abrio. Moore congelo la imagen.

– Alli -dijo-. Este es el primer grupo en salir del ascensor despues de que se pidio el codigo. Conte once pasajeros, y todos salieron apurados.

– Es lo previsible con un codigo azul -dijo la enfermera de guardia-. El anuncio se transmite por todo el sistema de parlantes del hospital. Se asume que todo el que este disponible debe presentarse.

– Mire bien estas caras -dijo Moore-. ?Los reconoce a todos? ?Hay alguien alli que no deberia estar?

– No puedo ver todas las caras. Salen del ascensor como en bloque.

– ?Que dices tu, Sharon? -pregunto Moore a la segunda enfermera.

Sharon se inclino hacia la pantalla.

– Esas tres de ahi son enfermeras. Y los dos jovenes, al costado, son estudiantes de medicina. Reconozco al tercer hombre de alli… -Senalo el extremo de la pantalla-. Es un ordenanza. Los demas me parecen familiares pero no conozco sus nombres.

– Esta bien -dijo Moore con voz cansada-. Veamos el resto. Luego veremos la grabacion de la camara del hueco de la escalera.

Rizzoli se acerco hasta quedar parada tras la enfermera de guardia.

En la pantalla las imagenes retrocedieron hasta que se cerro la puerta del ascensor. Moore apreto reproducir y la puerta volvio a abrirse. Once personas salieron, moviendose como un organismo de multiples patas en su urgencia por llegar a tiempo para el codigo. Rizzoli vio el apremio en sus caras, y aun sin sonido, la sensacion de estado critico era evidente. Ese grupo de personas se desvanecio por el costado de la pantalla. La puerta del ascensor se cerro. Paso un momento, y la puerta volvio a abrirse para descargar otro tropel de empleados. Rizzoli conto trece pasajeros. Hasta el momento un total de veinticuatro personas habian bajado en ese piso en el lapso de tres minutos; y eso, solo considerando el ascensor. ?Cuantos mas habrian aparecido por las escaleras? Rizzoli observaba con sorpresa creciente. Los tiempos eran impecables. Pedir un codigo azul era como desatar una estampida. Con docenas de personal de todo el hospital convergiendo en Cinco Oeste, cualquiera que llevara un guardapolvos blanco podia colarse inadvertido. El asesino sin duda se habria ubicado en el extremo del ascensor, detras de todo el resto. Habria tomado el recaudo de tener a alguien entre el y la camara. Estaban detras de alguien que sabia exactamente como funcionaba un hospital.

Observo el segundo grupo de pasajeros del ascensor desaparecer de camara. Dos de las caras permanecian ocultas durante todo el desplazamiento.

Ahora Moore cambio las cintas, y la vision fue otra. Miraban la puerta que daba a la escalera. Por un momento nada sucedio. Cuando la puerta se abrio, un hombre de guardapolvos blanco paso de largo.

– Lo conozco. Es Mark Noble, uno de los residentes -dijo Sharon.

Rizzoli saco su cuaderno de espiral y apunto el nombre.

La puerta volvio a abrirse, y emergieron dos mujeres, ambas en uniforme blanco.

– Esa es Veronica Tam -dijo la enfermera de guardia, apuntando a la mas baja de las dos-. Trabaja en Cinco Oeste. Estaba libre cuando se pidio el codigo.

– ?Y la otra mujer?

– No lo se. No se le ve bien la cara.

Rizzoli anoto:

10:48, camara de las escaleras:

Veronica Tam, enfermera, Cinco Oeste.

Mujer desconocida, pelo negro, uniforme de laboratorio.

Un total de siete personas paso por la puerta de la escalera. Las enfermeras reconocieron a cinco de ellas. En total Rizzoli conto treinta y una personas que habian llegado por el ascensor y las escaleras. Anadido al personal que trabajaba en ese piso, se estaban enfrentando al menos con cuarenta personas con acceso a Cinco Oeste.

– Ahora observen que sucede mientras la gente se retira durante y despues del codigo -dijo Moore-. Ahora no estan apurados. Tal vez podamos reconocer algunas caras mas y sus nombres. -Adelanto la cinta. En un rincon de la pantalla, el reloj avanzo ocho minutos. El codigo seguia adelante, pero ya el personal innecesario comenzaba a apartarse de la guardia. La camara capto solo seis espaldas que caminaban a la puerta de la escalera. Primero, dos varones estudiantes de medicina, seguidos un poco despues por un tercer hombre no identificado, que salia solo. Luego se produjo una larga pausa, que Moore adelanto. Se vio a un grupo de cuatro hombres que salian juntos hacia las escaleras. La hora marcaba las 11:14. Para entonces el codigo habia terminado oficialmente, y Herman Gwadowski habia sido declarado muerto.

Moore cambio las cintas. Una vez mas, miraban el ascensor.

Para el momento en que pasaron nuevamente toda la cinta, Rizzoli habia escrito tres paginas de notas, detallando el numero de llegadas durante el codigo. Trece hombres y diecisiete mujeres habian respondido a la emergencia. Ahora Rizzoli contaba cuantos aparecian despues de finalizado el codigo.

Los numeros no cerraban.

Por fin Moore apreto el boton detener, y la pantalla quedo en blanco. Habian estado mirando el video por mas de una hora, y las dos enfermeras se veian como impactadas por una explosion.

Cortando el silencio, la voz de Rizzoli parecio asustarlas a ambas.

– ?Tienen algun empleado que trabaje en Cinco Oeste durante sus turnos? -pregunto.

La enfermera de guardia miro a Rizzoli. Parecia sorprendida de que otro policia se hubiera deslizado en el cuarto sin que ella lo notara.

– Hay un enfermero que llega a las tres. Pero no hay hombres durante mi turno.

– ?Y no habia ningun hombre trabajando en Cinco Oeste en el momento en que se pidio el codigo?

– Pudo haber residentes de cirugia en el piso. Pero no enfermeros.

– ?Que residentes? ?Los recuerda?

– Siempre entran y salen, haciendo guardias. No tengo registro de ellos. Estamos ocupadas con nuestro propio trabajo. -La enfermera miro a Moore-. Necesitamos volver al piso.

Moore asintio.

– Pueden ir. Gracias.

Rizzoli espero hasta que las enfermeras abandonaron la sala. Entonces le dijo a Moore:

– El Cirujano ya estaba en la guardia. Antes incluso de que se pidiera el codigo, ?no?

Moore se levanto y se acerco a la videocasetera. Podia leer la ira en su lenguaje corporal, la manera en que sacaba la cinta de la maquina, la forma en que enterraba la otra cinta.

– Trece hombres llegaron a Cinco Oeste. Y se fueron catorce. Hay un hombre de mas. Tiene que haber estado ahi todo el tiempo.

Moore apreto reproducir, la cinta de la escalera comenzo a girar nuevamente.

– Maldicion, Moore. Crowe estaba a cargo de arreglar la vigilancia. Y ahora hemos perdido a nuestra unica testigo.

No contesto, sino que contemplo la pantalla, observando las figuras, ahora familiares, aparecer y desaparecer por la puerta de la escalera.

– Este asesino camina por las paredes -dijo ella-. Se esconde en el aire. Hay nueve enfermeras trabajando en ese piso, y ninguna de ellas se percato de su presencia. Estuvo con ellas todo ese maldito tiempo.

– Esa es una posibilidad.

– ?Entonces como hizo con el policia? ?Por que un policia se veria obligado a abandonar la puerta del paciente para entrar en la sala de abastecimiento?

– Tiene que ser alguien con quien estuviera familiarizado. O alguien que no representaba una amenaza.

Y en la excitacion de un codigo, con todo el mundo angustiado por salvar una vida, era natural para un empleado del hospital dirigirse a la unica persona parada en el pasillo: el policia. Era natural que le hubiera pedido ayuda al policia para algun asunto en la sala de abastecimiento.

Moore apreto pausa.

– Alli -dijo en voz baja-. Creo que ese es nuestro hombre.

Rizzoli miro con atencion la pantalla. Era el hombre que habia caminado solo hacia la escalera a principios del codigo. Solo podian ver su espalda. Llevaba un abrigo blanco y un uniforme quirurgico. Una estrecha franja de pulcro pelo castano se hacia visible bajo su gorra. Tenia una constitucion delgada, hombros para nada imponentes, y toda su postura se encorvaba hacia delante como un signo de interrogacion humano.

Вы читаете El cirujano
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату