Era Mona.

– Kurt -dijo-. Soy Mona.

Le embargo una alegria totalmente desbordante. «Mona», penso. «?Dios mio! ?Mona, lo que te he echado de menos!»

– Te he visto en el periodico -dijo-. ?Como estas?

Recordo el fotografo fuera del hospital la noche anterior. El flash que lo habia iluminado.

– Bien -dijo-. Solo me duele un poco.

– ?Seguro?

De repente se fue la alegria. Volvia el dolor, el golpe en el estomago.

– ?Realmente te importa como estoy?

– ?Por que no me iba a importar?

– ?Y por que si?

Oia su respiracion en el oido.

– Pienso que eres valiente -dijo-. Estoy orgullosa de ti. En el periodico decian que has salvado vidas poniendo la tuya en peligro.

– ?Yo no he salvado vidas! ?Que tonterias son esas?

– Solo queria saber que no estabas herido.

– ?Que habrias hecho si asi fuera?

– ?Que habria hecho?

– ?Si yo hubiera estado herido? ?Si hubiera estado moribundo? ?Que habrias hecho entonces?

– ?Por que hablas con ese tono de enfado?

– No estoy enfadado. Solo pregunto. Quiero que vuelvas a casa. Aqui. A mi.

– Sabes que no voy a hacerlo. Pero me gustaria que pudieramos hablar.

– ?No me llamas nunca! ?Como vamos a poder hablar?

La oia suspirar. Eso le ponia rabioso. O quiza le daba miedo.

– Claro que podemos vernos -contesto-. Pero no en mi casa ni en la tuya.

De repente se decidio. Lo que habia dicho no era del todo verdad. Pero tampoco era mentira.

– Tenemos que hablar de varias cosas -dijo-. Cosas practicas. Puedo ir a Malmo si quieres.

Tardo un momento antes de contestar.

– Esta noche, no -respondio-. Pero manana puedo.

– ?Donde? ?Quieres ir a cenar? Lo unico que conozco es el Savoy y Centralen.

– El Savoy es muy caro.

– Pues, ?Centralen entonces? ?A que hora?

– ?A las ocho?

– Alli estare.

Se acabo la conversacion. Miro su cara maltrecha en el espejo del recibidor.

?Se alegraba? ?O estaba preocupado?

No lo sabia. De pronto sus pensamientos eran muy confusos. En lugar de verse con Mona, se imagino junto a Anette Brolin en el Savoy. Aunque todavia era la fiscal de Ystad, se habia convertido en una mujer negra.

Se vistio, se salto el cafe y salio al coche. El viento habia cesado totalmente. Hacia mas calor. Restos de niebla humeda entraban desde el mar, flotando sobre la ciudad.

Al llegar a la comisaria lo recibieron con sonrisas amables y palmadas en la espalda. Ebba le dio un abrazo carinoso y un bote de confitura de pera. Se sintio abrumado y a la vez un poco orgulloso.

«Ahora deberia estar aqui Bjork», penso.

«Aqui y no en Espana.

»Esto le encanta. Los heroes del cuerpo de policia…»

A las nueve y media todo habia vuelto a su cauce. Habia tenido tiempo de pegarle una fuerte bronca al encargado del campo de refugiados por el control tan descuidado de quienes se encontraban en las barracas. El encargado, que era bajito, rechoncho, e irradiaba una increible pereza apatica, se habia defendido energicamente asegurando que seguian las instrucciones y reglas del Departamento de Inmigracion al pie de la letra.

– La policia debe garantizar la seguridad -dijo queriendo llevar la discusion a su terreno.

– ?Como vamos a poder garantizar algo, cuando ni siquiera sabeis cuantos viven en esas malditas barracas ni quienes son?

El encargado tenia la cara roja de ira al dejar el despacho de Kurt Wallander.

– Voy a quejarme -dijo-. La policia tiene la obligacion de garantizar la seguridad de los refugiados.

– Quejate al rey -respondio Kurt Wallander-. Quejate al presidente del gobierno. Quejate al tribunal europeo. Quejate ante quien sea, cono. Pero a partir de ahora tiene que haber listas exactas, de los que viven en tu campo, sus nombres y las barracas que habitan.

Justo antes de comenzar la reunion con los investigadores de homicidios llamo Peter Edler.

– ?Como estas? -dijo-. Eres el heroe del dia.

– Que te jodan -contesto Kurt Wallander-. ?Habeis encontrado algo?

– No fue tan dificil -respondio Peter Edler-. Una pequena composicion detonante que encendio unos trapos impregnados de gasolina.

– ?Estas seguro?

– ?Claro que estoy seguro! Tendras el informe dentro de unas horas.

– Intentaremos llevar la investigacion del incendio paralelamente con la del doble asesinato. Pero si pasara algo mas ahora, tendria que pedir refuerzos de Simrishamn o Malmo.

– ?Hay policias en Simrishamn? Creia que habian cerrado la comisaria.

– Es a los cuerpos voluntarios de bomberos a los que estan licenciando. De hecho hay rumores de que nos daran nuevos puestos por aqui.

Kurt Wallander empezo la reunion explicando lo que Peter Edler le habia dicho. Luego siguio una breve discusion acerca de los posibles motivos del atentado. Todo el mundo estaba de acuerdo en que probablemente seria una gamberrada juvenil, mas o menos bien organizada. Pero nadie nego la gravedad de lo ocurrido.

– Es importante que los detengamos -dijo Hanson-. Tan importante como atrapar a los asesinos de Lenarp.

– Tal vez sean los mismos que le lanzaron los nabos a aquel viejo a la cabeza -dijo Svedberg.

Kurt Wallander noto un tono inconfundible de desprecio en su voz.

– Habla con el. Quiza pueda darnos algunas senas.

– No hablo arabe -replico Svedberg.

– ?Hay interpretes, por Dios! Quiero saber lo que tenga que decir esta misma tarde. Wallander noto que se habia enfadado.

La reunion fue muy corta. Los policias estaban en medio de una fase investigadora. Las conclusiones y los resultados eran pocos.

– Nos saltamos la reunion de la tarde -concluyo Kurt Wallander- si no ocurre algo importante. Martinson se ocupa del campo. ?Svedberg! Tu quiza podrias llevar los asuntos de Martinson si no pueden esperar.

– Estoy buscando el coche que vio el camionero -contesto Martinson-. Te dare mis notas.

Cuando termino la reunion, Naslund y Rydberg se quedaron en el despacho de Kurt Wallander.

– Tendremos que empezar a trabajar horas extras -dijo Kurt Wallander-. ?Cuando vuelve Bjork de Espana?

Nadie tenia idea.

– Por cierto, ?sabe lo que ha pasado? -pregunto Rydberg.

– ?Le importa? -replico Kurt Wallander.

Llamo a la recepcion y Ebba contesto enseguida. Ella sabia incluso con que compania volveria.

– El sabado por la noche -informo-. Pero ya que yo soy su suplente, ordenare todas las horas extras que hagan falta.

Rydberg paso a hablar de su visita a la casa donde habia ocurrido el asesinato.

– He metido la nariz en todas partes -explico-. Lo he revuelto todo. Incluso he buscado en las balas de paja de la cuadra. Y no he encontrado el portafolios marron.

Kurt Wallander sabia que era cierto. Rydberg no se daba por vencido hasta estar totalmente seguro.

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