brillante que hacia relucir su cabello como un penique nuevo.

Ella senalo el archivo.

– Buscando una aguja en un pajar, supongo. -Aparto la silla y apoyo los pies en el tirador del ultimo cajon-. Pase la manana de ayer enterandome de cosas sobre Roger Leveson-Gower y sus amigos, y sobre las costumbres que ni yo ni nadie nunca hemos querido saber, pero no me sirvio de nada. Cero a la izquierda. Un par de amigos del trabajo juran que estuvo bebiendo con ellos hasta la madrugada, cuando supuestamente se sumergio en la cama con Meg. Y los testigos lo corroboran. -Suspiro y se froto la cara con las manos mientras se estiraba la piel de los pomulos-. ?A ti como te fue?

– Dorset fue un fracaso. -Encajo la expresion de: «Ya te lo dije» con una sonrisa-. Y hable con el comandante -anadio, mas serio y con pocas ganas de referir el relato del comandante ni siquiera a Gemma-. No creo que pudiera matar a Jasmine. Desde luego, no tiene coartada, pero no hay pruebas fisicas que lo inculpen.

– ?No se fue pronto del ensayo, un hecho inusual?

Kincaid se encogio de hombros.

– Supongo que realmente no se encontraba bien. Una coincidencia.

Gemma levanto las cejas.

– ?No se lo preguntaste?

– No me vi con animos despues de lo que me habia contado. Y las coincidencias se dan, por muy inconvenientes que sean -anadio, un poco a la defensiva.

– No estamos llegando a nada, y el jefe no nos va a dejar mas tiempo, ya lo sabes. Los casos que tenemos pendientes se han resentido esta semana -enderezo la silla-. Lo extrano es que me doy cuenta de que me importa mas de lo normal. Es como si hubiera conocido a Jasmine, a traves de ti, de Meg, de los demas, y no soporto que su muerte quede en el archivo de irresolutos.

– ?Ha aparecido algo util? -Toco el archivo abierto con el dedo.

Gemma nego con la cabeza.

– Solo para hacer alguna eliminacion. No hay ninguna prueba de que Theo Dent dejara Abinger Hammer en coche, tren, caballo, autobus o bicicleta la noche que murio Jasmine. Ademas… -rebusco entre las hojas sueltas-, ha llegado una respuesta de la escuela de enfermeria de Dorchester donde Felicity Howarth hizo el curso de especialidad. Una persona idonea, una «estudiante excepcional», segun la nota del decano. Incluyen su expediente. -Gemma fruncio el ceno mientras leia-. Debe de haberse casado dos veces. Se matriculo en el curso inicial como Felicity Jane Heggerty, Atkins de soltera, con direccion en Blandford Forum. -Gemma levanto la vista hacia Kincaid, atonita-. ?No es donde…?

Kincaid no oyo nada mas. Las piezas encajaron en su mente con una claridad cegadora.

– Gemma, llama a Martha Trevellyan y enterate de si trabaja hoy Felicity.

Gemma levanto las cejas, pero busco el numero en el archivo y obedecio sin preguntar. Colgo el telefono y dijo:

– Felicity ha llamado para decir que esta enferma. Martha acaba de encontrar a alguien que la sustituya. Parecia muy alterada. Dice que no es propio de Felicity.

– Creo que voy a hacerle una visita, este o no enferma.

– ?Quieres que la llame antes?

El sacudio la cabeza.

– Mejor que no.

– Voy contigo.

Se levanto y se puso una chaqueta de punto que habia colgado del respaldo.

Kincaid la detuvo con una mano en el brazo mientras daba la vuelta al escritorio.

– Vete a casa, Gemma. Ya has hecho mas de la cuenta. Ve a pasar el sabado con Toby. -Sonrio-. Y seria prudente por tu parte que no te asocien con esto, porque es muy probable que yo haya perdido todo el juicio que me queda.

20

El sol de abril daba un aire de hacendosa festividad al dia, incluso a la calle de Felicity Howarth. La basura por recoger habia desaparecido, y algunos residentes lavaban el coche o trabajaban en sus minusculos jardines.

Kincaid llamo al timbre de Felicity y aguardo, con las manos en los bolsillos hasta que el eco se extinguio, y volvio a llamar. Iba a llamar por tercera vez cuando la puerta se abrio.

– Senor Kincaid.

– Hola, Felicity. ?Puede dedicarme unos minutos?

Efectivamente no tenia muy buen aspecto, envuelta en una vieja bata rosa que desentonaba con el palido cobrizo de su cabello. La cara sin maquillar aparecia arrugada a causa del agotamiento.

Dio un paso hacia un lado sin decir nada y el la siguio hasta el salon. Mientras se cenia la bata en torno al cuerpo, se hundio en una silla, sin una pizca de la tajante autoridad que se asociaba con ella.

– He llamado a su oficina. Martha me ha dicho que no se encontraba bien.

Al cabo de un momento, en el que penso que la mujer no reaccionaria, ella dijo:

– No, ?pobre Martha! No se espera que la defraude.

Kincaid miro el pulcro salon en busca de los detalles que no recordaba. No habia fotografias entre los adornos y chucherias.

– Felicity, ?cuantos anos tiene su hijo?

– ?Mi hijo? -pregunto, inexpresiva.

– Se por Martha Trevellyan que tiene un hijo en una clinica.

– Barry, Se llama Barry. -Una rafaga de rabia sacudio su letargo-. Tiene veintinueve anos.

– ?Por que no nos dijo que era de Dorset? Jasmine y usted tenian eso en comun.

– No se me ocurrio. Llevo anos en Londres, y Jasmine y yo nunca habiamos hablado de eso.

– Pero sabia que Jasmine habia vivido en Dorset, aunque nunca lo hablaran.

Felicity jugueteo con un pliegue de la bata entre los dedos.

– Puede que ella lo mencionara, pero no recuerdo que hablaramos expresamente de ello. Tengo muchos pacientes, senor Kincaid. No se me puede pedir que retenga los detalles de sus vidas.

Un pequeno progreso, se dijo el, satisfecho por haberla llevado de la apatia a una postura mas a la defensiva.

– Pero sin duda el paralelismo era bastante extraordinario para advertirlo. Al fin y al cabo, durante el tiempo que vivieron en Blandford Forum, Jasmine trabajo en el despacho de abogados de la plaza del mercado. ?Lo conoce? Al lado del banco. Sigue alli.

Dejo el sofa y arrastro la silla del escritorio de Felicity para sentarse delante de ella, con las rodillas casi tocandola.

– Digame exactamente que le ocurre a su hijo, Felicity. ?Por que esta en una clinica?

Kincaid contuvo el aliento. Sabia que no tenia ni una prueba, solo una loca conjetura que habia nacido repentinamente en su cerebro.

Felicity estudio el pliegue de la bata, ahora aferrado con las dos manos. Al cabo de un momento, levanto la vista y miro a Kincaid a los ojos.

– Es casi completamente ciego y sordo. Responde a muy pocos estimulos, pero a mi me reconoce.

– Martha Trevellyan hablo de una lesion infantil. ?Que le paso a Barry, Felicity?

Dejo las manos quietas en el regazo.

– Ahora lo llaman dano axonal difuso (DAD), pero cuando Barry era pequeno se sabia tan poco de las lesiones cerebrales profundas que a menudo hacian diagnosticos equivocados.

Kincaid suspiro y se apoyo en el respaldo.

– Creo -dijo despacio- que no necesitaba que le dijeran que Jasmine era de Dorset porque la recordaba muy bien. Lo que no entiendo es por que no menciona Jasmine en sus diarios que la conocia a usted.

Felicity se levanto y se acerco a la ventana. Desde la ultima visita de Kincaid habian brotado grupos de hojas verde claro por las ramas de las zarzas, y algunos narcisos tardios asomaban las cabezas entre la hierba.

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