Intrigada, Isabella se acerco, cuidando de mantenerse bien apartada de la accion. Alguien grito, ondeando una mano, y senalo hacia un caballo joven que estaba relinchando y resoplando, su cuidador claramente estaba teniendo problemas haciendo frente a sus miedos. Ante las instrucciones gritadas, el soldado tomo un agarre mas firme de la brida, tranquilizando al animal, hablandole consoladoramente. Isabella reconocio a Sergio Drannacia dirigiendo las actividades.
Espero al borde del campo hasta que el la advirtio.
Al momento su cara se ilumino. Dijo algo al hombre que estaba a su lado y comenzo a avanzar a zancadas hacia ella.
Mientras se acercaba, ella sonrio y saludo.
– ?Sergio! ?Que estais haciendo con los caballos? ?Por que les envolveis los pies, y por que les cubris asi los ojos?
El se apresuro hacia ella. Su hermoso uniforme acentuaba su buena apariencia juvenil.
– Isabella, que maravillosa sorpresa -Sonriendo hacia ella, le tomo la mano y se la llevo galantemente a los labios – ?Que haces vagando por aqui afuera?
Ella retiro la mano y le rodeo para observar los caballos que estaba siendo paseados arriba y abajo por el campo.
– Queria visitar a mi yegua en el establo. Betto me aseguro que estaba bien cuidada, pero la echo de menos. El
– Ven a ver -invito Sergio, tomandola del codo para escoltarla-. Estamos entrenando a los caballos para la batalla. No podemos tener a una hermosa mujer alicaida en un dia como este.
– ?Los caballos no estan ya entrenados? Estaban preparados cuando intentamos salir del valle, ?verdad?
El se encogio de hombros.
– Fue una mala experiencia para ellos. Intentamos criarlos con el olor y los sonidos de los leones para darnos mas de una ventaja si fueramos atacados. Requiere gran paciencia por nuestra parte y gran valor por parte de los caballos; los leones son sus enemigos naturales, normalmente los ven como una presa. El incidente cerca del paso fue una recaida para los caballos, cuando uno de los leones se rebelo. Por si no lo notaste, nuestras monturas estaban nerviosas mientras montabamos hacia el paso, pero aguantaron firmemente. Los leones estaban paseando a nuestro lado justo fuera de la vista.
– Pero los caballos se asustaron.
– Solo cuando los leones comenzaron a tomar posiciones de ataque. Los caballos tienen la bastante experiencia como para saber que los leones nos estaban advirtiendo que nos alejaramos del paso. Ahora, sin embargo, es imperativo reentrenarlos y acostumbrarlos a viajar con los leones cerca.
– ?Y las envolturas de los cascos?
– Para el silencio. Encurtimos y estiramos pieles. Los tiempos son inciertos, y nuestro valles es rico en comida y tesoros. Aunque los acantilados y el estrecho paso nos protegen, demasiados miran nuestro valle con envidia. Asi que entrenamos duro y con frecuencia. Hemos luchado con exito contra cada enemigo, pero continuaran intentando tomar nuestras tierras.
– ?Estais preocupados por algo en particular? -Sintio una subita tension en el pecho, un subito conocimiento. Veia demasiados caballos para que esto fuera un simple ejercicio de entrenamiento-. ?Esto es porque
El le sonrio gentilmente, una sonrisa masculina de superioridad para tranquilizarla.
– Ningun enemigo conseguira atravesar el paso hasta el valle y vivira para contarlo. Seran enterrados aqui, y nadie volvera y contara la historia. Asi nos sumamos a la legenda del valle.
Isabella podia ver la sabudiria de sus palabras. Ella habia crecido escuchando las misteriosas historias del valle DeMarco. Nadie sabia si creer los cuentos, pero el poder del desconocimiendo daba al
– ?Retarda a los caballos el cubrirles los cascos?
El sacudio la cabeza.
– Cuidamos de entrenarlos utilizando las envolturas, y se acostumbran a ellas.- Le dio la vuelta, conduciendola hacia el extremo mas alejado del campo.- Estos son los caballos mas jovenes e inexpertos. Puedes ver que estaban pasando un mal rato. Alguno tropieza. Las vendas impiden que vean a los leones.
– Yo no veo ningun leon -dijo ella, mirando alrededor. Su corazon latio mas rapido antes sus palabras. No creia que se acostumbrara nunca a ver a las bestias de cerca.
– Estan lo bastante cerca como para que los caballos capten su olor, pero no los acercaremos hasta que el caballo mas joven se tranquilice un poco -explico el.
– ?Como controlais a los leones? ?Como evitais que ataquen a hombres y caballos? Seguramente tienen la inclinacion de comerse a tus entrenadores. -se estremecio, frotandose las manos arriba y abajo por los brazos, recordando el extremo terror de ver una de tales bestias de cerca, con los ojos fijos en ella.
–
Que tremenda carga llevaba Nicolai. Y que terrible vivir con un solo fallo. Una paso en falso y un amigo podia morir de una muerte de puro horror.
Un grito salvaje distrajo sus pensamientos.
– ?Capitan Drannacia! -Alberita saludaba salvajemente para conseguir su atencion. Se alzo la falda y corrio hacia ellos, un relampago de color, con el pelo flotando salvajemente.
Isabella ojo el suspiro involuntario de exasperacion de Sergio Drannacia, y una expresion sufrida de impaciencia cruzo su cara velozmente. Cuando la joven criada se acerco, sin embargo, sonrio, sus dientes blancos brillaron, su mirada corrio rapidamente sobre las curvas de Alberita cuando ella hizo un alto, con los pechos enhalando bajo la fina blusa.
– ?Que pasa, joven Alberita? -pregunto bondadosamene.
Aparentemente el simple hecho de que el recordara su nombre y la mirara con reconocimiento y aprovacion la dejaba sin aliento y mirandole con absoluta devocion.
De nuevo Isabella vio claramente que estaba en la naturaleza de Sergio responder galantemente a las mujeres sin importar su posicion o su propio interes. Lanzaba exactamente la misma sonrisa a cada mujer, aunque su mirada no las seguia como lo hacia con su esposa.
– Betto dijo que le diera esta misiva de
Alberita chillo con horror, un sonido agudo que hirio los oidos de Isabella, y corrio, tropezando con Sergio mientras el se giraba en un intento de atrapar la voluntariosa misiva. Cogio los brazos de Alberita para estabilizarla mientras Isabella saltaba sobre el ondeante pergamino cuando este aterrizo en un arbusto cercano.
– ?
– Lo tengo a la espalda, asi que no me es posible mirar -la tranquilizo Isabella-. Capitan -continuo sobriamente, sus ojos encontraron los de Sergio con risa compartida-. tendra que rodearme para recuperar su caprichoso mensaje, ya que puede ser de gran importantcia.
Sergio, atacado por un repentino acceso de tos, les dio cortesmente la espalda, con los hombros temblando. Alberita se inclino e hizo una reverencia, retrocediendo hasta que tropezo inesperadamente en el terreno accidentado. Despues se recogio las faldas y corrio hacia el enorme
Isabella espero hasta que la joven doncella estuvo a una distancia segura, despues palmeo a Sergio en la espalda, riendo suavemente.