– FBI -rugio Reynolds a los hombres de negro-. Suelten las armas. - Normalmente, cuando daba esa orden, se sentia bastante segura de la respuesta. En aquel momento, teniendo en cuenta que eran dos pistolas contra una, no tenia tanta confianza.

Los dos hombres no dejaron caer las armas. Continuaron avanzando mientras Connie ponia la pistola en direccion a uno y otro hombre alternativamente.

Uno de ellos alzo los ojos hacia Faith.

– Baje aqui, senorita Lockhart.

– Quedate ahi arriba, Faith -dijo Reynolds, mirandola fijamente-. Ve a tu habitacion y cierra la puerta con llave.

– ?Faith? -Buchanan aparecio en el pasillo, despeinado y con ojos somnolientos.

– Usted tambien, Buchanan. Ahora -ordeno el mismo hombre-. Baje.

– ?No! -grito Reynolds, desplazandose hacia adelante-. Escuchenme bien, una unidad de elite viene en camino. La hora prevista de llegada es dentro de dos minutos. Si no sueltan las armas inmediatamente, les sugiero que echen a correr si no quieren verselas con esos tipos.

El hombre sonrio.

– No va a venir ninguna unidad de elite, agente Reynolds.

Reynolds no fue capaz de ocultar su sorpresa, que aumento sobremanera al escuchar las siguientes palabras del hombre.

– Agente Constantinople -dijo el dirigiendose a Connie-, ya puede marcharse. La situacion esta bajo control, pero agradecemos su ayuda.

Lentamente, Reynolds se dio vuelta y contemplo a su companero boquiabierta y totalmente consternada.

Connie le devolvio la mirada con una clara expresion de resignacion en el rostro.

– ?Connie? -Reynolds tomo aire con rapidez-. No puede ser, Connie. Por favor, dime que no.

Connie toqueteo la pistola y se encogio de hombros. Poco a poco distendio su postura.

– Mi plan era que salieras viva de esta y que te readmitiesen. -Se volvio hacia los otros dos hombres. Uno de ellos sacudio la cabeza con decision.

– Eres tu el infiltrado? -pregunto Reynolds-. ?Y no Ken?

– Ken no era un espia -contesto Connie.

– ?Y el dinero de la caja de seguridad?

– Procedia de su comercio de cromos y monedas. Pagaba siempre en efectivo. De hecho participe en algunas operaciones con el. Yo estaba al corriente de todo. Enganaba a Hacienda. ?Que mas daba? Mejor para el. De todos modos, la mayor parte de ese dinero iba a parar a las cuentas para la universidad de sus hijos.

– Me hiciste pensar que el era el responsable de las filtraciones.

– Claro, no queria que pensaras que era yo. Es obvio que eso no habria resultado demasiado positivo.

Uno de los hombres corrio escaleras arriba y desaparecio en uno de los dormitorios. Salio al cabo de un minuto con el maletin de Buchanan. Condujo a Faith y a Buchanan escaleras abajo. Abrio el maletin y extrajo el casete. Reprodujo parte de la grabacion para confirmar su contenido. Acto seguido, rompio el casete a la fuerza, saco la cinta y la lanzo a la chimenea de gas antes de accionar el interruptor. Todos observaron en silencio como la cinta se convertia en una masa pegajosa.

Mientras Reynolds presenciaba la destruccion de la cinta no pudo evitar pensar que tenia ante si los ultimos minutos de su vida. Miro a los dos hombres y luego a Connie.

– ?Entonces nos han seguido hasta aqui? No he visto a nadie -dijo con amargura.

Connie nego con la cabeza.

– Tengo un microfono en el coche. Lo han escuchado todo. Nos dejaron encontrar la casa y luego nos siguieron.

– Por que, Connie? ?Por que te convertiste en un traidor? Connie parecio reflexionar en voz alta.

– He dedicado veinticinco anos de mi vida al FBI. Veinticinco anos de buen servicio y todavia estoy en la primera casilla, todavia soy un don nadie. Te llevo doce anos de ventaja y eres mi jefa. Porque no quise participar en la farsa politica al sur de la frontera. Como no quise mentir ni hacerles el juego me cerraron las puertas de los ascensos. -Nego con la cabeza y bajo la vista.

Volvio a posar los ojos en ella con expresion de disculpa-. Entiende que no tengo nada contra ti, Brooke. Nada de nada. Eres una agente excelente. No queria que esto terminara asi. El plan era que nosotros nos quedaramos fuera y que estos tipos hicieran el trabajo. Cuando me hubieran dado luz verde, habriamos entrado y encontrado los cadaveres. Tu habrias recuperado tu buen nombre y todo habria salido bien. El hecho de que Adams se largara de ese modo nos fastidio el plan. -Connie miro con cara de pocos amigos al hombre de negro que lo habia llamado por su nombre-. Pero si este tipo no hubiera dicho nada, quiza se me habria ocurrido alguna manera de que te marcharas conmigo.

El hombre se encogio de hombros.

– Lo siento, no sabia que fuese importante. Pero mas vale que se marche. Esta amaneciendo. Denos media hora. Luego puede llamar a la policia. Invente la historia que quiera para las noticias.

Reynolds no aparto la vista de Connie.

– Permiteme que invente una historia para ti, Connie. Es la siguiente: encontrarnos la casa. Yo entro por la parte delantera mientras tu cubres la parte posterior. No salgo. Oyes disparos, entras y nos encuentras a todos muertos. -A Reynolds se le quebro la voz al pensar en sus hijos, en el hecho de no volver a verlos-. Notas que sale alguien y disparas hasta vaciar el cargador. Pero no lo alcanzas, vas tras el, casi te mata pero, por fortuna, logras salir con vida. Llamas a la policia, llegan. Telefoneas a la central y les pones al corriente de la situacion. Envian a mas hombres. Te critican un poco por venir aqui conmigo pero lo unico que hacias era apoyar a tu jefa. Lealtad. ?Como podian culparte? Investigan y nunca consiguen una respuesta satisfactoria. Probablemente piensan que yo era la infiltrada, que me deje sobornar por dinero. Puedes decirles que fue idea mia venir aqui, que sabia exactamente adonde ir. Entro en la casa y me vuelan la tapa de los sesos. Y tu, pobre inocente, casi pierdes la vida. Caso cerrado. ?Que le parece, agente Constantinople? -Casi escupio esas ultimas palabras.

Uno de los hombres de Thornhill miro a Connie y sonrio. -A mi me parece bien.

Connie no le quito ojo a Reynolds.

– Lo siento, Brooke, de verdad que lo siento.

A Reynolds se le saltaron las lagrimas y se le volvio a quebrar la voz al hablar.

– Dile eso a Anne Newman. Diselo a mis hijos, ?cabron! Cabizbajo, Connie paso junto a ellos y empezo a bajar las escaleras.

– Acabaremos con ellos aqui, uno por uno -dijo el primer hombre. Senalo a Buchanan-. Usted primero.

– Supongo que esa fue una peticion especial de vuestro jefe -comento Buchanan.

– ?Quien? Quiero un nombre -exigio Reynolds.

– ?Que mas da? -dijo el segundo hombre-. No vivira para testificar…

En cuanto hubo pronunciado esas palabras una bala lo alcanzo en la parte posterior de la cabeza.

El otro hombre se dio vuelta rapidamente e intento apuntar con la pistola, pero

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