de sus singulares movimientos de ceja, llamo a su hijo para que fuese de inmediato a desayunar y se dirigio a la cocina. El hizo entrar en el salon a la dama vestida de azul, que cerro tras de si las puertas de corredera, desabotono su traje chaqueta y se sento en el sofa.
Philip y la mujer todavia no habian terminado. Mary retiraba la mesa del desayuno mientras vigilaba con un ojo el reloj que desgranaba largos minutos; coloco el bol en el fregadero y se dirigio hacia la sala de estar, dispuesta a interrumpir la entrevista que ya se alargaba demasiado. Cuando paso por delante de la escalera, las puertas del salon se abrieron. Philip fue el primero en salir. Mary quiso adelantarse, pero el gesto que el hizo con la mano hizo que se detuviese. La mujer le saludo con una inclinacion de cabeza y se fue a esperar al porche. El subio los escalones para volverlos a bajar unos momentos despues, vestido con un pantalon y un jersey grueso. Paso por delante de su asombrada mujer sin ni siquiera dirigirle una mirada. Apenas hubo salido, se volvio y le dijo que le esperase dentro. Jamas lo habia visto comportarse de forma tan autoritaria.
Desde la ventana que estaba junto a la puerta de entrada, Mary vio como el seguia a la mujer que iba a desestabilizar mucho mas que un dia de domingo.
La mujer que habia estado esperando a la derecha del conductor salio del coche. Philip se detuvo y la miro fijamente durante un rato. Ella rehuyo su mirada, abrio la puerta trasera y se sento. El dio la vuelta al vehiculo y se acomodo a su lado.
Comenzo a caer una lluvia fina. Mary no podia distinguir lo que sucedia en el interior del coche, ni desembarazarse de la ansiedad que la consumia.
– Pero ?que estan haciendo, por Dios?
– ?Quien? -pregunto Thomas sin apartar los ojos de la pantalla del televisor.
– Tu padre -murmuro ella.
El nino, absorto en su juego, apenas prestaba atencion a su madre. A juzgar por los movimientos de sus brazos, Philip estaba muy agitado. La misteriosa conversacion no acababa, y Mary ya pensaba en vestirse y salir, cuando lo vio reaparecer. Semioculto por el coche, le hizo una senal con la mano que parecia decir adios. Incredula, Mary pataleo de impaciencia al ver que su marido volvia a subir al Chrysler.
– ?Tom, traeme los prismaticos, enseguida!
Al observar la vehemencia de su madre, Thomas comprendio que no era el momento de discutir. Apoyo el boton pause del juego y subio corriendo la escalera. Removio y busco en una caja de juguetes para coger el objeto, asi como tambien otros accesorios indispensables en los que su madre ni siquiera habia pensado. Unos minutos mas tarde, pertrechado con el casco, la ropa de combate y el camuflaje verde, y llevando ademas las cartucheras en bandolera, su cinturon de supervivencia con un cuchillo de goma, el revolver, la cantimplora y el walkie-talkie, se presento ante Mary, haciendo un saludo militar con el brazo izquierdo.
– Estoy listo -dijo al tiempo que se ponia firme.
Ella no presto atencion alguna al uniforme de su hijo y le arranco de las manos los prismaticos.
La limitada potencia del artilugio y los multiples aranazos de los cristales no mejoraron mucho su vision; apenas distinguia a su marido, tapado por la otra pasajera. El estaba inclinado hacia delante, como si fuese a poner la cabeza sobre sus rodillas. Su ansiedad pudo mas que su paciencia y salio al descansillo, con los brazos en jarras. El motor acababa de ponerse en marcha y Mary sintio como los latidos de su corazon se aceleraban. La puerta del coche se abrio y Philip reaparecio bajo la lluvia. Ella solo distinguia su cabeza, su cuerpo todavia estaba oculto por el vehiculo. De nuevo el hizo un gesto timido con la mano derecha, retrocediendo un paso, y el coche se alejo lentamente. Mary observaba a Philip, que permanecia inmovil en medio de la calle desierta, abandonado al unico ruido de las gotas al chocar contra el asfalto.
Ella no comprendia lo que estaba viendo.
El brazo tendido de Philip se prolongaba en una mano ligera que se aferraba a la suya. La bolsa de viaje que ella sostenia firmemente con la otra no debia de pesar mucho.
Es asi como Mary la vio por primera vez, agarrada a su globo rojo bajo esa luz palida en la que el tiempo se paraliza. Sus cabellos negros desordenados caian sobre sus hombros, la lluvia resbalaba por su piel mestiza. Parecia sentirse incomoda en sus ropas, que le venian estrechas.
Bajo la tormenta, que empezo a rugir, se dirigieron a la casa a paso lento. Cuando ambos llegaron al porche, Mary quiso saber de inmediato que era lo que pasaba. Pero el ya habia bajado la cabeza, para mejor ocultar su tristeza.
– Te presento a Lisa, la hija de Susan.
Ante la puerta de su casa, una ninita de nueve anos miraba de hito en hito a Mary.
– Mama ha muerto.
II
7
Mary se aparto para dejarles entrar en la casa. Cuando se encontraron en el interior, Thomas se puso firme. Mary clavo la mirada en Philip.
– ?Me he debido de perder algun capitulo, pero supongo que me haras un resumen de la historia!
El tenia un nudo en la garganta que le impedia hablar. Simplemente le entrego el sobre que llevaba en la mano y, sin esperar, subio a cambiar a la nina. Mary los vio desaparecer en el pasillo y busco un indicio de respuesta en el papel que acababa de abrir.
Querido Philip:
Si llegas a leer estas lineas, significara que era yo quien tenia razon. A causa de mi caracter, no supe decirtelo en el momento adecuado. Pero acabe haciendote caso y acepte tener esta criatura, de la que no se quien es el padre. No me juzgues. La vida aqui es muy diferente a todo lo que te puedas imaginar. Los dias son tan duros que con frecuencia tengo necesidad de consolarme con hombres de paso. Para salvarme de la desolacion, del abandono de mi misma, de este miedo a morir que me acosa, de esta desesperacion idiota de estar sola, para recordarme a mi misma que todavia estaba viva, era necesario que de vez en cuando sintiese el calor de su existencia. Frecuentar la muerte de forma cotidiana significa vivir una profunda e invasora soledad, un contagio. Me habia repetido a mi misma cien veces que no habia que traer una nueva vida a este universo, pero cuando mi vientre comenzo a redondearse, te hice caso. Llevar a Lisa conmigo era como encontrar aire en el fondo del agua, una necesidad que se hizo vital. Como podras comprobar, la naturaleza triunfo sobre mis razones. ?Te acuerdas de la promesa que me hiciste en Newark, que «si sucedia algo» tu estarias siempre ahi? ?Mi querido Philip, si lees estas lineas es que me ha sucedido algo irreversible! Te hice caso y acepte a Lisa con la certidumbre de que si yo no podia continuar, tu tomarias el relevo de mi propia vida. Perdoname por jugarte esta mala pasada. No conozco a Mary, pero por tus palabras se que ella tendra la generosidad de amarla. Lisa es una pequena salvaje. Los primeros anos de su vida no han sido muy agradables. Ofrecele el amor que yo ya no le puedo dar. Te la confio. Dile un dia que su madre en otro tiempo fue, y seguira siendo en tu memoria, asi lo espero, tu complice. Pienso en vosotros. Te doy un beso, Philip. Me llevo conmigo los mejores recuerdos de mi vida, la mirada de Lisa y los dias de nuestra adolescencia.
Susan