Paul senalo la primera cabina detras de la garita de la enfermera.
– ?Vamos alla! -dijo Lauren, arrastrandole.
Pero Paul vacilo. En su altercado con Brisson le habia prohibido franquear la linea amarilla a la entrada del pasillo, bajo pena de hacer que le expulsara la policia. Se preguntaba si, en caso de infraccion, Cybile ejecutaria la sentencia. Lauren suspiro; aquella actitud de pequeno sargento encajaba muy bien con el interno al que habia conocido en el cuarto curso de la facultad. Invito a Paul a no complicar mas la situacion; iria a su encuentro ella sola y se presentaria como la novia del paciente.
– Me dejaran pasar -lo tranquilizo.
– Al menos sera mejor que procure llamarle por su nombre; lo de «paciente» podria despertar sospechas.
Paul temia que Brisson no se tragara sus argucias.
– Hace muchos anos que no nos hemos visto, y teniendo en cuenta el tiempo que pasa contemplandose a si mismo, dudo que reconociera el rostro de su propia madre.
Laureen fue a presentarse a la garita de Cybile. La enfermera de guardia dejo su libro y salio de su jaula de cristal.
La zona que estaba a sus espaldas solo era accesible para el personal medico. Pero en veinte anos de carrera habia adquirido un olfato infalible: que la joven a la que estaba acompanando al box fuese o no la novia del paciente, poco importaba. Ante todo, era una medica. Brisson no podria reprocharle nada.
Lauren entro en la habitacion donde estaba descansando Arthur. Estudio los movimientos de la caja toracica. La respiracion era lenta y regular, y el color de la piel, normal.
Con el pretexto de cogerle la mano a su novio, Lauren le comprobo el pulso. El corazon latia mas lento que en el examen anterior. Si lograba sacarlo de aquel atolladero, le practicaria un electrocardiograma de control, de buen grado o a la fuerza.
Se acerco al panel luminoso donde estaban colgadas las radiografias del craneo. Le pregunto a Cybile si eran «las fotos» del cerebro de su prometido las que estaban expuestas en la pared.
Cybile la miro, dubitativa, y levanto los ojos al cielo.
– Voy a dejarla con su «prometido»; supongo que necesitaran intimidad.
Lauren le dio las gracias de todo corazon.
En el umbral de la puerta, la enfermera se dio la vuelta y miro a Lauren de nuevo.
– Puede estudiar las placas mas cerca, doctora; lo unico que le aconsejo es que termine su examen antes de que Brisson vuelva. No quiero tener problemas. Dicho esto, espero que sea usted mejor medica que comediante.
Lauren oyo sus pasos alejandose por el pasillo. Se acerco a la pantalla para estudiar las radios atentamente. Brisson era aun mas inutil de lo que habia imaginado. Un buen interno habria sospechado un derrame hemorragico en la parte posterior del cerebro. El hombre que yacia en la cama debia ser operado lo antes posible; incluso dudaba que el cerebro no se hubiese afectado por el tiempo perdido. Para confirmar su diagnostico, habia que practicarle un escaner con la mayor urgencia.
Brisson entro en la garita de Cybile con las manos en los bolsillos de la bata.
– ?Ese aun esta ahi? -se sorprendio, senalando a Paul, que estaba sentado en una silla al otro extremo del pasillo.
– Si, y su amigo aun esta en la cabina, doctor.
– ?Se ha despertado?
– No, aunque respira con normalidad y sus constantes son estables: acabo de comprobarlo.
– ?Cree que hay riesgo de hematoma intracraneal? -quiso saber Brisson con voz debil.
Cybile rebusco entre sus papeles para no cruzar su mirada con la del medico; su fe en el genero humano se acercaba al limite de lo tolerable.
– No soy mas que una enfermera, y usted ya me lo ha recordado lo suficiente desde que trabaja con nosotros, doctor.
Brisson adopto de inmediato una actitud mas segura.
– ?No sea insolente! ?Puedo hacer que la trasladen cuando me de la gana! Ese tipo solo esta inconsciente y se recuperara. Por la manana le practicaremos un escaner, por precaucion. Relleneme una ficha de traslado y busqueme un escaner libre en una clinica del barrio o en un centro de radiodiagnostico. Diga que el doctor Brisson en persona desea que el examen se realice a primera hora.
– No dejare de mencionarlo -rezongo Cybile.
Mientras avanzaba por el pasillo, oyo que la enfermera le gritaba que habia autorizado a la companera del paciente para que lo visitara en la sala de reconocimiento.
– ?Su mujer esta ahi? -pregunto Brisson, dandose la vuelta.
– ?Su novia!
– ?No chille de este modo, Cybile, estamos en un hospital!
– Solo estamos nosotros, doctor -dijo Cybile-. Afortunadamente -murmuro cuando se alejo Brisson.
La enfermera regreso a su garita. Paul se la quedo mirando y ella se encogio de hombros. Oyo que la puerta de la cabina de exploracion se cerraba tras los pasos del interno.
Estuvo dudando unos segundos y luego se levanto para franquear con paso resuelto la famosa linea amarilla.
Brisson se presento a la joven que estaba sentada en el taburete al lado de su prometido.
– Hola, Lauren. Hace mucho tiempo.
– No has cambiado nada -contesto ella.
– Tu tampoco.
– ?A que estas jugando con este paciente?
– ?Y que puede importarte eso a ti? ?Andais escasos de clientes en el Memorial?
– He venido porque este hombre ha sido mi paciente esta tarde; quiza te parezca desconcertante, pero algunos de nosotros estamos en este oficio por amor a la Medicina.
– Querras decir que os da miedo tener problemas porque quiza hayais subestimado el estado clinico de un herido antes de permitir que abandonara vuestro servicio.
La voz de Lauren subio un tono y su voz retumbo en el pasillo.
– Te equivocas, pero al parecer no sera ese el error de apreciacion mas grave que hayas cometido esta noche. Estoy aqui porque el companero de este tipo me ha pedido auxilio, e incluso por telefono he podido darme cuenta de que habias errado el diagnostico.
– ?Acaso tienes algo que pedirme y por eso te muestras tan amable?
– ?Pedirte no, sino aconsejarte! Voy a llamar al Memorial para que me envien una ambulancia con la que llevarme a este hombre, que seguramente debera ser sometido a una puncion intracraneal en el plazo mas breve. Vas a dejarme intervenir, y en contrapartida, te dejare modificar el informe de tu examen. Habras prescrito el traslado tu mismo y tu jefe de servicio te felicitara. Piensalo: un paciente salvado no puede hacerle ningun dano a tu carrera.
Brisson acuso el golpe, avanzo hacia Lauren y le arrebato de las manos las placas de las radiografias.
– Es lo que habria hecho de haber pensado que su estado de salud justificaba semejante gasto. Pero no es el caso, esta bien y se despertara manana por la manana con una migrana espantosa. Mientras tanto, te autorizo a salir de mi hospital y a que regreses al tuyo.
– ?Este sitio es poco mas que un dispensario! -replico Lauren.
Arranco una radio de manos de Brisson y la colgo de la pantalla luminosa. La imagen estaba tomada de frente. Delimito la epifisis calcificada. La pequena glandula deberia encontrarse perfectamente a caballo de la linea mediana que delimita los dos hemisferios del cerebro, pero en aquella imagen aparecia desplazada. Esto hacia presumir una compresion anormal en la parte posterior del cerebro.
– ?No eres capaz de interpretar esta anomalia? -continuo ella, gritando.
– Eso es solo un defecto de la pelicula: el aparato movil es de mala calidad -contesto Brisson, con la voz de un nino pequeno al que han sorprendido con la mano dentro del tarro de mermelada.
– La epifisis esta desplazada de la linea mediana, y la unica explicacion posible es la formacion de un