Me parecio ver como se le tensaban los musculos del rostro. «?Adelante, Claudel! ?Cuelga! ?Te cortare la cabeza!»

– Volvere a llamarla.

Me sente en el borde del lecho mirando sin ver las motas de polvo que revoloteaban en un rayo de sol.

Tenia que moverme.

Fui al cuarto de bano y me moje el rostro con agua fria, luego saque un estuche de plastico de mi cartera y volvi al ordenador. En la caja figuraba una etiqueta con la direccion de la rue Berger y la fecha 24 de junio de 1994. Levante la tapa, saque un disquete CD-Rom y lo introduje en la unidad de disco.

Abri un programa para visionar la imagen que hizo aparecer una hilera de iconos. Escogi Album y luego Open y aparecio un solo nombre en la ventanilla: Berger.abm. Pulse dos veces el raton, y la pantalla se lleno con tres hileras de imagenes, cada una de las cuales mostraba seis fotos del apartamento de Saint Jacques. Una nota al pie informaba que el album contenia ciento veinte fotos.

Pulse para ampliar al maximo la primera imagen. Correspondia a la rue Berger. En la segunda y tercera aparecia la calle desde distintos angulos. En la siguiente, el edificio de apartamentos por delante y por detras. Luego el pasillo que conducia al piso de Saint Jacques. Las perspectivas del interior del apartamento comenzaban con la imagen duodecima.

Me desplace por las fotos examinando todos los detalles. La cabeza me estallaba. Los musculos del hombro y la espalda eran como cables de alta tension. Volvia a sentirme alli: el calor sofocante, el miedo, los olores a suciedad y corrupcion.

Investigue imagen tras imagen. ?Para que? No estaba segura. Todo se encontraba alli: las fotos de revistas Hustler, los periodicos, el mapa de la ciudad, el descansillo de la escalera, el sucio aseo, el mostrador grasiento, la taza del Burger King, el cuenco de los espaguetis.

Me detuve y observe mas detenidamente aquella foto. Archivo 102. Un cuenco mugriento de plastico, blancos anillos de grasa coagulandose en rojos residuos. Una mosca con las patas delanteras agarradas como si estuviera rezando. Un pedazo anaranjado surgiendo de la salsa y la pasta.

Parpadee y me aproxime a la pantalla. ?Podia ser cierto lo que estaba viendo? Discurria a lo largo del fragmento anaranjado. El corazon me latio con fuerza. Me parecia imposible un hallazgo tan afortunado.

Amplie la imagen y aparecio una linea punteada. A continuacion arrastre el cursor y la linea se convirtio en un rectangulo cuyos bordes formaban una hilera de puntos giratorios. Situe el rectangulo directamente sobre el bulto anaranjado y enfoque la imagen ampliandola cada vez mas, doble, triple ocho veces mayor que su tamano actual. Observe como la tenue parabola que habia detectado se convertia en un reguero arqueado de puntos y guiones.

Deje de enfocar y examine todo el arco.

– ?Cielos!

Valiendome del control de imagen manipule el contraste y el brillo, modifique el matiz y la saturacion y trate de invertir el color, cambiando cada elemento de la imagen digital por su complemento. Utilice el mando para destacar los bordes, agudizando el diminuto reguero contra el fondo anaranjado.

Me recoste en el asiento y mire con fijeza. Alli estaba. Aspire profundamente. ?Cielos, era realmente lo que imaginaba! Busque el telefono con manos temblorosas. Un mensaje grabado me informo que Bergeron seguia de vacaciones. Estaba sola.

Revise cuidadosamente todas las posibilidades. Habia visto varias veces como lo hacia. Podia intentarlo. Tenia que saber. Busque otro numero.

– Aqui el centro de detencion Parthenais.

– Soy Tempe Brennan. ?Se encuentra ahi Andrew Ryan? Debe de hallarse con un prisionero llamado Tanguay.

– Un instant. Gardez la ligne.

Se oyeron unas voces en el fondo. ?Vamos, vamos!

– Il n’est pas ici.

?Maldicion! Consulte mi reloj.

– ?Esta Jean Bertrand?

– Oui. Un instant.

Mas voces. Estrepito.

– Bertrand al aparato.

Me identifique y le explique lo que habia descubierto.

– ?Vaya! ?Que dice Bergeron?

– Esta de vacaciones hasta el lunes.

– ?Magnifico! Es como uno de sus falsos inicios, ?no es cierto? ?Que desea que haga?

– Busque un pedazo de poliestireno corriente y hagaselo morder a Tanguay. No es necesario que se lo meta demasiado en la boca. Solo necesito los dientes. Que lo muerda profundamente a fin de obtener marcas bien definidas de los dientes, un arco en cada lado de la placa. Luego deseo que lleve el poliestireno a Marc Dallair, de fotografia. Esta en la parte de atras, despues de balistica, ?comprendido?

– Si, si. ?Como consigo que Tanguay acceda a hacer eso?

– Es su problema. Imagine cualquier cosa. Si alega inocencia estara encantado.

– ?Donde se supone que encontrare poliestireno a las cinco menos veinte de la tarde?

– Comprese un condenado Big Mac, Bertrand. Yo que se. Haga lo que sea, pero consigalo. Tengo que encontrar a Dallair antes de que se marche. ?Muevase!

Dallair esperaba un ascensor cuando recibio mi llamada. La atendio en el mostrador de la recepcion.

– Necesito un favor.

– Oui.

– Antes de una hora Jean Bertrand le llevara unas muestras de mordiscos a su despacho. Necesito un escaner de la imagen en un archivo de formato grafico y que me la envie electronicamente lo antes posible. ?Puede hacerlo?

Se produjo una pausa prolongada. Imagine mentalmente como observaba el reloj del ascensor.

– ?Tiene esto algo que ver con Tanguay?

– Si.

– De acuerdo. Aguardare.

– Enfoque la luz en el poliestireno del modo mas paralelo posible para destacar las marcas todo lo posible. Y asegurese de incluir una escala, una regla o lo que sea. Y, por favor, procure que la imagen este exactamente individualizada.

– No habra problemas. Creo tener una regla angular en algun lugar.

– Perfecto.

Le facilite mi direccion por correo electronico y le pedi que me avisara cuando me enviase el archivo.

Entonces aguarde. Los segundos transcurrian con lentitud glacial sin que sonara el telefono con noticias de Katy. Los digitos del reloj brillaban con su luz verde. Los oia cambiar mientras el tiempo transcurria: clic, clic, clic, mientras giraban los numeros.

Cogi el aparato en cuanto sono el timbre.

– Aqui Dallair.

– Si.

Trague saliva entre un dolor insoportable.

– Le he enviado el archivo hace unos cinco minutos. Se llama Tang.tif. Esta comprimido, por lo que tendra que descodificarlo. Me quedare aqui hasta que lo haya reproducido para asegurarme de que no hay problemas. Envieme respuesta. Y buena suerte.

Le di las gracias y colgue. De nuevo ante el ordenador me situe en mi correo de McGill. Inmediatamente aparecio el anuncio de un mensaje recibido. Hice caso omiso de los restantes correos y di paso al archivo enviado por Dallair, que reconverti en su formato grafico. En la pantalla aparecio una impresion dental, las piezas claramente visibles contra un fondo blanco. A izquierda y derecha de la impresion se veia una regla angular. Acuse recibo a Dallair y sali del programa.

De nuevo en el programa de imagenes hice aparecer el archivo Tang.tif. La impresion de Tanguay lleno la

Вы читаете Testigos del silencio
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×