Mary arrugo el papel en un esfuerzo por encerrar en aquella bola el sentimiento de rechazo que se instalaba en su corazon. Contemplo a su hijo que habia conservado la posicion de firme e intento sonreirle: «?Descansen!». Thomas dio media vuelta y rompio filas.
Estaba sentada a la mesa de la cocina. Sus ojos iban de la ventana a la carta que apretaba entre sus dedos. Philip bajo solo.
– He hecho que se banara y luego ha querido acostarse. Han viajado toda la noche y no tiene apetito. Creo que no servira de nada insistir. La he instalado en la habitacion de invitados.
Ella permanecio en silencio. El se levanto, abrio el frigorifico y se sirvio un zumo de naranja, buscando a traves de estos gestos anodinos recuperar cierta compostura. Mary no decia nada y seguia a su marido con la mirada.
– No tenemos eleccion, no puedo entregarla a los servicios sociales. Creo que ya ha tenido su cupo de injusticia y de abandono.
– ?Ha sido abandonada? -pregunto ella en tono sarcastico.
– Su madre murio y no tiene padre, ?hay alguna diferencia?
– ?Y supongo que te propones encargarte de hacer que exista una diferencia!
– ?Contigo, Mary!
– ?Por que no? Paso las horas, los dias, los fines de semana y las noches esperandote. He puesto un punto final a mi carrera de periodista para ocuparme de tu casa y tu hijo. En tu vida me he convertido en la perfecta mujer a la sombra. ?Por que no iba a continuar dedicandome a ello?
– ?Crees que tu vida solo esta hecha de sacrificios?
– Ese no es el tema. Hasta el momento era yo quien habia elegido esta vida. Pero lo que ahora haces es quitarme ese ultimo privilegio.
– Unicamente me gustaria que compartiesemos esta aventura.
– ?Esa es tu definicion de aventura? Desde hace dos anos te suplico que vivas conmigo otra aventura: la de tener otro hijo. Y desde hace dos anos me respondes que no es el momento adecuado, que no disponemos de medios. Dos largos anos durante los cuales has ignorado totalmente mis sentimientos. Esta relacion, que se supone que era la nuestra, con el tiempo se ha convertido exclusivamente en la tuya. Soy yo quien tiene que compartir tus horarios, tus necesidades, tus preocupaciones, tus obligaciones, tus humores. Y ahora tambien la hija de otra. ?Y vaya otra!
Philip no respondio. Se retorcia las manos al tiempo que movia la cabeza sin apartar la mirada de su mujer. Los rasgos de Mary estaban crispados y las pequenas arrugas que se le habian formado en los ojos -para gran desesperacion de ella a juzgar por las largas horas que se pasaba ante el espejo intentando disimularlas- anunciaban la inminente aparicion de lagrimas de ira. Incluso antes de que apareciesen, paso el reverso de su mano por los parpados, como si quisiera evitar asi que se le hinchasen los ojos y le saliesen ojeras, inutiles y perjudiciales.
– ?Como sucedio?
– Murio en la montana, durante un huracan…
– Me da lo mismo. No es eso lo que te pregunto, sino ?como pudiste hacer esa promesa absurda? ?A que se debe que nunca me hablaras de ello? No sera que no te he oido hablar veces de Susan por aqui, Susan por alla. Habia dias en que tenia la impresion de que al abrir el armario del cuarto de bano me iba a encontrar con ella.
Philip intento mantener un tono tranquilo y reposado. La promesa se remontaba a una conversacion de hacia diez anos. Era una frase «dicha al azar», para tener razon en un debate esteril. Jamas habia hablado de ello, porque lo habia olvidado y nunca hubiese podido imaginar que una situacion semejante se hiciese realidad. De igual modo que tampoco habia imaginado que Susan acabaria teniendo un hijo. Ademas, en los ultimos anos sus cartas se habian espaciado, y Susan jamas habia hecho la menor alusion a su hija. Pero lo que el menos habia imaginado es que ella muriese.
– ?Y que se supone que tengo que decir ahora? -pregunto Mary.
– ?A quien?
– A los demas, en la ciudad, a mis amigas.
– ?Crees que ese es el fondo de la cuestion?
– Para mi es uno de los problemas que se me plantean. Puedes pasar por completo de nuestra vida social, pero yo he tardado cinco anos en construirla, y no ha sido gracias a ti precisamente.
– Les diras que si uno no tiene el corazon lo bastante grande para enfrentarse con este tipo de situaciones, es inutil ir a misa todos los domingos.
– ?Pero no eres tu quien se va a ocupar de la nina! ?Tu seguiras trabajando por las noches ahi arriba! ?Es mi vida la que cambiara por completo!
– No mas que si tuvieramos otro hijo.
– No otro hijo. ?Maldita sea! ?Nuestro hijo! -Se levanto de un salto-. ?Yo tambien me voy a la cama! -grito mientras subia por la escalera.
– ?Pero si son las nueve de la manana!
– ?Y que? Hoy es un dia bastante anormal, ?o no?
Al llegar al piso de arriba, camino con paso firme, se detuvo en la mitad del pasillo, dio media vuelta, dubitativa, y se dirigio hacia la habitacion donde Lisa dormia. Entreabrio la puerta sin hacer ruido.
La nina, que estaba tendida en la cama, se dio la vuelta y la miro sin decir palabra. Mary esbozo una sonrisa forzada y cerro la puerta. Luego entro en su habitacion y se echo sobre la cama, la vista clavada en el techo mientras apretaba los punos con el fin de dominar su ira. Philip entro, se sento a su lado y le cogio la mano.
– Lo siento mucho. No te puedes imaginar cuanto lo siento.
– No, no lo sientes. Jamas pudiste tener a la madre, y ahora tienes a la hija. Yo soy la que lo siente. Jamas quise ni a la una ni a la otra.
– No tienes derecho a decir esas cosas en un dia como hoy.
– En un dia como hoy no se como no decir segun que cosas, Philip. Hace dos anos que pones mala cara, que eludes el tema, que te estas distanciando de mi con mil y una excusas, siempre buenas porque son tuyas. Tu Susan te envia a su hija y todos los problemas se van a solucionar como por arte de magia. Sin embargo, olvidas un detalle: es una historia que procede de tu vida, no de la mia.
– Susan ha muerto, Mary, y yo no tengo nada que ver en eso. Tu puedes pasar totalmente de mi dolor, pero no de una nina. ?Maldita sea! ?No de una nina!
Mary se incorporo. Su voz, dominada por la rabia, temblaba cuando grito: «?A la mierda con tu Susan!».
Philip miro fijamente el alfeizar de la ventana para evitar cruzarse con su mirada: «?Pero mirame, maldita sea! Al menos ten el valor de mirarme a la cara!».
En la habitacion, a la que llegaban sonidos confusos, Lisa se movio bajo el edredon y hundio la cabeza en la almohada. Apretaba su rostro con tanta fuerza que sus cabellos se confundian con la funda.
Los gritos eran menos perceptibles que los ruidos de algunas tormentas, pero el miedo que le inspiraban era el mismo. Le hubiese gustado dejar de respirar, pero sabia que eso era imposible. Todos los intentos de las dos semanas anteriores habian fracasado. Con un nudo en el estomago, se mordia la lengua cada vez con mas fuerza, como su madre le habia ensenado hacer: «Si sientes el gusto de la sangre en la boca, es que aun estas viva. Y cuando estes en peligro, solo debes pensar en una cosa: en no abandonar, en no renunciar, en seguir con vida». El liquido tibio se deslizo por su garganta. Ella se concentro en esta sensacion e intento no pensar en nada mas. Desde el fondo del pasillo continuaban llegando las exhortaciones de Philip, a veces entrecortadas por momentos de silencio. A cada erupcion de colera, ella hundia su rostro un poco mas en la almohada, como si los rios de palabras la fuesen a arrastrar. A cada efervescencia, cerraba un poco mas los ojos, hasta el punto de que a veces veia estrellas en sus parpados.