invisible hasta el momento, se materializaria de repente y caeria sobre el desde las sombras, mostrando placas de apariencia oficial a cualquiera que tuviera el valor de intervenir. Entonces llevarian a Buchanan a una habitacion silenciosa situada en las entranas del aeropuerto de Filadelfia.
Alli lo estaria aguardando un tranquilo Robert Thornhill, con su pipa, su traje de tres piezas y su despreocupada arrogancia. Le preguntaria con toda la calma del mundo si queria morir justo en aquel instante, porque en ese caso lo complaceria gustoso. Buchanan no podria responder.
Al final, Danny Buchanan hizo lo unico que podia hacer. Salio del aeropuerto, entro en el coche que le esperaba y se dispuso a ver a su amigo el senador, para asestarle otra punalada con sus encantadores modales y sonrisas asi como con el dispositivo de escucha que llevaba puesto, de aspecto semejante a la piel y los foliculos pilosos y de tecnologia tan avanzada que no haria saltar ni el mas sofisticado detector de metales. Una furgoneta de vigilancia lo seguiria hasta su destino y grabaria cada una de las palabras que pronunciaran Buchanan y el senador.
Como medida de seguridad, por si alguien queria interferir la transmision del dispositivo de escucha, en el maletin de Buchanan habia una grabadora oculta. Bastaba con hacer girar ligeramente el asa del maletin para accionar el aparato, que tampoco detectarian los sistemas de seguridad del aeropuerto. Thornhill habia pensado en todo. «Maldita sea», dijo Buchanan para si.
Durante el trayecto, se consolo con una fantasia disparatada acerca de un Thornhill suplicante y destrozado, un amplio surtido de serpientes, aceite hirviendo y un machete oxidado.
?Ojala algunos suenos se hicieran realidad!
La persona sentada en el aeropuerto presentaba un aspecto cuidado, tendria treinta y tantos anos, llevaba un traje negro de corte conservador y trabajaba con un portatil, lo que significaba que era identico a los otros miles de hombres en viajes de negocios que lo rodeaban. Se lo veia ocupado y concentrado, e incluso hablaba solo. Quien acertara a pasar por alli creeria que estaba preparando un discurso para vender o redactando un informe de marketing. En realidad hablaba en voz baja por el minusculo microfono que llevaba en la corbata. Lo que parecian puertos de infrarrojos en la parte posterior del ordenador no eran otra cosa que sensores. Uno de ellos estaba disenado para captar senales electronicas. El otro era un lapiz que percibia sonidos, los interpretaba y exhibia las palabras en la pantalla. El primer sensor identifico facilmente el numero de telefono al que Buchanan acababa de llamar y lo transmitia de forma automatica a la pantalla. Puesto que habia tantas conversaciones en el aeropuerto, el sensor de voz tenia mas problemas, pero habia logrado descifrar lo suficiente como para entusiasmar al hombre. Las palabras «Donde esta Faith Lockhart?» brillaban con toda nitidez en la pantalla.
El hombre envio el numero de telefono y otros datos a sus colegas de Washington. Al cabo de unos segundos, un ordenador de Langley habia identificado el nombre y la direccion del titular. A los pocos minutos, un equipo de profesionales experimentados y completamente leales a Robert Thornhill, quien habia estado esperando dicha informacion, se dirigio hacia el apartamento de Lee.
Las instrucciones de Thornhill eran bien sencillas. Si Faith Lockhart estaba alli, tenian que «cesarla», eufemismo que se empleaba en la jerga del espionaje, como si se limitaran a despedirla y a pedirle que recogiera sus pertenencias y abandonara el edificio, en lugar de pegarle un tiro en la cabeza. Quienes estuvieran con ella correrian la misma suerte. Por el bien del pais.
– Me has dado un susto de muerte. -Faith no dejaba de temblar.
Lee entro en la habitacion y miro alrededor.
– ?Que haces en mi despacho?
– ?Nada! Solo daba una vuelta. Ni siquiera sabia que tuvieras un despacho aqui.
– No tenias por que saberlo.
– Al entrar me parecio oir un ruido al otro lado de la ventana.
– Oiste un ruido, pero no procedia de la ventana -repuso senalando la jamba de la puerta.
Faith advirtio que habia un trozo rectangular de plastico blanco en la madera.
– Es un sensor. Si alguien abre la puerta del despacho, activa el sensor, que hace sonar mi buscapersonas. -Extrajo el dispositivo del bolsillo-. Si no hubiera tenido que tranquilizar a Max en casa de la senora Carter, habria subido mucho antes.
– Fruncio el entrecejo-. Esto no me ha gustado nada, Faith.
– Oye, solo estaba mirando, matando el tiempo.
– Interesante eleccion de palabras: «matando».
– Lee, no tramo nada contra ti, te lo juro.
– Acabemos de prepararlo todo. No quiero hacer esperar a tus banqueros.
Faith evito mirar de nuevo el telefono. Lee no debia de haber oido el mensaje. Buchanan lo habia contratado para seguirla. ?Habia matado al agente anoche? Cuando subieran al avion, ?seria capaz de lanzarla al vacio desde una altura de nueve mil metros y prorrumpir en carcajadas mientras ella caia en picado entre las nubes sin dejar de gritar?
Por otro lado, Lee podria haberla matado en cualquier momento desde la noche anterior. Lo mas facil habria sido dejarla muerta en la casita. Entonces cayo en la cuenta: habria sido lo mas facil a no ser que Danny quisiera saber cuanto le habia contado al FBI. Eso explicaria por que estaba viva todavia y por que Lee parecia tan ansioso por hacerla hablar. En cuanto lo hiciera, el la mataria. Y ahora se disponian a tomar un avion con destino a una comunidad costera de Carolina del Norte que, en esa epoca del ano, estaria practicamente desierta. Salio de la habitacion, sintiendose como una condenada camino de su ejecucion.
Veinte minutos despues, Faith cerro la pequena bolsa de viaje y se colgo el bolso del hombro. Lee entro en el dormitorio. Se habia vuelto a poner el bigote y la barba y se habia quitado la gorra de beisbol. En la mano derecha tenia la pistola, dos cajas de municion y la pistolera.
Faith lo vio guardar los objetos en un estuche resistente y especial.
– En los aviones no se pueden llevar armas -comento.
– No me digas. ?De verdad? ?Cuando dictaron esa norma tan absurda? -Lee cerro el estuche con una llave que se guardo en el bolsillo antes de mirar a Faith-. En los aviones se pueden portar armas si las ensenas cuando facturas el equipaje y rellenas una declaracion firmada. Se aseguran de que el arma este descargada y guardada en un estuche reglamentario. -Golpeo con los nudillos el aluminio resistente de la caja-. En mi caso todo esta en orden. Comprueban que la municion no exceda las cien balas y que vaya en el embalaje original del fabricante o, en su defecto, en uno homologado por la FAA. Eso tambien esta en orden en mi caso. Luego marcan el paquete con una etiqueta especial y lo envian a la zona de carga, lugar al que me costaria acceder si quisiera utilizar el arma para secuestrar el avion, ?no crees?
– Gracias por la explicacion -dijo Faith, cortante.
– No soy un maldito aficionado -replico Lee con vehemencia.
– Nunca he dicho que lo fueras.
– Bien.
– Vale, lo siento. -Faith vacilo ya que, por varios motivos, en especial por su supervivencia, deseaba establecer una especie de tregua-. ?Quieres hacerme un favor?
Lee la observo con recelo.
– Llamame Faith.
Ambos dieron un respingo al oir el timbre.
Lee comprobo la hora.
– Un poco temprano para recibir visitas.