nerviosismo.
– Mierda, esto no me gusta. Podria ser una trampa. Quiza vayamos directos a una emboscada. Y no tenemos refuerzos. -No tenemos otra opcion, ?verdad?
– De acuerdo, pero quedate detras de mi, joder.
Se dirigieron a la casa.
Los tres hombres, vestidos con chandal negro y zapatillas de deporte, corrian por la orilla de la playa. Aunque faltaba poco para el amanecer, resultaban practicamente invisibles con el mar como telon de fondo y el rumor de las olas que mitigaba el sonido de sus movimientos.
Habian llegado a la zona hacia apenas una hora y acababan de recibir una noticia inquietante. Lee Adams habia salido de la casa. Lockhart no iba con el. Ella debia de estar todavia en la casa o, por lo menos, esperaban que asi fuera. Les habian dicho que Buchanan quiza tambien se hallara alli. Atraparian a esos dos antes que a Adams. El podia esperar. Ya le darian alcance. De hecho, no se detendrian hasta alcanzarlo.
Cada uno de los miembros del equipo llevaba una pistola automatica y un cuchillo especialmente disenado para seccionar la carotida de un solo golpe. Todos ellos estaban bien entrenados para ejecutar con precision ese corte letal. Las ordenes que habian recibido eran claras. Todos los ocupantes de la casa tenian que morir. Si se llevaba a cabo a la perfeccion, seria una operacion limpia. Estarian de regreso en Washington a ultima hora de la manana.
Eran hombres orgullosos, profesionales por derecho propio y hacia tiempo que estaban al servicio de Robert Thornhill. Como equipo habian sobrevivido a momentos de peligro durante los ultimos veinte anos gracias a su ingenio, habilidad, fortaleza fisica y resistencia. Habian salvado vidas, conseguido que ciertas partes del mundo fueran mas seguras y ayudado a que Estados Unidos se convirtiera en la unica superpotencia mundial. Ello supondria que el mundo seria mejor y mas justo para muchos. Al igual que Robert Thornhill, se habian incorporado a la Agencia para prestar un servicio, para participar en una empresa publica. Para ellos, aquello era lo maximo a lo que se podia aspirar.
Asimismo, los tres hombres formaban parte del grupo del que Lee y Faith se habian escabullido en el apartamento de Adams. El episodio les habia avergonzado, pues habia empanado su reputacion casi perfecta. Habian deseado que se les presentara la oportunidad de reparar su falta y ahora no tenian la intencion de dejarla escapar.
Uno de ellos se quedo en lo alto de las escaleras para montar guardia mientras los otros dos recorrian las pasarelas de madera en direccion a la parte posterior de la casa. El plan era sencillo, directo, carente de sutilezas. Tomarian la casa con rapidez y con decision, empezando por la planta baja. Cuando se encontraran con alguien, no formularian preguntas ni le pedirian que se identificase. Sus pistolas con silenciador dispararian una vez por victima hasta que no quedara un solo ser vivo en toda la casa. Si, era perfectamente posible que estuvieran de vuelta en Washington antes de la hora del almuerzo.
51
Lee aminoro la marcha de la Honda y se detuvo en medio de la calle antes de poner los pies sobre el asfalto. Miro por encima del hombro. La calle era larga, estaba oscura y vacia. Sin embargo, pronto amaneceria. Lo notaba en los bordes difuminados del cielo, como margenes blancos de una Polaroid que lentamente cobrasen vida.
?Por que no habia esperado? Podria haberse quedado hasta que llegara el coche que llevaria a Faith y a Buchanan a la pista de aterrizaje. Como mucho, solo habria retrasado su llegada a Charlottesville dos horas. Y, sin duda, estaria mas tranquilo. ?Por que demonios se marchaba tan rapido? Renee estaba protegida. Pero ?y Faith?
Dio un golpecito al acelerador con la mano enguantada. Asi tambien tendria la oportunidad de hablar con ella, de hacerle saber que le importaba mucho.
Dio media vuelta a la Honda y deshizo su camino. Cuando llego a la calle, disminuyo la velocidad. El coche estaba estacionado al final de la calle. Era un gran sedan que a todas luces pertenecia al Gobierno federal. Cierto, estaba en el extremo opuesto de la calle y no habia pasado por su lado al dirigirse a la carretera general pero ?como demonios no habia reparado en el su ojo «experto»? Cielos, ?habia perdido tantas facultades?
Se acerco directamente al coche pensando que, si se trataba de agentes federales, podria despistarlos y dejarlos atras facilmente. Sin embargo, cuando estuvo mas cerca, advirtio que el coche estaba vacio. Preso del panico, hizo virar la Honda, enfilo el camino de acceso a una de las casas contiguas a la de Faith y se apeo. Se deshizo del casco a toda prisa y desenfundo la pistola. Recorrio a grandes zancadas el patio trasero de la casa y subio a la pasarela de madera que se entrecruzaba con las zonas traseras comunes que comunicaban todas las casas con las escaleras que bajaban a la playa, como venas humanas conectadas con las arterias del corazon. Su propio corazon latia a una velocidad de vertigo.
Salto de la pasarela, se agazapo detras de unas juncias y escudrino la parte posterior de la casa de Faith. Lo que vio le helo la sangre. Los dos hombres iban vestidos de negro y estaban deslizandose por el muro trasero del patio de Faith. ?Eran los federales, o se trataba de los hombres que habian estado a punto de asesinar a Faith en el aeropuerto? «Que no sean ellos, por favor», se dijo. Ambos ya habian desaparecido por detras del muro. En cuestion de segundos estarian en la casa. ?Se habria acordado Faith de activar de nuevo el sistema de alarma despues de que el saliera? No, penso, probablemente no.
Lee se levanto con rapidez y salio disparado hacia la casa. Cuando cruzo la pasarela de madera, noto que algo se le acercaba desde la izquierda porque vio una sombra. Aquella sensacion fue seguramente la que le salvo la vida.
El cuchillo se le clavo en el brazo en vez de en el cuello porque se agacho y rodo por el suelo. Empezo a sangrar, pero el material rigido del traje de motorista amortiguo en buena medida el golpe. Su atacante no vacilo ni por un momento y se abalanzo sobre el.
Sin embargo, Lee sincronizo sus movimientos a la perfeccion, consiguio levantar el brazo no herido, empujo con fuerza al hombre y lo arrojo contra las juncias, lo que resultaba tan desagradable como que te clavaran en la piel un cuchillo afilado. Lee se lanzo a recoger su pistola, que se le habia caido cuando el hombre habia saltado sobre el. Lee no tenia reparos en pegarle un tiro al tipo y armar un escandalo. En ese preciso instante no le haria ascos a cualquier ayuda que le proporcionara la policia local.
No obstante, su oponente se recupero enseguida, salio de las juncias a una velocidad sorprendente y se echo sobre Lee antes de que este recuperase la pistola. Los dos hombres aterrizaron al borde de las escaleras. Lee vio el filo del cuchillo acercarse de nuevo, pero consiguio agarrar al hombre por la muneca antes de que lo hiriese. Aquel tipo era fuerte, Lee le noto los tendones acerados del antebrazo y los triceps duros como una piedra cuando le asio de la parte superior del brazo en un intento por obligarlo a dejar caer el cuchillo. Sin embargo, Lee tampoco era precisamente un alfenique. No se habia pasado anos levantando pesas en vano.
El tipo con quien se enfrentaba tambien era un luchador experto porque consiguio asestarle dos o tres punetazos en el vientre con la mano que tenia libre. No obstante, tras el primero, Lee tenso los abdominales y los oblicuos y casi no sintio el resto de las arremetidas. Durante mas de dos decadas habia hecho abdominales y parado pelotas medicinales con el vientre. Despues de haberse castigado de ese modo, el puno humano presentaba muy poca dificultad para el, independientemente de la dureza del mismo.
Convencido de que el tambien podia entrar en juego, Lee solto el brazo del hombre y le propino un gancho en el diafragma. Reparo que el tipo se quedaba sin aire, pero continuaba sujetando el cuchillo. Acto seguido, Lee le descargo tres golpes en los rinones, que eran los mas dolorosos que