En el suelo, el muchacho no lograba recordar la gorra.

– ?Sal-sal-salve la gorra! -sonrio el otro-. ?La-la-la a-a-a- atrape!

– Sal de ahi -dijo el policia, ya cansado-. ?Ve para alla!

Senalo hacia una ambulancia, que permanecia estacionada en diagonal sobre el muelle e iluminaba con su parpadeante luz azul al grupo de personas uniformadas.

– ?Qui-qui-quien es ese de ahi? -pregunto impasible el hombre mirando con interes al cadaver de la camilla-. ?N-n-n-no l-lo v-v-v-vi en el ag-agua!

– Ahora acabas… ?Arne! ?Arne, llevate al tipo este a la ambulancia, esta que no entiende nada!

Con bastante rudeza, llevaron al hombre aterido hacia la ambulancia.

– Por lo menos podria haberte dado las gracias -dijo el policia mientras hacia senas llamando a uno de los que habian llegado con el vehiculo-. Fue una accion valiente arrojarte de ese modo al agua. No muchos se hubieran atrevido. ?A ver! -Se incorporo y apoyo la mano en el hombro de un hombre con uniforme color amarillo refractante-. Hazte cargo de nuestro heroe -le dijo con una sonrisa-. Consigue que entre de nuevo en calor.

– Busco otra camilla. Un instante…

El muchacho sacudio la cabeza e intento ponerse de pie. Estaba desnudo dentro de una manta enorme y alguien le habia colocado un par de zapatillas demasiado grandes sin que el se hubiese percatado. El conductor de la ambulancia lo sostuvo del brazo cuando se tambaleo.

– Esta bien -dijo el muchacho ajustandose mejor la manta-. Pero tengo tanto frio como en el Infierno.

– Me parece que buscamos una camilla -vacilo el conductor-. Solo…

– No.

El muchacho renqueo hacia la ambulancia. Cuando ya casi se alejaba del borde del muelle, se detuvo por un momento. El viento salado del fiordo le hizo darse cuenta subitamente de lo cerca que habia estado de morir. Estaba a punto de echarse a llorar. Un poco avergonzado, se tapo los ojos con la manta. Tenia que dar un paso corto a un lado, pero piso la manta y tropezo. Para no perder el equilibrio, se agarro a lo primero que encontro. Era la lona que cubria el cuerpo sobre la camilla.

Ahora si que salio todo mal.

No podian haber pasado mas de cinco minutos desde que habia estado caminando por Aker Brygge; solo, insatisfecho y sin dinero como para coger un taxi y regresar a casa. En el curso de esos miserables trescientos segundos habia nadado en el agua helada, habia estado a punto de morir, habia salvado a un hombre de perecer ahogado, habia recibido elogios de la Policia y sentia que estaba a punto de perecer congelado. En el mismo intervalo llegaron al lugar tres coches de la Policia con seis agentes uniformados, ademas de dos ambulancias completamente equipadas. Todo lo cual era bastante increible, considerando el corto tiempo que habia pasado. A eso se sumaba que apenas llegado al muelle, el guarda de Securitas congrego a cinco de sus colegas desde los edificios de oficinas cercanos; la Policia tenia que encargarse del cuerpo que habia rescatado.

En medio de ese caos de hombres uniformados y una sola mujer, circulaban cerca de treinta personas mas o menos borrachas que no prestaban mucha atencion a la barrera policial. La dramatica escena era como papel para moscas para los que todavia se hallaban en las cercanias antes de las primeras luces de una manana de domingo. Y como ademas no habian pasado aun cinco minutos desde que Aker Brygge hubiese estado relativamente vacio, la Policia no entendia bien todavia la relacion que existia entre el guarda, el joven nadador, el borracho y el muerto que dos de ellos habian sacado del agua utilizando toda su fuerza. Estaba claro que la Policia tenia sus procedimientos; pero era de noche, el lugar era un caos, y de todos modos lo mas importante habia sido sacar del agua con vida al borracho. Por eso, y quiza tambien porque uno de ellos estaba fuera de combate por el esfuerzo de sacar el cadaver a tierra, solo quedaron un par de policias cerca del muerto. Uno de ellos, un sargento joven, se doblaba vomitando a unos diez o quince metros de la cinta plastica que limitaba el area, sin que nadie reparase en el. El otro habia cubierto el cadaver y ahora, en voz baja, le aclaraba la situacion al encargado de la operacion; entonces, el joven de la incipiente barba perdio el equilibrio de puro agotamiento.

Cayo hacia atras. Comenzo a perder control de la manta. Por un segundo estuvo mas preocupado por no mostrarse desnudo que por recuperarse; y entonces se agarro de la lona, con ambas manos, mientras caia. La tela estaba enganchada al lado opuesto de la camilla, que empezo a girarse. Por un instante parecio que el peso del cadaver seria suficiente para evitar el desastre total, pero el muchacho no soltaba la lona. Cayo al suelo sin nada que lo cubriese, aparte de las enormes zapatillas y la parte posterior de la cabeza; choco contra el suelo helado con un ruido evidente. El dolor hizo que gritase antes de desvanecerse durante unos segundos.

Cuando volvio en si, lo primero que lo golpeo fue el hedor.

Algo encima de el lo asfixiaba, le quitaba el aliento con una pestilencia a carne podrida y cloaca. Alguien grito y el abrio los ojos. El cadaver habia caido sobre el en perfecta simetria con su cuerpo, como un beso de la muerte, y se encontro mirando directamente al interior de la capucha.

Ahi se encontraba lo que con toda logica debia de ser una cabeza.

Al fin y al cabo, era lo que se encontraba generalmente dentro de la capucha de una cazadora.

En el informe policial que se redactaria unas horas despues, se diria que la Policia estimaba que el cuerpo habia estado en el agua durante aproximadamente un mes. El mismo informe subrayaba que seguramente el cadaver se habia conservado solo gracias a las ropas. Clinicamente, el cuerpo se describia como «violentamente hinchado, parcialmente deshecho», de donde el autor del informe concluia de un modo sucinto que no podia asegurarse si el muerto era hombre o mujer. Por el momento, las ropas apuntaban a lo primero.

El muchacho que habia dado vueltas por Oslo toda la noche del sabado en busca de bebidas y mujeres y que se arrojo sin miedo al fiordo en medio del invierno para salvar otra vida se desmayo otra vez. En esta ocasion perdio el conocimiento durante un rato mas largo; no se desperto hasta que se hallo en una cama del hospital de Ulleval, con su madre sentada a su vera. Empezo a llorar apenas la vio. Sollozaba como una criatura y se aferraba al calor del abrazo calmante de su madre, mientras trataba de apartar lo ultimo que habia vivido antes de que la oscuridad lo bendijese para separarlo del monstruo marino.

En un agujero en la masa informe, aproximadamente en el lugar donde una vez habia estado un ojo, aparecio de pronto un pez y lo miro. Un pequeno pececito plateado, no mas grande que una anchoita, con ojos negros y aletas vibrantes; se miraron mutuamente, el muchacho y el pez, antes de que este se lanzase de la cabeza muerta para caer dentro de la boca del joven.

De camino a casa de un amigo

– ?A partir de ahora siempre comeremos pescado en Nochebuena!

Yngvar Stubo cogio con los dedos la cabeza de bacalao que reposaba en su plato, sorbio el ojo y mastico con aire contemplativo. Su suegra, sentada a la mesa ovalada justo enfrente de el, arrugo la boca a la vez que volvia la cara alzando las cejas. Su marido ya tenia un par de copas de mas y senalo con el cuchillo y el tenedor a su yerno.

– ?Ese es un hombre! ?Los hombres de verdad se comen todo el pescado!

– Pero, a decir verdad -comenzo su esposa-, el costillar de cerdo en Nochebuena es una tradicion familiar ininterrumpida desde…

– ?Perdon, mama!

Inger Johanne Vik suspiro y solto los cubiertos.

– Fue un error, ?vale? ?Un error torpe y bastante insignificante! ?No puedes olvidar este asunto del costillar de cerdo? Medio Oriente esta en llamas, la crisis financiera causa estragos, y ?tienes que montar un jodido escandalo porque Strom-Larsen se equivoco con mi encargo? A todos en esta mesa les gusta el bacalao, mama, de veras que no puede ser tan…

– No es propio de ti usar palabrotas, querida. Por otro lado, se bien y por experiencia propia que Strom- Larsen se olvida de todo. He comprado en las mejores carnicerias de la ciudad desde antes de que nacieras, y

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