ponerle las esposas.
– ?Es realmente necesario? -suplico Lauren.
– ?Es la ley! -se regocijo Brisson.
– Me he traido otro par; ?si vuelve a hablar por mi una sola vez -dijo el inspector-, le detengo por usurpacion de la funcion de agente de la fuerza publica!
– ?Existe ese delito? -pregunto el interno.
– ?Quiere comprobarlo? -contesto el inspector Brame en tono firme.
Brisson retrocedio un paso, dejando al policia proseguir el interrogatorio.
– ?Que ha hecho con la ambulancia?
– Esta en el aparcamiento. Pensaba devolverla por la manana.
El altavoz crepito. Lauren y el policia se dieron la vuelta y vieron a Fernstein, que se dirigia a ellos desde el quirofano.
– ?Pueden decirme que esta pasando?
Las mejillas de la joven neurologa se tineron de purpura; se inclino sobre el pupitre, con un gran peso sobre los hombros, y pulso la tecla del interfono.
– Perdon -murmuro-, lo siento muchisimo.
– ?Acaso esta intrusion policial tiene algo que ver con el paciente que se encuentra sobre esta mesa?
– En cierto modo -admitio Lauren.
Granelli se aproximo al cristal.
– ?Se trata de un bandido? – pregunto casi estatico.
– No -contesto Lauren-. Todo es culpa mia, estoy muy confusa.
– No este confusa -replico el anestesista-; yo mismo, cuando tenia su edad, hice dos o tres gamberradas que me valieron varias noches en compania de los carabinieri, que, dicho sea de paso, llevan unos trajes mucho mas elegantes que los de sus policias.
El inspector Brame se acerco al micro e interrumpio al anestesista.
– Ha robado una ambulancia y se ha llevado a ese paciente de otro hospital.
– ?Ella sola? -Exclamo el anestesista, en el colmo de la excitacion-. ?Pero esta chica es el no va mas!
– Tenia un complice -resoplo Brisson-, estoy seguro de que estara en el vestibulo, hay que detenerlo tambien.
Fernstein y Norma se volvieron hacia el unico medico que aun no se habia presentado, pero, para su gran sorpresa, habia desaparecido. Acurrucado en el compartimento que se encontraba bajo la mesa de operaciones, Paul no lograba comprender como su velada se habia convertido en semejante pesadilla. Hacia unas horas, era un hombre feliz y sereno que cenaba en compania de una joven adorable.
Fernstein se acerco al cristal y le pregunto a Lauren porque habia cometido un acto tan estupido. Su alumna levanto la cabeza y lo miro con los ojos llenos de tristeza.
– Brisson iba a matarlo.
– Buenas noches, profesor -dijo el joven interno, encantado-. ?Quiero recuperar a mi paciente ahora mismo! Le prohibo que comience esta intervencion: me lo llevo conmigo.
– Lo dudo -objeto Fernstein, furioso.
– Senor profesor, lo invito a que deje hacer al doctor Brisson -dijo el inspector de policia, avergonzado.
Granelli retrocedio con paso furtivo hasta la mesa de operaciones Comprobo el estado de Arthur v desenchufo el electrodo de su muneca. Al instante, la senal de alarma del electrocardiografo empezo a sonar. Granelli levanto los brazos al cielo.
– ?Miren! Venga hablar y hablar y este joven va de mal en peor. A menos que este senor que nos esta molestando asuma la responsabilidad del agravamiento inevitable del estado de nuestro enfermo, pienso que ya es hora de operar. De todos modos, la anestesia ya ha surtido efecto y no se le puede trasladar! -concluyo, triunfante.
La mascarilla de Norma no pudo ocultar su sonrisa. Brisson, loco de rabia, senalo a Fernstein con un dedo iracundo.
– ?Me las pagaran todos!
– Creo que no hemos acabado de saldar nuestras cuentas, joven. ?Y ahora vayase de aqui y dejenos trabajar! -ordeno el profesor, y se dio la vuelta sin dirigirle una mirada a Lauren.
El inspector Brame se guardo las esposas y cogio a la joven neurologa del brazo. Brisson les pisaba los talones.
– Lo menos que puede decirse -replico Granelli, colocando de nuevo el electrodo en la muneca de Arthur- es que ha sido una noche muy original.
El ronroneo de los aparatos cubrio el silencio que se instalo en la sala de operaciones. El liquido de la anestesia descendio a lo largo del tubo de perfusion y entro en las venas de Arthur. Granelli comprobo la saturacion de los gases sanguineos y le indico a Fernstein con un gesto que la intervencion podia empezar.
Lauren se sento en el vehiculo camuflado del inspector Erik Brame, y Brisson lo hizo en el del agente uniformado.
En el cruce de California Street, los dos coches se separaron.
Brisson volvia para acabar su guardia en el San Pedro. Firmaria la denuncia por la manana.
– ?Estaba realmente en peligro? -pregunto el inspector.
– Todavia lo esta -contesto Lauren desde el asiento de atras.
– Y ese Brisson ?tiene algo que ver?
– No ha sido el quien lo ha proyectado contra un escaparate, pero digamos que su incompetencia ha empeorado la situacion.
– Entonces, ?usted le ha salvado la vida?
– Iba a operarlo cuando usted me ha detenido.
– ?Y hace estas cosas por todos sus pacientes?
– Si y no; es decir, si, intento salvarlos, pero no me los llevo de otro hospital.
– ?Ha corrido ese riesgo por un desconocido? -Continuo el inspector-. Es usted sorprendente.
– ?No es lo mismo que hace usted cada dia en su trabajo, asumir riesgos por desconocidos?
– Si, pero yo soy policia.
– Y yo, medica…
El coche entro en Chinatown. Lauren le pidio al agente que le dejase bajar la ventanilla; no era muy reglamentario, pero el acepto: ya habia tenido bastantes reglamentos por esa noche.
– Ese tipo me caia muy antipatico, pero no tenia eleccion, ?lo comprende?
Lauren no contesto; con la cabeza asomada a la ventanilla, respiro el aire de mar que invadia los barrios del este de la ciudad.
– Este sitio me gusta mas que ningun otro -dijo.
– En otras circunstancias, la habria llevado a comer el mejor pato lacado del mundo.
– ?En lo de los hermanos Tang?
– ?Conoce ese lugar?
– Era mi preferido; en fin, lo era. Desde hace dos anos no tengo tiempo de poner los pies alli.
– ?Esta preocupada?
– Preferiria estar en el quirofano, pero Fernstein es el mejor neurocirujano de la ciudad, asi que no deberia inquietarme.
– ?Alguna vez ha logrado responder una pregunta solamente con un si o con un no?
Lauren sonrio.
– ?De veras ha dado ese golpe usted sola? -continuo el inspector.
– ?Si!
El coche se detuvo en el aparcamiento del distrito septimo. El inspector Brame ayudo a Lauren a bajar del vehiculo.
Cuando entraron en la comisaria, confio a su pasajera al agente de servicio.
A Nathalia no le gustaba pasar la noche lejos de su companero, pero las horas entre la medianoche y las seis de la manana contaban el doble. Solo tres meses mas y tambien ella se retiraria. Su viejo poli cascarrabias le