Ciertamente no eres demasiado vieja para tener un bambino. Habla con tu sanadora, y si eso no ayuda, enviare palabra a mi sanadora para ver si ella tiene algun consejo.
– ?Harias eso por mi? -la voz de Violante temblo.
– Bien, por supuesto. Me gustaria que fueramos amigas y esperaba que nuestros bambini jugaran juntos. Vemos, te mostrare lo facil que es hacer marcas en la pagina. Escribire tu nombre para ti -Isabella abrio el gran escritorio y busco hasta encontrar la pequena caja que contenia tinta y una pluma.
Violante se acerco a ella, e Isabella cuidadosamente hizo marcas arremolinantes a lo largo del pergamino.
Violante inhalo agudamente.
– ?Esa soy yo? ?Ese es mi nombre?
Isabella asintio.
– ?No parece hermoso? Recuerdo la primera vez que Lucca me mostro mi nombre-. Escribio su propio nombre al final del pergamino con soltura. Lo estudio por un momento con ojo critico.
– ?Que dirias en una carta a tu hermano si estuvieras escribiendo para el? -pregunto Violante, curiosa-. ?Como lo escribirias?
Isabella aliso el pergamino con la punta de un dedo.
– Escribiria su nombre aqui, justo bajo donde esta el tuyo -Asi lo hizo y anadio un par de lineas de ejemplo- Esto dice que le hecho de menos y deseo que se apresure y se una a mi. En realidad no soy del todo buena con las cartas. No practico lo suficiente. ?Ves donde algunas lineas vacilan? -soplo la tinta humeda para secarla, complacida de haber encontrado una forma de empezar una amistad con la esposa de Sergio Drannacia.
– Parecen muchas marcas para esas palabras -observo Violante.
Isabella trago con fuerza.
– Anadi que le amaba… estupido, cuando el nunca lo vera.
– Dijiste que tu hermano estaba siendo retenido en las mazmorras de Don Rivellio - recordo Violante- Me alegro de que este libre. A Theresa le disgusta intensamente. El don tiene reputacion de ser dificil.
– Una palabra agradable para describirle, Signora Drannacia -dijo Isabella secamente-. ?Como es que la Signora Bartolmei tiene tratos con Don Rivellio? -Isabella sentia curiosidad, a pesar de que le disgustaba chismorrear.
– Debes llamarme Violante -imploro la mujer mayor-. Theresa, por supuesto, es prima de Don DeMarco. Se crio en una granja, en alguna parte cerca del palazzo, pero es una aristocratica-. Habia un dejo de envidia, de frustracion, en el tono de Violante-. Se caso con Rolando Bartolmei, quien, como Sergio, tambien lleva un gran nombre. Naturalmente, ella y su parentela son invitados a todas las celebraciones en las otras fincas.
Isabella se sento a la mesa y estudio la cara de Violante. La mezcla de celos y alivio que vio alli fue casi humoristica. Pero la expresion de Violante era seria.
– Theresa y Rolando llevaron a Chanise, su hermana menor, con ellos a un festival. Don Rivellio estaba alli. Presto particular atencion a Chanise, aunque ella solo tenia once veranos.
El corazon de Isabella salto. Muy deliberadamente coloco las manos en el regazo para evitar que traicionaran su agitacion. Un miedo infantil crecia en su estomago y se extendia rapidamente.
– Theresa dijo que el don habia sido galante y encantador. Estaban todos impresionados con sus atenciones. Chanise parecia muy enamorada de el. Pero ella desaparecio. Estaban freneticos y la buscaron por todas partes, pero en vano -Violante suspiro-. Chanise era una nina hermosa, muy querida. Yo solia desear tener una pequena bambina, justo como ella.
Isabella se froto las subitamente palpitantes sienes.
– ?La encontraron alguna vez?
Violante asintio.
– Despues de mucho tiempo, Don Rivellio envio palabra de que Chanise se habia ocultado entre su equipaje e insistia en quedarse con el. Ella tenia un bambino pero estaba muy enferma. Hay una enfermedad que ataca a la gente de este valle si se alejan demasiado tiempo. Si no volvemos nos desmejoramos y morimos. Theresa y Rolando la trajeron a casa. No hablaba. A nadie en absoluto -Violante suspiro suavemente-. Voy a verla con frecuencia, pero no me habla. Mira fijamente al suelo. Tiene cicatrices en las munecas y tobillos. Theresa me dijo que tiene marcas de latigazos en la espalda. Al bambino es al unico al que responde. Creo que se quitaria su propia vida si no le tuviera a el. Rolando y Theresa odian a Don Rivellio, y no puedo culparlos.
– ?Sabe esto Don DeMarco? -Por supuesto que lo sabia. El sabia todo lo que pasaba dentro y fuera de su valle. Isabella no podia imaginar a Nicolai permitiendo semejante atrocidad sin castigo. No creia ni por un momento que la nina hubiera elegido ir con Rivellio.
– El hizo los preparativos para el pasaje seguro de Chanise y negocio su liberacion con Rivellio cuando el don fingio ser reluctante a dejarla marchar a ella y al bambino. Afirmo que no estaba seguro, pero que el bambino podia ser suyo -Violante solto un resoplido poco elegante- Si Chanise estuvo alguna vez con otro hombre, fue porque el se la entrego. Don DeMarco pago una gran suma para traerla de vuelta… al menos ese fue el rumor. Theresa no habla de ello en absoluto. Yo creo que se siente culpable por ceder a las suplicas de su hermana para asistir a la celebracion.
Violante sacudio la cabeza.
– En verdad, nadie podia resistirse a Chanise. Era como la luz del sol balilando sobre el agua. Theresa ya nunca habla de ello, pero la tristeza y culpa estara siempre con ella, y se merece algo mejor.
– Tu tambien lo lamentas -observo Isabella-. Debes tener una relacion muy estrecha con Theresa y su famiglia.
– Ya basta de hablar de tristezas. He venido a alegrarte -Violante se puso de pie resueltamente y miro alrededor buscando sus guantes- En realidad deberiamos irnos si voy a mostrarte los alrededores. La oscuridad cae rapidamente aqui en las montanas.
Isabella se puso en pie tambien, colocandose los guantes distraidamente. Junto con la historia de la corrupcion y depravacion de Don Rivellio habia llegado esa sensacion de maldad. Se arrastro dentro de la habitacion, oscura y maligna, como si el mismo nombre de Rivellio convocara lo que ya estaba retorcido. Isabella se estremecio y miro a su alrededor, deseando estar fuera a cielo abierto donde pudiera ver a cualquier enemigo que se aproximara. A veces, habia descubierto, se sentia rodeada de enemigos.
Violante se estremecio visiblemente tambien, afectada por el mismo nombre de Rivellio. En su apresurada salida de la habitacion, se movio demasiado rapidamente y golpeo un macizo tomo al borde de un estante. Este golpeo el suelo con un ruido sordo. Violante se puso roja y dio un chillido avergonzado.
– A mi me ha pasado mas de una vez. -dijo Isabella apresuradamente, sabiendo lo abochornada que Violante se sentia con el mas ligero error social. Se detuvo para recuperar el gran libro. Era mas pesado de lo que habia anticipado, y se le escurrio de entre los dedos para aterrizar con un segundo golpe. Se rio suavemente, deseando disipar la tension en la habitacion, pero esta se retorcia en su estomago persistentemente.
Estuvo mas que feliz de seguir a Violante fuera del palazzo al aire freco y crispado. Isabella inhalo profundamente. El viento se apresuraba a traves de los arboles, y las hojas brillaban de un hermoso plata. Las ramas se balanceaban gentilmente. El mundo parecia un lugar deslumbrante de plata y blanco. Siguieron el camino bien gastado que conducia desde el gran castello, un fortin casi imnesprugnable, pasando las murallas exteriores hasta la ciudad de casas y tiendas. El mercado parecia familiar… los olores y vistas, los puestos, los estrechos escalones y pequenos patios donde la gente se reunia para charlar e intercambiar articulos de interes. Filas de edificios se extendian en todas direcciones, creando una comunidad muy unida de personas que vivian y trabajaban dentro o cerca del castello.
Isabella observo tristemente a algunos ninos jugando, tirandose nieve los unos a los otros. Ella nunca habia hecho tal cosa, y parecia muy divertido. Se quedo en pie un momento observando.
– Donde yo creci, no teniamos nieve. ?Tu jugaste asi, Violante, cuando eras nina?
– Algunas veces. En su mayor parte la mia madre se negaba a permitirme salir con los demas. Para ella era importante elegir a mis amigos. -Ella tambien estaba observando a los ninos, con una