por el Ayuntamiento, por lo que en realidad no hay fecha de aniversario; sin embargo, puede durar toda una vida, ya que se ha elegido asi.

– ?Te acuerdas de cuando nos conocimos por primera vez? -dijo Antoine mientras brindaba.

– Con Caroline Leblond -respondio Mathias.

Antoine quiso ir a buscar los platos a la mesa, pero Mathias se lo impidio.

– Quedate sentado, tengo algo importante que decirte.

– Escucho.

– Te quiero.

– ?Ensayas para una cita? -pregunto Antoine.

– No, te quiero de verdad.

– ?Todavia estas de broma? Para ya con eso, ?me preocupas de verdad!

– Te dejo, Antoine.

Antoine poso su copa y miro fijamente a Mathias.

– ?Es que hay otro?

– Ahora eres tu el que bromea.

– ?Por que lo haces?

– Por los dos. Me has preguntado a cuando se remonta la ultima vez que he hecho algo por alguien que no sea yo; ahora podria responderte.

Antoine se levanto.

– Ya no tengo hambre. ?Te parece que nos vayamos?

Mathias empujo su silla. Abandonaron la mesa y cerraron detras de ellos la puerta de servicio.

Pasearon por la ribera, cada uno respetando el silencio del otro. Acodado en la balaustrada de un puente que estaba suspendido sobre el Tamesis, Antoine cogio el ultimo cigarro que quedaba en su bolsillo. Lo hizo rodar entre sus dedos y encendio una cerilla.

– De todos modos, yo no querria otro nino -dijo Mathias con una sonrisa.

– Creo que yo si-respondio Antoine a la vez que le tendia el cigarro.

– Ven, crucemos, desde el otro lado la vista es mas bella -repuso Mathias.

– ?Vendras manana?

– No, creo que es mejor que no nos veamos durante un tiempo; pero te telefoneare el domingo para saber como han ido las obras.

– Comprendo -dijo Antoine.

– Voy a llevar a Emily de viaje. No pasa nada si falta al colegio una semana. Necesito pasar tiempo con ella, pues tenemos que hablar.

– ?Tienes proyectos? -pregunto Antoine.

– Si, de eso quiero hablar con ella.

– Y conmigo, ?ya no quieres hablar?

– Si -respondio Mathias-, pero con ella primero.

Un taxi atravesaba el puente, y Mathias lo llamo. Antoine subio. Mathias cerro la puerta y se inclino sobre la ventanilla.

– Vuelve tu, yo todavia caminare un rato.

– De acuerdo -respondio Antoine-. ?Has visto la hora? -dijo, mirando el reloj-. Conozco a una canguro que me va echar una bronca en cuanto vuelva.

– No te preocupes por la senora Doubtfire, me he ocupado de todo.

Mathias espero a que el taxi se alejara. Metio sus manos en los bolsillos de la gabardina y reanudo la marcha. Eran las dos y veinte. Cruzo los dedos para que se cumpliera su tercera resolucion.

Antoine entro en la casa y miro el taquillon. El salon estaba en la penumbra, iluminado por el centelleo de la pantalla de television.

Dos pies sobresalian del extremo del sofa: uno llevaba un calcetin rosa, y el otro, uno azul. Se dirigio hacia la cocina y abrio el refrigerador. En la rejilla, las latas de soda estaban alineadas segun el color. Las desplazo una tras otra para ponerlas en desorden y volvio a cerrar la puerta. Lleno un vaso de agua del grifo y se lo bebio de un solo trago.

Al volver al salon, descubrio a Sophie. Dormia profundamente. Antoine se quito la chaqueta para taparle los hombros. Se inclino hacia ella, le acaricio los cabellos, deposito un beso en su frente y se deslizo hasta sus labios. Apago la television y se dirigio hacia el otro extremo del sofa. Levanto delicadamente las piernas de Sophie, se sento sin hacer ruido y las apoyo en sus rodillas. Al fin, se hundio en los cojines, buscando una posicion para dormir. Cuando dejo de moverse, Sophie abrio un ojo, sonrio y lo volvio a cerrar enseguida.

Capitulo 21

Antoine habia partido a primera hora de la manana. Queria estar en su puesto cuando el camion de la carpinteria llegara. Sophie habia preparado la maletita de Emily y reunido algunos bartulos para su padre en una gran bolsa. Mathias paso a buscarla hacia las nueve. Se dirigieron a Cornualles y aprovecharon ese momento a solas para discutir juntos sobre el futuro. Emily abrazo a Louis y le prometio que le enviaria una postal todos los dias. Sophie los acompano hasta la puerta.

– Gracias por la bolsa -dijo Mathias.

– Gracias a ti -respondio Sophie a la vez que lo abrazaba-. ?Funcionara? -pregunto.

– Seguro, llevo a mi pequeno angel de la guarda conmigo.

– ?Cuando vuelves?

– Dentro de unos dias, todavia no lo se.

Mathias tomo a su hija de la mano y bajo los peldanos de la escalinata, despues se volvio para contemplar la fachada de la casa. La glicinia se extendia a cada lado de las dos puertas de entrada. Sophie lo miraba; el le sonrio, emocionado.

– Cuida de el -murmuro Mathias.

– Puedes contar conmigo.

Mathias volvio a subir los escalones, levanto a Louis y lo beso dulcemente.

– Y tu cuida de Sophie. Durante mi ausencia, eres el hombre de la casa.

– ?Y mi padre? -respondio Louis, volviendo a poner los pies en el suelo.

Mathias le hizo un guino complice y se alejo por la calle.

Antoine entro en el restaurante desierto. Al fondo de la sala, un candelabro senoreaba sobre una mesa cubierta por un mantel blanco. El servicio estaba inmaculado, solo dos copas estaban llenas de vino. Se acerco y se sento en la silla que habia ocupado Mathias la vispera.

– Deja eso, voy a quitar la mesa -dijo Enya, al pie de la escalera.

– No le habia oido.

– Yo si-dijo ella, acercandose.

– Bonita primavera, ?no cree?

– Con algunas tormentas, como cada primavera -dijo mientras miraba la sala vacia.

– Creo que oigo el camion en la calle.

Enya miro por el escaparate.

– Me estoy poniendo nervioso -dijo Antoine.

– A Yvonne le va a encantar.

– ?Dice eso para tranquilizarme?

– No, se lo digo porque ayer, despues de que usted se fuera, ella vino a mirar sus dibujos, y creame, sus ojos reian como nunca los habia visto hacer.

– ?No hizo ningun comentario?

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