hematoma parieto-occipital. Tu cabezoneria va a matar a este hombre y te juro que me encargare de que lo lamentes.
Brisson se apaciguo, henchido de orgullo, y avanzo hacia Lauren, obligandola a retroceder hacia la puerta de la cabina.
– Primero, tendras que justificar tu intrusion en este lugar, y tu presencia en una cabina en la que no tienes autoridad ni legitimidad. Dentro de cinco minutos llamo a los polis para que te echen de aqui, a menos que prefieras ir a algun sitio a tomar un cafe conmigo. Es una noche muy tranquila, puedo ausentarme un ratito.
Lauren miro al residente de arriba abajo, con los labios temblorosos de colera. Apoyado en la pared, con el brazo negligentemente posado sobre el hombro de ella, Brisson aproximo su rostro. Ella lo empujo sin miramientos.
– En la facultad, Patrick, ya transpirabas concupiscencia y celos. La persona a la que mas has decepcionado en tu vida es a ti mismo, y has decidido hacerselo pagar a los demas. Si continuas asi, este hombre se ira en silla de ruedas en el mejor de los casos.
Con un gesto brutal, Brisson la arrojo hacia la puerta.
– Largate de aqui antes de que te haga detener. Vete, y dale recuerdos mios a Fernstein; dile que, a pesar de sus severos juicios, me esta yendo muy bien. En cuanto a el -dijo, senalando a Arthur- se queda aqui: ?es mi paciente!
Las venas de Brisson sobresalian de rabia. Lauren habia recobrado la calma. Puso una mano compasiva sobre el hombro del interno.
– Dios, como compadezco a los que te rodean; te lo suplico, Patrick: ?si todavia hay en ti una pizca de humanidad, quedate soltero!
Paul entro bruscamente en la estancia, con los ojos ebrios de emocion. Brisson se sobresalto.
– ?Acabo de oirles decir que Arhur va a quedarse paralitico?
Miraba a Brisson con un irresistible deseo de estrangularlo, cuando aparecio la enfermera Cybile. Se disculpo ante el residente: habia hecho todo lo posible por retener a Paul, pero no habia tenido la fuerza fisica necesaria para prohibirle el acceso al pasillo.
– Esta vez han ido los dos demasiado lejos. ?Cybile, llame a la policia ahora mismo! Voy a poner una denuncia.
Brisson se regocijaba y la enfermera se aproximo, saco la mano del bolsillo y deslizo algo en la de Lauren. La joven interna identifico el objeto de inmediato y comprendio las intenciones de la enfermera. Le dio las gracias guinandole el ojo y, sin vacilar, clavo la jeringuilla en el cuello de Brisson y apreto el embolo.
El residente la miro, estupefacto, y retrocedio intentando quitarse la aguja de la nuca, pero era demasiado tarde y el suelo ya estaba rodando bajo sus pies. Lauren dio un paso adelante para retenerlo en su caida.
– ?Valium e Hypnovel! Le espera un largo viaje -notifico Cybile, humildemente.
Ayudada por Paul, Lauren tumbo a Brisson en el suelo.
«Ya no era un neon lo que colgaba del techo, sino un pequeno avion sujeto a un tiovivo. ?Por que su padre no queria que montase en los caballitos? En su cabina el feriante y los ninos se divierten y el tiene que quedarse ahi, jugando con la arena. Porque una pila de arena no cuesta nada.
Treinta centavos la vuelta es mucho dinero. ?Que precio hay que pagar para subir hasta las estrellas?»
Lauren deslizo bajo la cabeza de Brisson el cubrecamas doblado que le entregaba Cybile.
«Que bonita es la mujer que tengo delante, con su cola de caballo, sus pomulos y sus ojos chispeantes. Apenas me mira.
Desear no es ningun crimen. Quisiera que se subiera al avion conmigo. Dejaria a mis padres en esta mediocridad que los tranquiliza mutuamente. Odio a toda esta gente que merodea, riendose por nada y divirtiendose con todo. Es de noche.»
– ?Esta durmiendo? -susurro Paul.
– Tiene toda la pinta -contesto Lauren, que estaba tomando el pulso a Arthur.
– ?Que hacemos ahora?
– Tiene para una media hora, preferiria haberlo despejado todo cuando despierte: estara de muy mal humor. Vayanse de aqui los tres. Yo ire a buscar mi coche, instalaremos a su amigo en la parte de atras e iremos volando al Memorial, no hay un minuto que perder.
Salio de la habitacion. La enfermera desatasco los frenos de la cama donde reposaba Arthur y Paul la ayudo a empujarla fuera de la cabina, vigilando para no pisar los dedos de Brisson, que dormitaba en el suelo. Las ruedas chirriaron sobre el linoleo del vestibulo. Paul lo abandono rapidamente.
Lauren volvio a cerrar el maletero del Triumph y se sorprendio al ver a Paul atravesando el aparcamiento a toda prisa. Paso por delante de ella gritando: «?Ya voy!» y continuo su carrera. Ella se puso la bata mientras le miraba alejarse, perpleja.
– Paul, de verdad que no es momento de…
Unos minutos mas tarde, una ambulancia se detuvo ante ella. La puerta del copiloto se abrio y Paul, sentado en el puesto del conductor, la recibio con una gran sonrisa.
– ?La llevo?
– ?Sabe conducir estas maquinas? -pregunto ella, subiendose a bordo.
– ?Soy un especialista!
Se detuvieron frente a la entrada. Cybile y Paul trasladaron a Arthur a la camilla, en la parte de atras de la ambulancia.
– Me hubiera encantado acompanarlos -suspiro Cybile, asomada a la ventanilla de Paul.
– Gracias por todo -dijo este.
– De nada. Me quedare sin trabajo, pero pocas veces me he divertido tanto. Si todas sus veladas son asi de entretenidas, llamenme: voy a tener mucho tiempo libre.
Paul se saco un llavero del bolsillo y se lo entrego a la enfermera.
– He cerrado la puerta de la cabina, solo por si acaso se despierta antes de hora.
Cybile recupero las llaves, con una sonrisa en los labios.
Dio un golpecito en la puerta, como quien palmea la grupa de un caballo para ordenarle que se ponga en marcha.
Sola en el aparcamiento desierto, delante de la camilla, Cybile vio como la ambulancia doblaba la esquina de la calle. Se detuvo delante de las puertas automaticas. Bajo sus pies, una reja metalica permitia el drenaje del agua de lluvia.
Cogio las llaves que Paul le habia devuelto y dejo que se le cayeran de las manos.
– Con mi coche -dijo Lauren- habriamos ganado en discrecion.
– ?Pero si ha dicho que no habia un minuto que perder!-objeto Paul, encendiendo las luces giratorias de la ambulancia.
Circulaban a toda velocidad; si todo iba bien, llegarian al Memorial Hospital en un cuarto de hora.
– ?Vaya noche! -exclamo Lauren.
– ?Cree que Arthur se acordara de algo?
– Varios fragmentos de conciencia se solaparan unos con otros. No puedo garantizarle que el conjunto forme una serie coherente.
– ?Es peligroso despertar los recuerdos de alguien que ha permanecido largo tiempo en coma?
– ?Por que iba a ser peligroso? -Pregunto Lauren-. El estado de coma es consecuencia de traumatismos craneales, este danado el cerebro o no lo este. Tambien sucede que algunos pacientes se quedan en coma sin que sepamos por que. La medicina todavia ignora muchas cosas en lo que con cierne al cerebro.
– Habla de ello como de un carburador de coche.
Divertida, Lauren penso en su Triumph, que habia abandonado en el aparcamiento, y rezo para no cruzarse con Brisson cuando fuese a recuperarlo. Ese tipo era capaz de dormir dentro de su cabriole hasta que ella volviera.
– Asi que, si uno intenta estimular la memoria de un antiguo comatoso, ?le hace correr algun riesgo?
– No hay que confundir la amnesia con el coma: no tienen nada que ver. Es frecuente que un individuo no logre acordarse de los acontecimientos anteriores al impacto que lo sumio en la inconsciencia. Pero si la perdida de memoria se extiende a un periodo mas largo, indica otro trastorno, al que llamamos amnesia y que tiene sus