de que lo hubiera conseguido. La situacion seguia siendo poco clara. Los servicios secretos tenian una furiosa comision de investigacion sobre ellos y ya se hablaba en voz alta sobre una reorganizacion radical. Un libro que habia sido publicado apenas un par de meses antes y que trataba sobre las relaciones entre el partido y los servicios secretos se puso nuevamente de moda. Una nueva edicion estaba ya en imprenta. Un politico de derechas que llevaba mucho tiempo afirmando que lo vigilaban ilegalmente sin recibir demasiada atencion en ningun lado, empezo a ser tomado mas en serio.
A Hakon le importaba un bledo todo lo que sabia del caso y tampoco parecia afectarle demasiado la total falta de palabras de reconocimiento por parte de sus superiores. Solo sus companeros del mismo nivel le reconocian la hazana. El trabajo estaba hecho; el caso, resuelto. Aquel fin de semana habia tenido libre tanto el sabado como el domingo. Hacia una eternidad que no disfrutaba de un fin de semana asi.
Tardo un rato en abrir la puerta de las pegatinas medio arrancadas de Disney, pero por fin consiguio entrar. Se paro en seco al ver la estatuilla sobre la mesa.
Era la diosa Justicia. Durante un segundo creyo que era el ejemplar de la comisaria principal y no entendio nada, pero luego se dio cuenta de que esta version era mas grande y mas brillante. Probablemente era bastante nueva. Ademas estaba mas estilizada, la mujer era mas espigada y el escultor se habia tomado libertades con la anatomia. El cuerpo era demasiado largo en comparacion con la cabeza; la espada estaba alzada en diagonal desde la cintura y no descansaba a lo largo de la falda. Parecia lista para cortar.
Se acerco a la mesa y levanto la estatuilla. Era pesada. El bronce era rojo y brillante y aun no habia tenido tiempo de oxidarse. Una tarjeta cayo al suelo. Dejo la figura sobre la mesa con cuidado, se agacho con la pierna herida estirada hacia un lado, y recogio el sobre.
Lo abrio.
Era de Karen.
Queridisimo Hakon. Te doy las gracias por todo con mil tiernos besos. Eres mi heroe. Creo que te amo. No te rindas conmigo. No me llames, yo te llamare pronto. Tuya (lo creas o no), Karen. P.S. ???Enhorabuena!!!
Leyo la nota una y otra vez. Le temblaban las manos mientras jugueteaba con la relumbrante figura de cobre. Era fria y pulida, y agradable de tocar. Por un momento se llevo un susto y abrio y cerro los ojos un par de veces. Le habia parecido verlo tan claro…
La diosa de la Justicia habia asomado, por un instante, los ojos detras de la venda que la cegaba. Lo habia mirado fijamente con un ojo. Hubiera jurado que le guinaba el otro. Y que sonreia. Una sonrisa torcida y enigmatica.
Anne Holt
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