pantalla. Recupere la imagen del mordisco en el queso de la rue Berger y situe ambas imagenes, una junto a otra.
A continuacion las converti a la escala RGB para maximizar la cantidad de informacion que en ellas aparecia. Ajuste el tono, el brillo, el contraste y la saturacion. Por fin, utilizando el control de imagen, aguce los bordes de la impresion en poliestireno como habia hecho con las del queso.
Para el tipo de comparacion que me proponia intentar ambas imagenes tenian que estar en la misma escala. Busque un compas de aguja y comprobe la regla de la foto de Tanguay. La distancia entre los cuadrados era exactamente de un milimetro. Bien. La imagen se correspondia de modo reciproco.
En la foto de la rue Berger no habia regla. ?Que hacer?
Utilizar cualquier otra cosa. Retornar a la imagen completa. Tenia que haber un medio para poder medirlo.
Lo habia. La taza del Burger King estaba junto al cuenco adyacente al queso, y su logotipo rojo y amarillo aparecia claro y evidente. Perfecto.
Corri a la cocina. ?Ojala se encontrara alli! Abri de par en par las puertas del armario y revolvi entre la basura que estaba bajo el fregadero.
?Alli estaba! Lave los posos de cafe y lleve la taza junto al ordenador. Me temblaban las manos mientras extendia el compas. El brazo derecho del logotipo «B» media exactamente cuatro milimetros de anchura.
Escogi la funcion de nuevo calibrado en el control de imagen y pulse el borde de la «B» de la taza de la rue Berger. Arrastre el cursor hasta el extremo mas alejado y pulse de nuevo. Tras haber escogido mis puntos de calibrado, ordene al programa que modificara de nuevo toda la imagen de modo que «B» midiera exactamente cuatro milimetros a lo ancho en aquella posicion. La imagen cambio al instante de dimension.
Ambas imagenes se correspondian ahora totalmente. Las observe una junto a otra en la pantalla del ordenador. La impresion producida por Tanguay mostraba un arco dental completo, con ocho dientes a cada lado de la linea central.
En el queso solo aparecian cinco dientes. Bertrand no se equivocaba: era como un falso inicio. Los dientes se habian clavado, resbalado o retirado y luego mordido un pedazo detras de la marca que yo tenia ante los ojos.
Observe las huellas de la dentadura. Estaba segura de que existia un arco superior. Distingui dos largas depresiones a cada lado de la linea central, probablemente los incisivos centrales. Junto a ellos habia dos surcos orientados de modo similar, pero algo mas cortos. Mas alla, en la parte izquierda de la arcada, se veia una melladura, pequena y circular, probablemente efectuada por el canino. No aparecian huellas de otros dientes.
Me enjugue las palmas mojadas a ambos lados de la camisa, ergui la espalda y aspire profundamente.
Bien. Cambiaria la posicion.
Escogi la funcion
De nuevo en el menu
Subi el nivel de transparencia al setenta y cinco por ciento y observe como los puntos y sombras del poliestireno se diluian hasta adquirir una transparencia fantasmal. Ahora tenia una clara vision de los dientes y huecos del queso a traves de la impresion realizada por Tanguay. ?Gran Dios!
Comprendi al instante que los mordiscos no habian sido realizados por la misma persona. Ninguna manipulacion manual ni el excesivo afinado de las imagenes podia alterar tal impresion. La boca que habia mordido el poliestireno no habia dejado las marcas en el queso.
El arco dental de Tanguay era demasiado estrecho, la curva frontal mucho mas densa que la marcada en el queso. La imagen compuesta mostraba una forma de herradura que cubria un semicirculo parcial.
Mas sorprendente aun: quien hubiera comido queso en el piso de la rue Berger tenia una separacion irregular a la derecha del hueco normal de la linea central, y el diente adyacente se ladeaba en un angulo de treinta grados, lo que le daba a la hilera dental el aspecto de un cerco de estacas. El comedor de queso tenia un incisivo central muy estropeado y un lateral bruscamente girado.
La dentadura de Tanguay era igualada y continua. Su mordisco no mostraba ninguno de aquellos rasgos. No era el quien habia mordido el queso. O Tanguay habia tenido un invitado en la rue Berger o aquel apartamento nada tenia que ver con el.
Capitulo 40
Quien hubiera utilizado el piso de la rue Berger era el asesino de Gabby. Los guantes coincidian. Existian muchas posibilidades de que Tanguay no fuese aquella persona: no era el quien habia mordido el queso. Saint Jacques no era Tanguay.
– ?Quien diablos eres? -pregunte con voz ronca. Mi temor por Katy resurgio con plena intensidad. ?Por que no habria llamado?
Intente localizar a Ryan en su casa sin hallar respuesta. Probe con Bertrand. Estaba ausente. Probe en la sala del destacamento de fuerzas. No habia nadie.
Fui al patio y escudrine por la verja la pizzeria de la acera de enfrente. La calle estaba vacia: habian retirado el equipo de vigilancia. Estaba sola.
Revise mis opciones. ?Que podia hacer? Poca cosa. No podia irme. Tenia que estar en casa por si Katy regresaba. Cuando Katy regresara.
Consulte el reloj: eran las siete y diez de la tarde. Los archivos. De nuevo me concentre en ellos. ?Que otra cosa podia hacer dentro de aquellas paredes? Mi refugio se habia convertido en mi prision.
Me mude de ropa y fui a la cocina. Aunque me flotaba la cabeza, no tome ninguna medicina. Me sentia bastante embotada sin tomar sedantes. Arrasaria los germenes con vitamina C. Cogi un envase de extracto de naranjas del congelador y busque el abridor. ?Maldicion! ?Donde estaria? Como estaba impaciente y no queria perder tiempo cogi un cuchillo de cocina y corte el pedazo de carton del envase para retirar la pestana metalica del recipiente de carton. Jarro, agua, agitar. «Puedes hacerlo. Ya recogeras los restos despues.»
Al cabo de unos momentos estaba instalada en el sofa, bien arropada con mi colcha, con los panuelos de papel y el zumo a mi alcance. Ejercitaba las cejas para reprimir mi nerviosismo.
Damas. Me sumergi en el expediente, repasando nombres, lugares y fechas visitados anteriormente. El monasterio St. Bernard. Nikos Damas. El padre Poirier.
Bertrand habia hecho efectuar un seguimiento de Poirier. Lo relei con enorme esfuerzo de concentracion. El buen padre habia dejado el hotel. Revise la entrevista original, buscando otros nombres para perseguirlos como claves en una caza de carroneros. A continuacion insisti con las fechas.
?Quien era el conserje? Un tal Roy, Emile Roy. Busque su declaracion.
No estaba alli. Revise todo el contenido del legajo sin encontrar nada. Sin duda alguien habria hablado con el. No recordaba haber visto el informe. ?Por que no figuraba en el archivo?
Permaneci pensativa unos momentos percibiendo tan solo el sonido de mi respiracion. Experimentaba de nuevo la sensacion de una idea preconcebida, como un aura que presagiara una migrana. La intuicion de que