– Si.
– ?Lo reconociste? ?Habias visto a ese hombre alguna vez en tu vida?
Hubo un largo silencio.
Moore sintio que su propio corazon se agitaba mientras esperaba la respuesta anhelada.
Luego ella respondio, en voz baja:
– No.
Se reclino en su silla. La tension en ese cuarto habia bajado de golpe. Para esta victima, el Cirujano era un extrano. Un hombre sin nombre, cuyas razones para elegirla seguirian siendo un misterio.
Disimulando la decepcion de su voz, dijo:
– Describelo para nosotros, Nina.
Ella respiro hondo y cerro los ojos, como si quisiera evocar el recuerdo.
– Tenia… pelo corto. Cortado muy prolijo…
– ?De que color?
– Castano. Castano claro.
Correspondia con el cabello encontrado en la herida de Elena Ortiz.
– ?Entonces era caucasico? -dijo Moore.
– Si.
– ?Ojos?
– Un color claro. Azules o grises. Me daba miedo mirarlo directo a los ojos.
– ?Y la forma de la cara? ?Era redonda, ovalada?
– Estrecha. -Hizo una pausa-. Comun.
– ?Altura y peso?
– Es dificil…
– Tu mejor suposicion.
Ella suspiro.
– Promedio.
Promedio. Comun. Un monstruo que se veia como cualquier otro hombre.
Moore se volvio hacia Frost.
– Mostremosle el album seis.
Frost le alcanzo el primer libro de fotografias, llamado «album seis» porque tenia seis fotos por pagina. Moore coloco el album sobre una bandeja con ruedas y la acerco hasta la paciente.
Por la siguiente media hora observaron con cada vez menos esperanzas mientras ella pasaba las paginas del album sin detenerse. Nadie hablaba; solo se escuchaba el siseo del oxigeno y el sonido de las paginas al darse vuelta. Eran fotos de conocidos atacantes sexuales, y mientras Nina pasaba una y otra pagina, a Moore le parecia que no habia fin para las caras, que este desfile de imagenes representaba el lado oscuro de todo ser humano, el impulso de un reptil disfrazado por una mascara humana.
Oyo un golpecito en la ventana del cubiculo. Al levantar la vista, vio que Jane Rizzoli le hacia senas.
Salio del cubiculo para hablar con ella.
– ?Pudo identificar a alguien? -pregunto.
– No lo vamos a atrapar. Llevaba un barbijo.
Rizzoli fruncio el entrecejo.
– ?Un barbijo?
– Es parte de su ritual. Parte de lo que lo excita. Juega al doctor en sus fantasias. Le dijo que le iba a cortar el organo contaminado. Sabia que ella era victima de una violacion. ?Y que le corto? Fue directo a la matriz.
Rizzoli se asomo al cubiculo.
– Se me ocurre otra razon por la que llevaba el barbijo -dijo en voz baja.
– ?Por que?
– Porque no queria que viera su cara. No queria que ella lo identificara.
– Pero eso significaria…
– Es lo que vengo diciendo desde hace rato. -Rizzoli se dio vuelta y miro a Moore-. El Cirujano tenia toda la intencion de que Nina Peyton sobreviviera.
«Que poco vemos en verdad dentro del corazon humano», penso Catherine mientras estudiaba las radiografias de pecho de Nina Peyton. De pie en una semipenumbra, observaba la lamina sujeta a la caja de luz, estudiando las sombras que arrojaban los huesos y los organos. La caja toracica, el diafragma y, por encima, el corazon. No el asiento del alma, sino meramente una bomba muscular, tan carente de cualquier proposito mistico como los pulmones o los rinones. Aun asi, Catherine, tan arraigada a la ciencia, no podia dejar de mirar el corazon de Nina Peyton sin sentirse conmovida por su simbolismo.
Era el corazon de una sobreviviente.
Escucho voces en el cuarto de al lado. Era Peter, pidiendo una serie de placas al empleado del archivo. Poco despues paso a la sala de lectura, y se detuvo al verla parada contra la caja de luz.
– ?Todavia estas aqui? -dijo.
– Igual que tu.
– Pero esta noche soy yo el que esta de guardia. ?Por que no te vas a tu casa?
Catherine se volvio hacia la radiografia del pecho de Nina Peyton.
– Primero quiero estar segura de que esta paciente se mantiene estable.
Se detuvo a un paso de ella, tan alto, tan imponente, que ella tuvo que reprimir el impulso de dar un paso atras. El paso la vista por la placa.
– Fuera de cierta atelectasis, no veo alli mucho de que preocuparse. -Detuvo su mirada en el nombre «NN femenino» en un extremo de la placa-. ?Esta es la mujer de la cama doce? ?La que tiene a todos los policias dando vuelta alrededor?
– Si.
– Veo que la has extubado.
– Hace un par de horas -dijo de mala gana. No tenia deseos de hablar de Nina Peyton ni de revelar lo involucrada que estaba personalmente en el caso. Pero Peter seguia haciendo preguntas.
– ?Los gases sanguineos estan bien?
– Son adecuados.
– ?Y por lo demas esta estable?
– Si.
– ?Entonces por que no te vas a casa? Te cubrire.
– Quisiera controlar a mi paciente yo misma.
Coloco su mano sobre el hombro de Catherine.
– ?Desde cuando no confias en tu propio colega?
Ella se puso rigida apenas la toco. El lo sintio y retiro su mano.
Tras un silencio, Peter se alejo y comenzo a colgar sus placas en la caja, calzandolas bruscamente en su lugar. Habia llevado una serie de tomografias computadas de abdomen, y las placas ocupaban una fila entera. Cuando termino de colgarlas, se quedo muy quieto, los ojos ocultos tras las imagenes de rayos X que se reflejaban en sus lentes.
– No soy el enemigo, Catherine -dijo suavemente, sin mirarla, con los ojos sobre la caja de luz-. Me gustaria que me creyeras. No puedo dejar de pensar que debe de haber algo que hice, algo que dije, para que las cosas cambiaran entre nosotros. -Finalmente la miro-. Soliamos apoyarnos uno al otro. Como colegas, al menos. ?Maldicion! El otro dia practicamente nos tomamos de la mano sobre el pecho de ese hombre. Y ahora ni siquiera me dejas ayudarte con una paciente. ?No me conoces lo suficiente, a esta altura, como para confiar en mi?
– No hay cirujano en el que confie mas.
– ?Entonces que es lo que sucede? Llego al trabajo por la manana y me encuentro con que alguien entro por la fuerza en la oficina. Y tu no me quieres hablar de eso. Te pregunto por la paciente de la cama doce, y tampoco me quieres hablar de eso.
– La policia me pidio que no hablara.
– La policia parece estar manejando tu vida ultimamente. ?Por que?