mirada de anhelo en la cara.
Isabella miro alrededor cuidadosamente para asegurarse de que ningun adulto estuviera cerca. Entonces se detuvo y recogio algo de los helados cristales en la mano, dando forma y amanasandolos como habia visto hacer a los ninos.
Violante retrocedio alejandose de Isabella, sacudiendo la cabeza en advertencia.
– ?No te atrevas! Dificilmente somos pequenos rufianes para jugar con semejantes cosas.
– ?Por que van a quedarse ellos con toda la diversion? -pregunto Isabella con una sonrisa malvada.
Una bola de nieve aterrizo en la nuca de Isabella, salpicando hacia abajo la espalda de su vestido. Ella se inmovilizo, se dio la vuelta, esperando confrontar a los ninos. Theresa, a unos pocos pasos de ella, estaba recogiendo mas nieve rapidamente, riendo mientras lo hacia. Parecia estar bastante familiarizada con el juego, amasando los helados cristales con movimientos veloces y eficientes.
Isabella lanzo apresuradamente su bola de nieve a Theresa, riendo con tanta fuerza que casi resbalo y cayo. Theresa justo estaba enderezandose, y la bola de nieve la golpeo en el hombro, el hielo se pego a su manga. Arrojo su esfera compacta de vuelta hacia Isabella, que salto a un lado, agachandose mientras lo hacia, ya recogiendo mas nieve.
Violante grito cuando la nieve le golpeo el hombro y el cuello. Se tambaleo hacia atras y cayo, aterrizando sobre los copos humedos.
– ?Ooh! -balbuceo por un momento, como si no pudiera decidir si reir, enfadarse, o llorar.
Theresa e Isabella estaban en medio de una guerra total, arrojando bolas de nieve de aca para alla rapida y furiosamente. Violante formo decididamente varias esferas y las tiro con inesperada punteria a las otras dos mujeres.
Ambas intentaron vengarse, sus manos enguandadas cogieron punados de nieve y los arrojaron de vuelta a Violante, sus risas despreocupadas sin inhibicion fueron llevadas por el viento.
– ?Que esta pasando aqui, senoras? -La voz era baja, divertida. Masculina.
– ?Theresa! -El nombre fue siseado con una voz atonita y avergonzada, tensa por la desaprovacion y la reprimenda.
– ?Violante? -La tercera voz estaba mas sorprendida que embarazada.
Las tres mujeres cesaron instantaneamente, girando las caras hacia los oradores. Las risas de Violante y Theresa murieron, reemplazadas por el horror y la verguenza. La mirada de Isabella danzo con algarabia y un dejo de malicia mientras mirada al
Sergio Drannacia y Rolando Bartolmei miraban pasmados a sus esposas en una especie de atonito silencio.
Nicolai hablo primero.
– ?Senoras? -Hizo una baja reverencia, pero no pudo eliminar el rastro de diversion en su voz.
– Una batalla,
Nicolai rechazo el proyectil en medio del aire, evitando que este le golpeara la cabeza. Ignorando a su sorprendidos companeros, se inclino para recoger punados de nieve.
– Acaba de cometer un error,
Isabella tomo la mano de Violante y comenzo a retroceder, riendo. Violante intento coger a Theresa, que permanecia rigidamente mirando hacia el suelo.
– Con su permiso disiento,
Violante alzo sus faldas y corrio, pero lps cristales de hielo le golpearon el hombro antes de que pudiera moverse. Sin dudar recogio punados de copos y los tiro a su marido, corriendo hacia atras mientras lo hacia.
Isabella golpeo a Rolando directamente en medio de la frente y se doblo de risa ante su expresion. Nicolai tomo ventaja de su algarabia, apedreandola con nieve hasta que estuvo casi cubierta de copos blancos.
Rolando empezo a reir, dejando de repente de dar forma a la nieve hasta convertirla en armas de su propia creacion. Tiro dos a Isabella, que estaba riendo tan fuerte que no pudo vengarse.
– ?Theresa! ?Ayuda! -suplico Isabella cuando Nicolai se lanzo hacia ella. Violante tenia claramente las manos demasiado llenas parando a su marido.
Las suplicas de Isabella excitaron a Theresa a la accion, y probo ser la mejor de las mujeres en la batalla, precisa y veloz. Isabella adoro el sonido de la risa de Nicolai. Mas que nada, adoro que los otros le vieran como ella lo hacia. Parecia joven y despreocupado, en la batalla rapida y acalorada, sus preocupaciones dejadas a un lado por el juego infantil. Adoro la sensacion de los brazos de el alrededor de su cintura mientras se lanzaba sobre ella, tirandolos a ambos a la nieve. Sentir el roce de sus labios en su pelo mientras le besaba la sien antes de lanzar una andanada de bolas de nieve hacia Sergio y Rolando.
Todo acabo demasiado pronto, los hombres ayudaban a las mujeres a salir de la nieve y se limpiaban sus ropas. Los ninos se habian apinado alrededor para animarlos, la mayor parte de ellos mirando con temor reverencial a
Nicolai cepillo la nieve del pelo y los hombros de Isabella, su mano demorandose contra su nuca. Ella parecia feliz, sus ojos centelleaban de alegria. Todo en el se derritio como hacia siempre cuando ella estaba cerca. Isabella. Su mundo.
– ?Adonde ibas, Isabella? -pregunto, su mirada examinaba a la multitud intranquilamente como si algo o alguien pudiera hacerla dano-. No estaba informado de que estuvieras fuera.
– Que atroz -Ella se enderezo y le cepillo la nieve del pelo salvaje con los dedos enguantados-. Realmente debes hablar con esos espias tuyos. No estan haciendo su trabajo -Su vestido estaba humedo, y estaba empezando a temblar a pesar de su calida capa.
El le cogio la barbilla firmemente y la obligo a encontrar su mirada.
– Necesitas calentarte. Vuelve al
– Tienes unos ojos increiblemente hermosos -Le lanzo una sonrisa- Muy inusual -Adoraba el color, dorado con iris casi traslucidos, adoraba sus largas y casi femeninas pestanas.
– Decias la verdad cuando dijiste que no entendias lo que significaba la palabra
– Nunca,
Nicolai no pudo resistir la tentacion de sus labios sonrientes. Simplemente inclino la cabeza y tomo su boca. Justo asi creo magia, abanicando un fuego de las ascuas que ardian a fuego lento, haciendo que corrieran llamas a traves de su sangre y que su cuerpo latiera y pulsara en reaccion.
La enegia crujia alrededor de ellos, y el mismo aire parecio vivo. El alzo la cabeza lentamente, con pesar, sin recordar a los ninos que reian y a los cuatro adultos que le miraban atonitos. Sus manos le enmarcaron la cara, y le beso la punta de la nariz.
– Anochece rapidamente en las montanas. Vuelve a casa pronto.
Un poco aturdida, Isabella asintio, tocandose la boca, donde todavia podia sentirle, todavia le saboreaba.
Nicolai batio palmas, y los ninos se dispersaron alarmados mientras el ondeaba la mano. Sergio y Rolando le siguieron cuando se alejo a zancadas de la ciudad y hacia el denso bosque. Isabella se quedo de pie mirando fijamente a los tres hombres.
Violante y Theresa le sonreian. El cuerpo de Isabella estaba dolorido de deseo, con un hambre que rapidamente se le estaba haciendo familiar. Finalmente parpadeo hacia las dos mujeres, como si estuviera sorprendida de verlas alli de pie.