tutor legal. Deberian volver al cabo de seis meses para mantener una entrevista con un juez, que concederia la filiacion adoptiva definitiva. Lisa se juro preguntar lo que significaban las palabras «tutor» y «filiacion adoptiva», pero lo haria «mas adelante, no ahora». En casa, Mary aun parecia sentirse contrariada. «Era porque no habia ganado nada por lo que ponia esa cara. Pero eso no era justo, porque ella no les habia acompanado y se habia quedado en casa.»

El martes lo dedicaron a matricular a Lisa en la escuela. Ella no podia imaginar que hubiese escuelas tan grandes. Susan le habia hablado de la universidad… La pequena se pregunto si Philip no se equivocaba en relacion a su edad. El gran patio estaba cubierto de un pavimento que se hundia un poco bajo los pies; en un angulo habia escaleras de todos los colores, columpios y dos toboganes, que miro con insistencia.

Una campana sono mientras se dirigian al fondo del patio. El sonido no tenia nada que ver con el que ordenaba a la gente refugiarse cuando se aproximaba un huracan, se trataba de un debil tanido que intentaba impresionar haciendo mas ruido del que en realidad podia hacer. Esfuerzo inutil: Lisa habia oido campanas mucho mas potentes. Cuando la campana del pueblo llamaba a misa o para que la gente se reuniese en la plaza, las vibraciones penetraban en su pecho y hacian tamborilear su corazon sin que ella supiese el porque. A su madre, que la sermoneaba para que aprendiese a superar el miedo, le decia que lo que la hacia llorar era el polvo en suspension que transportaba el aire. Cuando la campana enmudecio, una riada de ninos se precipito hacia fuera. Quizas ahora tambien hubiera algun peligro.

La planta baja del edificio estaba constituida por un patio interior donde los escolares se refugiaban los dias de lluvia. En su pais de origen, cuando llovia no siempre se podia ir a la escuela. Tomaron la escalera central. En la primera planta habia un largo pasillo que conducia a las aulas, pobladas de pupitres identicos. ?Lisa se pregunto como habian hecho para conseguir tantos! Tuvo que esperar detras de una puerta amarilla mientras Philip hablaba con la directora del centro en su despacho, la cual le seria presentada mas tarde. Era una mujer grande, cuyos cabellos blancos estaban recogidos en forma de mono; su amplia sonrisa no lograba ocultar su autoridad. La manana terminaba y abandonaron el lugar. Philip se detuvo delante de las rejas y se arrodillo a la altura de la nina.

– Lisa, tienes que contestar cuando la gente te hable. Practicamente no he oido tu voz desde hace dos dias.

La nina se encogio de hombros y hundio un poco mas la cabeza en su cuello.

En el interior del MacDonald's al que Philip la llevo a comer, la pequena se quedo fascinada con los anuncios publicitarios que estaban colgados encima de las cajas registradoras. Cuando se acerco al mostrador, el le pregunto que queria. Pero ella se dio la vuelta, sin mostrar interes alguno por la comida; solo el gran tobogan rojo que habia en el exterior del edificio parecia atraer su atencion. Philip insistio, pero Lisa guardo silencio, con la mirada perdida al otro lado de la ventana. El se agacho y con el dedo movio la barbilla de la nina.

– Me gustaria que jugases, pero llueve.

– ?Y que? -pregunto ella.

– Quedaras empapada.

– En mi pais llueve todo el tiempo y la lluvia es mucho mas fuerte. Y si no fuesemos a hacer lo que nos gusta porque nos mojamos, nos moririamos. No es asi como la lluvia te mata, no has entendido nada. ?Tu no la conoces! ?Yo si!

La cajera les pidio que se apartasen si no iban a pedir nada, puesto que los demas clientes se impacientaban. Lisa de nuevo habia vuelto la cabeza y contemplaba el tobogan de la misma manera que un prisionero observa la linea de un horizonte imaginario mas alla de los barrotes de su celda.

– Si me tirase por el tobogan quiza llegaria a mi pais. Es como en los suenos. Estoy segura de que si deseo algo con fuerza puede llegar a pasar.

Philip pidio disculpas a la camarera y cogio la mano de Lisa. Salieron del local. Ahora la lluvia era mas intensa y en el aparcamiento se formaban grandes charcos. El camino de forma intencionada sobre cada uno de ellos, dejando que los zapatos se hundiesen en el agua.

Al pie de la escalera, cogio a Lisa en sus brazos y la puso en el tercer escalon del tobogan.

– Supongo que seria ridiculo que te dijese que tengas cuidado. Alli nunca te caias.

– ?Si!

Ella subio por los barrotes de uno en uno, sin prestar atencion a las rafagas de viento. El la adivino feliz, ignorante del instante futuro, como un animal que ha sido devuelto a su medio natural.

Al pie del gran tobogan rojo, de colores difuminados por la oscuridad del cielo, un hombre empapado mantenia los brazos abiertos para acoger a una nina que se lanzaba con los ojos fuertemente cerrados porque creia que asi su sueno se haria realidad. Cada vez que se lanzaba, el la recogia, abrazandola, y la volvia a colocar en el tercer barrote de la escalera.

Ella hizo tres intentos. Luego se encogio de hombros y le dio la mano.

– ?No funciona! Nos podemos ir.

– ?Quieres comer algo?

Ella nego con la cabeza y lo llevo al coche. Al subir en el asiento trasero, le dijo al oido.

– ?De todas maneras me ha gustado! La tormenta aun no habia pasado.

Cuando llegaron a casa, Mary se hallaba sentada en el salon. Se levanto de un salto y se puso en medio de la escalera.

– No vais a ir a ninguna parte asi, empapados como estais. Hace solo una semana que se limpiaron las moquetas. Quitaos los zapatos y la ropa, ahora bajo con unas toallas.

Philip se quito la camisa y ayudo a Lisa a hacer lo mismo. Ella encontraba estupido que hubiese moquetas si no se podia caminar sobre ellas. En su pais todo era mas practico: el suelo era de madera y en el se podia hacer todo lo que una quisiera, porque se pasaba la bayeta y todo quedaba limpio de nuevo. Mary frotaba los cabellos de Philip, quien, a su vez, secaba los de Lisa. Les pregunto si habian pasado por un tunel de lavado y habian dejado las ventanillas abiertas. Luego les ordeno que subiesen a cambiarse. El mal tiempo les impidio salir y la nina paso la tarde descubriendo la casa.

Ella habia subido al despacho de Philip. Tras empujar la puerta y entrar, se habia deslizado detras de la gran mesa, desde donde espiaba a Philip, que se dedicaba a repasar el contorno de un dibujo. Luego se puso a examinar la habitacion y sus ojos se detuvieron en la fotografia de Susan, que contemplo largo rato. Jamas habia visto a su madre tan joven y jamas habia constatado el parecido que iba surgiendo entre ambas con el transcurso del tiempo.

– ?Crees que un dia sere mas vieja que ella?

Philip levanto la cabeza de su dibujo.

– Ella tenia veinte anos en esa foto. La tome en el parque la vispera de su marcha. Yo era su mejor amigo, sabes. Cuando yo tenia tu edad le regale la medalla que siempre llevaba colgada del cuello. La puedes ver si te acercas un poco mas. Entre nosotros no habia secretos.

Arrogante, Lisa clavo su mirada en el.

– ?Sabias que yo habia nacido?

Luego salio sin decir nada. Philip permanecio unos instantes con los ojos fijos en el vano de la puerta antes de dirigir la mirada hacia la pequena caja que contenia las cartas de Susan. Puso la mano sobre la tapa, dudo un momento y renuncio a abrirla.

Sonrio tristemente al retrato que estaba colocado en la estanteria y reanudo su trabajo.

Lisa bajo al cuarto de bano y abrio el armario que contenia los

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