manana de invierno, habia corrido tras el en la calle. Dos hombres de traje oscuro habian ido a buscarlo a casa. Hasta que cumplio diez anos, su madre no le confeso la verdad. Su padre no se habia ido en viaje de negocios, sino que habia sido detenido por la milicia francesa, y no habia vuelto nunca.
Durante los anos de la Ocupacion, en el camaranchon que le hacia las veces de habitacion, la nina se habia imaginado que su papa habia huido. Cuando sus guardianes le hubieran dado la espalda, el se habria librado de sus ligaduras y habria roto la silla en la que lo torturaban. Tras hacer acopio de todas sus fuerzas, se habria escapado por los sotanos del comisariado y habria desaparecido por una puerta que hubieran dejado abierta. Despues de unirse a la Resistencia, habria conseguido llegar a Inglaterra. Asi, mientras ella y su madre se las apanaban como podian en aquella Francia triste, el servia a las ordenes de un general que no se habia rendido. Todas las mananas, al levantarse, se imaginaba que su padre deseaba llamarla, pero en el reducto donde se escondia con su madre no habia telefono.
Al cumplir los veinte, un oficial de policia llamo a su puerta. En aquella epoca, Yvonne vivia en un estudio encima de la lavanderia en la que trabajaba. Se habian hallado los restos de su padre en una fosa en medio del bosque de Rambouillet. El joven estaba realmente azorado por ser portador de una noticia tan triste, y mas todavia porque el informe de la autopsia confirmaba que las balas que le habian reventado el craneo habian salido del canon de un arma francesa. Yvonne, sonriente, habia intentando tranquilizarlo. Tenia que ser un error, su padre debia de estar muerto porque no habia sabido nada de el despues de acabar la guerra, pero estaba enterrado en algun lugar de Inglaterra. Tras ser arrestado por el ejercito, habia conseguido escapar y se habia ido a Londres. El policia se armo de valor: habian encontrado unos papeles en el bolsillo que permitian constatar sin ninguna duda su identidad.
Yvonne cogio la cartera que el inspector le ofrecia. Saco un carne de identidad amarillento, manchado de sangre, y acaricio la foto, sin desprenderse en ningun momento de su sonrisa. Cuando cerro la puerta, se contento con decir en voz suave que su padre habia debido de abandonarlas en el transcurso de su evasion. Alguien habia debido de robarlas, asi de sencillo.
Espero a la noche para desdoblar la carta oculta en la cartera de cuero. La leyo y cogio la llavecita de una consigna que su padre habia adjuntado.
Al morir su primer marido, Yvonne vendio la lavanderia, que habia conseguido comprar haciendo tantas horas a la semana que ningun miembro de la seccion sindical a la que pertenecia habria creido posibles. Se embarco rumbo a Calais en un transbordador que cruzaba el canal de La Mancha, y llego a Londres una tarde de verano, con una maleta como todo equipaje.
Se planto frente a la fachada blanca de un gran edificio en el barrio de South Kensington. Arrodillada al pie de un arbol que daba sombra en una placeta, hizo un agujero en la tierra con sus manos. En el dejo un carne de identidad amarillento, manchado de sangre seca, y murmuro: «Ya hemos llegado».
Cuando un policia le pregunto lo que estaba haciendo, se puso de pie y respondio llorando:
– He venido a devolverle a mi padre sus papeles. No nos habiamos visto desde la guerra.
Yvonne recobro el conocimiento y se levanto lentamente. Su corazon habia recobrado un ritmo normal. Subio la escalera y, al llegar a la sala, decidio cambiarse de delantal. Mientras se lo anudaba a la espalda, una joven mujer entro y fue a instalarse en la barra. Pidio la bebida alcoholica de mas alta graduacion que tuvieran. Yvonne la miro de arriba a abajo, le sirvio un vaso de agua mineral y fue a sentarse a su lado.
Enya habia emigrado el ano anterior. Habia encontrado trabajo en un bar del Soho. La vida alli era tan cara que tenia que compartir un estudio con tres estudiantes que, como ella, hacian pequenos trabajos por aqui y por alla. Enya no estudiaba desde hacia mucho tiempo.
El restaurador norteafricano que la empleaba, al echar de menos su pais, habia cerrado el negocio. Despues, un empleo de mananas en una panaderia, otro como cajera en un local de comida rapida a la hora del almuerzo y un ultimo como repartidora de publicidad al final de la jornada le habian permitido ir tirando. Sin papeles, solo le quedaba la precariedad. En dos semanas, habia perdido todo sus empleos. Le pregunto a Yvonne si no tenia algo para ella, se le daba bien servir mesas y no tenia miedo del trabajo duro.
– ?Asi es como quieres encontrar trabajo? ?Bebiendo alcohol en la barra de un bar? -pregunto la patrona.
Yvonne no tenia los medios para contratar a nadie, pero le prometio a la muchacha preguntar a los comerciantes de la calle. Si se presentaba alguna oportunidad, se lo haria saber. Enya solo tenia que ir pasandose de vez en cuando. Con la intencion de completar la lista de sus cualidades, Enya anadio que tambien habia trabajado en una lavanderia. Yvonne se volvio para mirarla de frente. Se quedo unos minutos en silencio y le dijo que, hasta que llegaran tiempos mejores, podia ir a comer alli de vez en cuando; no le cobraria con la condicion de que no se lo dijera a nadie. La chica no sabia como agradecerselo; Yvonne le dijo que no lo hiciera en absoluto y se volvio a sus quehaceres.
Al inicio de la velada, Antoine estaba sentado a la mesa en compania de McKenzie, que devoraba a Yvonne con la mirada. Cogio su movil para enviarle un mensaje de texto a Mathias: «Gracias por ocuparte de los ninos. ?Va todo bien?».
Enseguida recibio una respuesta: «Todo va bien. Los ninos han cenado, cepillado de dientes en curso, en la cama en 10 minutos».
Al poco, Antoine recibio un segundo mensaje: «Trabaja hasta tan tarde como quieras, yo me ocupo de todo».
La luz acababa de apagarse en la sala del cine de Fulhamm, y la pelicula empezaba. Mathias apago su movil y hundio la mano en la bolsa de palomitas que Audrey le ofrecia.
Sophie abrio la puerta de la nevera para examinar su contenido. En la bandeja de arriba, encontro unos tomates muy rojos, alineados en un orden tan perfecto que parecian un batallon de soldados de un ejercito del Imperio. Habia unas lonchas de viandas frias colocadas ordenadamente en un papel de celofan junto a un plato con quesos, un tarro de pepinillos y un bote de mahonesa.
Los ninos dormian en el piso superior. Cada uno habia tenido derecho a su propia historia y a sus mimos.
A las once, la llave giro en la cerradura. Sophie se volvio y vio a Mathias en el umbral de la puerta con una sonrisa de felicidad en la cara.
– Tienes suerte, Antoine todavia no ha llegado -dijo Sophie para recibirlo.
Mathias dejo su cartera en el estante que habia en la entrada de la casa. Fue a sentarse junto a ella, la beso en la mejilla y le pregunto que tal habia ido la noche.
– La extincion del fuego se ha llevado a cabo con media hora de retraso respecto al horario habitual, pero es el derecho de las canguros que actuan de incognito. Louis tiene algun problema, esta muy contrariado, pero no he podido sacarle nada.
– Yo me encargo -dijo Mathias.
Sophie cogio su fular colgado en el perchero, lo enrollo alrededor de su cuello y senalo la cocina.
– He preparado algo de comer para Antoine. Lo conozco, seguro que llega con el estomago vacio.
Mathias se acerco y agarro un pepinillo. Sophie le dio una palmada en la mano.
– ?He dicho que era para Antoine! ?Es que no has cenado?
– No he tenido tiempo -respondio Mathias-, he vuelto corriendo despues del cine, no sabia que la pelicula era tan larga.
– Espero que haya merecido la pena -dijo Sophie en un tono burlon.
Mathias miro el plato de viandas frias.
– ?Algunos tienen suerte!
– ?Tienes hambre?
– No, vete, prefiero que no estes cuando llegue; si no, se olera algo.
Mathias cogio la tabla de quesos, eligio un trozo de gruyer y se lo comio sin demasiadas ganas.
– ?Has visto el primer piso? Antoine ha rehecho mi lado por completo. ?Que te parece la decoracion? - pregunto el con la boca llena.
– ?Simetrica! -respondio Sophie.
– ?Que quieres decir con eso?
– Quiero decir que vuestras habitaciones son iguales, incluso las lamparitas de noche son identicas, es ridiculo.