habia prometido que la llevaria a hacer ese gran viaje con el que llevaba tantos anos sonando. A finales de otono volarian hacia Europa. Se besarian bajo la torre Eiffel, visitarian Paris y pondrian rumbo a Venecia para unirse por fin ante Dios. En el amor, la paciencia es una virtud. No habria ninguna ceremonia: simplemente, entrarian los dos en una pequena iglesia; habia docenas de ellas en la ciudad.

Nathalia entro en la sala de interrogatorios para acreditar la identidad de Lauren Kline, una interna de neurocirugia que habia sustraido una ambulancia y se habia llevado a un paciente de un hospital.

Capitulo 11

Nathalia dejo su bloc encima de la mesa.

– He visto cosas originales en este oficio, pero usted ha batido el record -dijo, cogiendo la cafetera del hornillo.

Miro largamente a Lauren. En treinta anos de carrera habia asistido a un gran numero de interrogatorios y podia juzgar la sinceridad de un sospechoso en menos tiempo del que este habia necesitado para cometer el delito. La joven interna decidio cooperar; excepto la complicidad de Paul no tenia nada que esconder. Asumia sus actos. Si volviera a presentarse una situacion identica, adoptaria la misma actitud.

Transcurrio media hora mientras Lauren relataba y Nathalia escuchaba, sirviendo cafe de tanto en tanto.

– No ha apuntado ni una palabra de mi declaracion – comento Lauren.

– No he venido para eso; un inspector lo hara manana por la manana. Le recomiendo que espere a un abogado antes de contarle a otra persona lo que acaba de decirme a mi. ?Su paciente tiene alguna posibilidad de salir con vida?

– No lo sabremos hasta el final de la intervencion, ?por que?

Si la actuacion de Lauren le habia salvado la vida, Nathalia pensaba que seguramente disuadiria a los administradores del Mission San Pedro de presentarse como acusacion civil.

– ?No pueden dejarme salir mientras dure la operacion? Juro que me presentare aqui de nuevo manana.

– Primero es necesario que un juez determine su fianza. En el mejor de los casos, la recibira esta tarde, a no ser que su colega retire la denuncia.

– No cuente con ello; ya no me podia ver cuando estudiabamos en la facultad, creo que aqui ha encontrado su revancha.

– ?Se conocian?

– Tuve que soportarle como companero de banco en cuarto curso.

– ?Y ocupaba un poco mas de espacio del que le tocaba?

– El dia que me puso las manos en los muslos, lo rechace con bastante brusquedad.

– ?Y luego?

– ?Puedo contarle esto sin la presencia de mi abogado? -replico Lauren en un tono divertido-. Lo abofetee en plena clase de biologia molecular. El guantazo retumbo en todo el anfiteatro.

– Recuerdo que, en la academia de policia, espose a un joven inspector que habia intentado besarme de forma poco caballeresca. Paso una noche de perros, pegado a la puerta de su coche.

– ?Y nunca ha vuelto a cruzarse con el?

– ?Estamos a punto de casarnos!

Nathalia se disculpo ante Lauren, pero el reglamento le obligaba a encerrarla. Lauren miro los reducidos barrotes que habia al fondo de la sala de interrogatorios.

– ?Es una noche tranquila! -Continuo Nathalia-. Voy a dejar la celda abierta. Si oye pasos que se acercan, encierrese usted misma; si no, la que tendra problemas sere yo. Encontrara cafe en el cajon debajo del hornillo, y tazas en el armario pequeno. No haga tonterias.

Lauren le dio las gracias. Nathalia abandono la estancia y regreso a su despacho. Cogio la hoja de registros para anotar la identidad de la joven acusada y conducida al distrito septimo a las cuatro y treinta y cinco.

– ?Que hora es? -pregunto Fernstein.

– ?Esta cansado? -replico Norma.

– No veo por que tendria que estarlo: me han despertado en mitad de la noche y llevo mas de una hora operando -refunfuno el cirujano.

– De tal palo, tal astilla, ?verdad, querida Norma? -contesto el anestesista.

– ?Que significa su comentario, estimado colega? -quiso saber Fernstein.

– Me preguntaba donde habria adquirido su alumna un estilo tan particular.

– ?Hay que deducir entonces que sus estudiantes practicaran la medicina con un ligero acento italiano?

Fernstein introdujo un drenaje por la incision practicada en el craneo de Arthur. La sangre empezo a circular por el tubo. El hematoma subdural comenzaba por fin a reabsorberse. Una vez cauterizadas las microdisecciones, todavia quedaba intervenir la pequena malformacion vascular. La sonda del neuronavegador avanzaba milimetro a milimetro. Los vasos sanguineos aparecian en el monitor de control, semejantes a rios subterraneos. El viaje al centro de la inteligencia humana se desarrollaba, de momento, sin obstaculos. Sin embargo, a un lado y otro de la proa del neuronavegador, se extendia la inmensidad gris de la materia cerebral cual amasijo nebuloso sembrado por millones de relampagos. Minuto a minuto, la sonda se abria camino hacia su objetivo final, aunque aun necesitaria mucho tiempo antes de alcanzar las venas cerebrales internas.

Nathalia reconocio los pasos que subian por la escalera.

La cabeza del inspector Pilguez aparecio en la puerta entreabierta. Con el pelo alborotado y el rostro grisaceo a causa de la barba incipiente, deposito un paquetito blanco cerrado con una cinta marron.

– ?Que es esto? -pregunto Nathalia, con curiosidad.

– Un hombre que no logra dormir cuando tu no estas en su cama.

– ?Hasta ese punto me echas de menos?

– A ti no, sino a tu respiracion: me arrulla.

– Algun dia lo conseguiras, estoy segura.

– ?El que?

– Decir simplemente que ya no puedes vivir sin mi.

El viejo inspector se sento en el escritorio de Nathalia. Saco un paquete de cigarrillos del bolsillo y se llevo uno a la boca.

– Puesto que aun te queda un mes de servicio activo, a titulo excepcional voy a compartir contigo el fruto de una experiencia arduamente adquirida sobre el terreno. En resumen, debes recopilar indicios. En el caso que te preocupa, estas ante un tipo de unos sesenta largos, que dejo Nueva York para vivir junto a ti; el mismo caballero sale de la cama, que es tambien la tuya, a las cuatro de la madrugada, atraviesa la ciudad en coche, aunque por la noche no ve nada, hace un alto para comprarte bunuelos, aunque su indice de colesterol le prohibe pisar el suelo de una pasteleria -son bunuelos con azucar lo que hay en el paquete- y viene a depositarlos encima de tu escritorio. ?Necesitas alguna otra prueba?

– ?Aun asi, me gustaria que te decidieras a confesar!

Nathalia cogio el cigarrillo de los labios de Pilguez y lo cambio por un beso.

– No esta nada mal: ?veo que progresas en tu investigacion! -contesto el policia retirado-. ?Me devuelves el cigarrillo?

– ?Esto es un edificio publico, esta prohibido!

– Aparte de ti y de mi, no veo mucha gente.

– No te enganes: hay una chica en la celda numero dos.

– ?Es alergica al tabaco?

– ?Es medica!

– ?Has enchironado a un medico? ?Que ha hecho?

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