Puede salir indemne.

El radiologo le hizo una sena a Lauren para que se reuniera con el en la cabina. Senalo con el dedo una zona del cerebro que aparecia en la pantalla.

– Me gustaria que mirases esta capa mas de cerca -dijo-: me parece que aqui tenemos una pequena y rara malformacion, voy a completar los examenes con una resonancia magnetica. Enviare las imagenes por el Dicom y las podras recuperar directamente en el neuronavegador. Casi podrias dejar que el robot operase por ti.

– Gracias por todo.

– Era una noche tranquila, y tus visitas siempre me complacen.

Un cuarto de hora despues, Lauren abandonaba el departamento de radiologia, conduciendo a Arthur a la ultima planta del hospital. Betty la dejo delante de los ascensores: tenia que volver a Urgencias. Desde alli haria todo lo posible por reunir un equipo quirurgico en el mas breve plazo.

El quirofano estaba sumido en la oscuridad; en la pared, el reloj fluorescente marcaba las tres y cuarenta minutos.

Lauren trato de instalar a Arthur en la mesa de operaciones pero, sin ayuda, se revelo una maniobra compleja. Ya estaba harta de aquella vida, de aquellos horarios, de estar siempre a disposicion de todo el mundo, mientras que nunca nadie estaba ahi para ella. El busca la llamo de nuevo y se precipito hacia el auricular del telefono de pared. Betty descolgo de inmediato.

– He conseguido a Norma, aunque le ha costado creerme. Ella se encarga de traer a Fernstein.

– ?Crees que le llevara tiempo encontrarlo?

– El que hace falta para ir de la cocina al dormitorio; ?si el apartamento de Fernstein es tan grande como dicen, tardara cinco minutos de nada!

– ?Quieres decir que Norma y Fernstein…?

– ?Tu me has pedido que lo encontrase en plena noche y esta hecho! Y he pedido que te llame a ti directamente: tengo los timpanos delicados. Te dejo, estoy buscando un anestesista.

– ?Crees que vendra?

– Yo diria que ya esta en camino. ?Eres su protegida, se diria que eres la unica que no quiere darse cuenta!

Betty corto la comunicacion y busco en su agenda personal a un medico anestesista que vivia no muy lejos del hospital y cuya noche se disponia a sacrificar. Lauren colgo lentamente el auricular. Miro a Arthur, que dormia un sueno enganoso encima de la camilla.

Oyo unos pasos detras de ella. Paul se aproximo a la cama y cogio la mano de su amigo.

– ?Cree que saldra de esta? -pregunto con voz angustiada.

– Hago cuanto esta en mis manos, pero yo sola no puedo hacer gran cosa. Estoy esperando a la caballeria y me siento muy cansada.

– No se como darle las gracias -murmuro Paul-. El es la unica cosa por encima de mis posibilidades que me he permitido jamas.

Ante el silencio de Lauren, Paul anadio que no podia permitirse perderlo.

Lauren lo miro fijamente.

– Venga a ayudarme: ?cada minuto cuenta!

Arrastro a Paul hacia la sala de preparacion, abrio el armario central y saco dos batas verdes.

– Extienda los brazos -le dijo.

Le anudo los cordones a la espalda y le puso un casquete en la cabeza. Mientras lo arrastraba hacia la pila, le mostro como lavarse las manos y lo ayudo a ponerse los guantes esterilizados. Mientras Lauren se vestia, Paul se contemplo en el espejo. Se veia muy elegante con aquel atuendo de cirujano. Si no le hubiera tenido un horror tremendo a la sangre, la medicina le habria sentado de maravilla.

– Cuando haya terminado de mirarse al espejo, ?vendra a echarme una manita? -pregunto Lauren, con los brazos extendidos.

Paul la ayudo a prepararse y, cuando estuvieron los dos vestidos con sus trajes, la siguio al interior del quirofano. El, que se enorgullecia de la alta tecnologia de los equipos de su estudio de arquitectura, quedo maravillado ante la multitud de aparatos electronicos. Se aproximo al neuronavegador para acariciar el teclado.

– ?No toque eso! -grito Lauren.

– Solo estaba mirando…

– ?Mire con los ojos, y no con los dedos! No tiene derecho a estar aqui, y si Fernstein me ve en esta sala con usted me gano…

– … dos horas de rapapolvo -prosiguio la voz del viejo profesor, surgida de un altavoz-. ?Ha decidido sabotear su carrera para fastidiarme la jubilacion, o bien actua por pura inconsciencia?

Lauren se dio la vuelta. Fersntein la estaba mirando desde la sala de preoperatorio, al otro lado del cristal.

– ?Fue usted quien me hizo prestar el juramento hipocratico! ?Yo solo respeto mis compromisos, eso es todo! -contesto Lauren. En el intercomunicador Fernstein se inclino sobre la consola y pulso el boton del micro para dirigirse a ese «medico» al que no conocia.

– Le hice jurar que donaria su cuerpo a la medicina; pienso que, cuando las futuras generaciones estudien su cerebro, la ciencia hara grandes progresos en la comprension del fenomeno de la cabezoneria.

– No se preocupe: ?desde que me salvo en la mesa de operaciones, me toma por su criatura! -replico Lauren, dirigiendose a Paul e ignorando totalmente a Fernstein.

Saco una cuchilla de afeitar esteril de un cajon y un par de tijeras, recorto la camisa de Arthur y arrojo los jirones a una papelera. Paul no pudo reprimir una sonrisa al verla rasurar el torso de Arthur.

– ?Cuando despierte, este corte le va a encantar! -dijo.

Lauren coloco los electrodos en las munecas, en los tobillos y en siete puntos alrededor del corazon de Arthur. Conecto los cables electricos al electrocardiografo y comprobo el buen funcionamiento de la maquina. Un trazo regular aparecio en la pantalla verde fluorescente.

– ?Me he convertido en su juguete! Me echa una bronca si hago demasiadas horas, me echa una bronca si no estoy en la planta indicada en el momento preciso, me echa una bronca si no tratamos a suficientes enfermos en Urgencias, me echa la bronca porque entro demasiado deprisa en el aparcamiento… ?Hasta me echa la bronca porque tengo mala cara! ?El dia que estudie su cerebro, la medicina dara un gran paso en la comprension del machismo en los curanderos!

Paul carraspeo, incomodo. Fernstein invito a Lauren a reunirse con el.

– Estoy en un medio esterilizado -protesto ella-; ?y ya se lo que me quiere decir!

– ?Cree que me he levantado en plena noche por el solo placer de echarle una reprimenda? Me gustaria hablar con usted del protocolo operatorio; ?Dese prisa, es una orden!

Lauren hizo chasquear sus guantes y salio del quirofano, dejando a Paul a solas con Arthur.

– ?Quien es el anestesista? -pregunto ella mientras la puerta de la sala se deslizaba sobre sus rieles.

– ?Crei que era ese medico que estaba con usted!

– No, no es el -murmuro Lauren, mirandose la punta de los zapatos.

– Norma se ocupa de eso, llegara en unos minutos. En fin, ha conseguido reunir a un equipo de primera en plena noche; digame que no se trata de una apendicitis.

Los rasgos de Lauren se relajaron y apoyo una mano en el hombro de su viejo profesor.

– Puncion intracraneal y reduccion de un hematoma subdural.

– ?A cuando se remonta la primera hemorragia?

– A las siete de la tarde, con un probable aumento de intensidad hacia las nueve, consecuencia de la absorcion de una fuerte dosis de aspirina.

Fernstein consulto el reloj; eran las cuatro de la madrugada.

– ?Cual es su pronostico de recuperacion?

– El radiologo es optimista.

– ?No le he pedido su opinion, sino la de usted!

– No lo se, pero mi instinto me dice que valia la pena despertarle.

– Pues si no lo sacamos de esta, maldecire su instinto. ?Donde estan las imagenes?

– En el neuronavegador, los perimetros de los campos operatorios estan establecidos y los hemos enviado por

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