puerta de mi dormitorio hacia que quedara empapada de sudor frio. Mi padre trato de entender, pero el es un duro militar. No acepta la debilidad. Piensa en ella como en otra herida de guerra, una herida que cierra. Y despues hay que seguir viviendo. Me dijo que lo madurara y que lo superara. -Sacudio la cabeza y se rio-. Que lo superara. Suena tan facil. No tiene idea de lo dificil que me resultaba salir a la calle cada manana. Caminar hasta el auto. Estar tan expuesta. Al poco tiempo deje de hablarle, porque sabia que le disgustaba mi debilidad. Hace meses que no lo llamo…

»Me llevo dos anos poder controlar finalmente mi temor. Llevar una vida razonablemente normal en la que no sienta que alguien va a saltar desde cada arbusto. Recupere mi vida. -Se paso la mano por los ojos, enjugandose rapida y furiosamente las lagrimas. Su voz se convirtio en un susurro-. Y ahora he vuelto a perderla.

Temblaba por el esfuerzo de no llorar, abrazandose, los dedos enterrados entre sus brazos como si luchara por controlarse. Moore se levanto de la silla y se acerco a ella. Se quedo de pie detras, preguntandose que pasaria si la tocaba. ?Se haria a un lado? ?El mero contacto con la mano de un hombre le resultaria repulsivo? La observaba impotente mientras ella se replegaba sobre si misma, y se le ocurrio que caeria abatida ante sus propios ojos.

Le toco gentilmente un hombro. Ella no se sobresalto, no se alejo. La hizo girar hacia el, rodeandola con los brazos, y la empujo contra su pecho. La profundidad de su dolor lo impacto. Podia sentir su cuerpo entero vibrando de dolor, del mismo modo en que una tormenta sacude un puente derruido. Aunque ella no emitia sonido alguno, el advirtio la forma temblorosa en que tomaba aire, los sollozos reprimidos. Apreto sus labios contra el pelo de Catherine. No lo podia evitar; las necesidades de Catherine despertaban algo muy profundo dentro de el. Tomo la cara de ella entre sus manos, le beso la frente, las cejas.

Ella estaba muy quieta entre sus brazos, y el penso: he cruzado la raya. Rapidamente la solto.

– Lo siento -dijo-. Esto no deberia haber ocurrido.

– No. No deberia.

– ?Podras olvidar lo que hice?

– ?Tu podras hacerlo? -le pregunto con dulzura.

– Si. -Se compuso. Y repitio, con mas firmeza, como queriendo convencerse a si mismo-: Si.

Ella bajo la vista hacia su mano, y el supo que era lo que miraba. Su sortija matrimonial.

– Espero por el bien de tu mujer que puedas hacerlo -dijo ella. Su comentario estaba destinado a inspirarle culpa, y lo hizo.

El miro la sortija, un sencillo aro de oro que habia llevado por tanto tiempo que parecia pegado a su carne.

– Se llamaba Mary -dijo el. Sabia lo que Catherine pensaba: que estaba enganando a su mujer. Ahora sentia casi desesperadamente la necesidad de explicarse, de redimirse ante sus ojos-. Sucedio hace dos anos. Una hemorragia cerebral. No la mato, no en ese momento. Durante seis meses mantuve la esperanza, creyendo que iba a despertar… -Sacudio la cabeza-. Los doctores lo llamaban estado vegetativo cronico. Dios, odio esa palabra, vegetativo. Como si ella fuera una planta o alguna clase de arbol. Una parodia de la mujer que habia sido. Para el momento en que murio, no podia reconocerla. No pude reconocer nada de Mary en ella.

Su mano lo tomo por sorpresa, y esta vez fue el quien se sobresalto ante su tacto. En silencio se enfrentaron uno al otro bajo la luz gris de la ventana, y el penso: «Ni los besos, ni los abrazos podrian acercar tanto a dos personas como nosotros lo estamos ahora. El sentimiento mas intimo que pueden compartir dos personas no es el amor ni el deseo, sino el dolor».

El zumbido del intercomunicador rompio el hechizo. Catherine pestaneo, como si de repente recordara donde se encontraba. Se inclino sobre el escritorio y apreto el boton del intercomunicador.

– ?Si?

– Doctora Cordell, han llamado de la unidad quirurgica de terapia intensiva. La necesitan alli arriba de inmediato.

Moore vio a traves de la mirada de Catherine que el mismo pensamiento se les habia ocurrido a ambos: «Algo ha sucedido con Nina Peyton».

– ?Es acerca de la cama doce? -pregunto Catherine.

– Si. La paciente acaba de despertar.

Once

Nina Peyton tenia los ojos enormemente abiertos y enloquecidos. Unas correas ajustadas sostenian sus munecas y sus tobillos a los barrotes de la cama, y los tendones de sus brazos se delineaban como gruesas cuerdas mientras luchaba por liberar sus manos.

– Recobro el conocimiento hace cinco minutos -dijo Stephanie, la enfermera de terapia intensiva quirurgica-. Primero note que el ritmo cardiaco aumentaba, y luego vi que tenia los ojos abiertos. Trate de calmarla, pero sigue luchando por liberarse de las correas.

Catherine miro el monitor cardiaco y vio que latia rapido pero sin arritmia. La respiracion de Nina tambien era agitada, interrumpida ocasionalmente por jadeos explosivos que la hacian expulsar flema por el tubo endotraqueal.

– Es el tubo endotraqueal -dijo Catherine-. La esta asustando.

– ?Le doy un Valium?

Moore, desde la puerta, dijo:

– La necesitamos consciente. Si esta sedada no podra darnos ninguna respuesta.

– No podra hablar contigo de todos modos. No con el tubo endotraqueal. -Catherine miro a Stephanie-. ?Que indicaban los ultimos gases sanguineos? ?Podemos extubarla?

Stephanie recorrio rapidamente con la vista las hojas de su planilla.

– Estan en el limite. P02 en sesenta y cinco PC02 en treinta y dos. El respirador esta al cuarenta por ciento de oxigeno.

Catherine fruncio el entrecejo, sin que le gustara ninguna de las opciones. Queria a Nina despierta y capaz de hablar tanto como la policia, pero estaban manejando varios aspectos al mismo tiempo. La sensacion de un tubo ocupando la garganta puede producirle panico a cualquiera, y Nina estaba tan agitada que sus munecas atadas ya comenzaban a marcarse con hematomas. Pero quitar el tubo tambien acarreaba riesgos. Tras la cirugia se habian acumulado fluidos en sus pulmones, y aun respirando cuarenta por ciento de oxigeno -el doble del aire del cuarto- la saturacion de oxigeno en la sangre era apenas adecuada. Por eso Catherine habia decidido dejarla entubada. Si quitaban el tubo, perderian un margen de seguridad. Si lo dejaban, la paciente continuaria en panico y lastimandose. Si la sedaban, las preguntas de Moore no obtendrian respuesta.

Catherine miro a Stephanie.

– Voy a extubar.

– ?Esta segura?

– Si se verifica algun deterioro, volvere a intubarla. -«Mas facil de decirlo que de hacerlo», fue lo que leyo en los ojos de Stephanie. Tras varios dias con el tubo en la garganta, los tejidos laringeos a veces se hinchaban, volviendo dificultosa una reintubacion. Una traqueotomia de emergencia seria la unica opcion.

Catherine rodeo la cama por la cabecera y le acaricio la cara con gentileza.

– Nina, soy la doctora Cordell. Voy a quitar el tubo. ?Eso es lo que quieres?

La paciente asintio, con un gesto que parecia tan terminante como desesperado.

– Necesito que te quedes muy quieta, ?entendido? Asi no danare tus cuerdas vocales. -Catherine levanto la vista-. ?Esta lista la mascara?

Stephanie levanto la mascara plastica de oxigeno.

Catherine apreto el hombro de Nina para darle coraje. Despego la cinta adhesiva que sostenia el tubo en su lugar, y dejo escapar aire desde el inflador.

– Respira hondo y exhala -dijo Catherine. Observo la expansion del pecho, y mientras Nina exhalaba aire, Catherine deslizo el tubo fuera.

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