– ?Quiere te?
– ?Hmmm? -se volvio hacia la taza que ella le tendia-. Si. Gracias.
La joven se sento en el sofa con otra taza.
– ?El senor Greenstein trabaja para el FBI? -pregunto.
– No, pero tiene un amigo que… ?Oiga? ?Tim? Ya era hora. ?Ya no contestas al telefono?
En el silencio que siguio, la cara de Nick y la tension de sus hombros y espalda le dijeron a Sarah que algo iba mal. Se habia quedado livido.
– ?Como demonios se ha enterado Ambrose? -pregunto, apartando la cara de Sarah.
Otro silencio. La mujer miro su espalda, preguntandose que clase de catastrofe podia irritar tanto a Nick O'Hara. Hasta ese momento le habia parecido un hombre en control de sus emociones. Ya no. Su furia la sorprendio, aunque, en cierto modo, tambien servia para indicar que era humano.
– Esta bien -dijo al telefono-. Llegare en media hora. Escucha, Tim, ha surgido algo mas. Han allanado el apartamento de Sarah. No, no han tocado nada. ?Puedes darme el telefono de tu amigo del FBI? Si, siento meterte en esto, pero… -se volvio y miro a la joven con preocupacion-. Vale. Media hora. Te vere en el despacho de Ambrose -colgo con una mueca.
– ?Que ocurre? -pregunto ella.
– Asi terminan ocho anos gloriosos con el Departamento de Estado -murmuro el; tomo su gabardina con rabia y echo a andar hacia la puerta-. Tengo que irme. Mira, todavia tienes el cerrojo. Usalo. O mejor aun, vete con una amiga esta noche y llama a la policia. Te llamare en cuanto pueda.
La mujer lo siguio al pasillo.
– Pero…
– Mas tarde -grito el por encima del hombro.
Se alejo escaleras abajo y Sarah cerro la puerta, echo el cerrojo y miro a su alrededor.
Los ejemplares de Adelantos en Microbiologia seguian amontonados en la mesita de cafe. En la estanteria estaba el tazon con petalos de rosa. Todo estaba como siempre.
No, no todo. Habia algo distinto. Pero no podia definir lo que era.
Tardo un rato en descubrirlo. Habia un espacio vacio en la estanteria. Faltaba la fotografia de su boda.
Un grito de rabia salio de su garganta. Por primera vez desde que entrara sintio furia de que hubieran invadido su casa. Solo era una fotografia, un par de rostros felices sonriendo a una camara, pero era su posesion mas importante. Lo unico que le quedaba de Geoffrey. Aunque su matrimonio hubiera sido mera ilusion, no queria olvidar nunca como lo habia amado. De todas las cosas que habia en el apartamento, ?por que querria llevarse nadie la fotografia?
El timbre del telefono la sobresalto. Seguramente seria Abby, que habia prometido llamar. Levanto el auricular.
Lo primero que oyo fue el siseo de una conexion a larga distancia. Se quedo inmovil. Miro el lugar vacio de la estanteria donde solia estar la foto.
– ?Diga?
– Ven a mi, Sarah. Te quiero.
Un grito broto de su garganta. La habitacion daba vueltas y tendio un brazo en busca de apoyo. El auricular se le cayo de las manos a la alfombra. ?No podia ser! Geoffrey estaba muerto…
Se arrodillo en el suelo en busca del telefono, empenada en seguir oyendo la voz que solo podia pertenecer a un fantasma.
– ?Diga? ?Diga? ?Geoffrey! -grito.
El eco de la larga distancia habia desaparecido. Solo habia silencio y, unos segundos despues, el ruido de marcar.
Pero habia oido suficiente. Todo lo ocurrido en las dos ultimas semanas se apago como si fuera una pesadilla recordada a la luz del dia. Nada de eso habia sido real. La voz que acababa de oir… una voz que conocia muy bien, si era real.
Geoffrey estaba vivo.
Cuatro
– ?Ya estoy harto, O'Hara! -Charles Ambrose estaba de pie delante de la puerta cerrada de su despacho y senalaba su reloj de pulsera-. ?Y llegas veinte minutos tarde!
Nick colgo su gabardina, imperturbable.
– Lo siento. No he podido evitarlo. Llueve mucho.
– ?Sabes quien esta esperando ahora en mi despacho? ?tienes idea?
– No. ?Quien?
– Un hijo de… -Ambrose bajo bruscamente la voz-. ? La CIA! Un tipo llamado Van Dam. Esta manana me ha llamado para preguntarme por el caso Fontaine. ?Y yo no sabia de que me hablaba! Ha tenido que contarme lo que pasa en mi propio departamento. Por el amor de Dios, ?que diablos te crees que estas haciendo?
Nick le devolvio la mirada con calma.
– Mi trabajo.
– Tu trabajo era darle el pesame a la viuda y entregarle el cuerpo. Nada mas. Y Van Dam dice que estas jugando a James Bond con Sarah Fontaine.
– Admito que he ido al funeral. Y he llevado a la senora Fontaine a su casa. Yo no llamaria a eso jugar a James Bond.
Ambrose se volvio y abrio la puerta de su oficina.
– Ven aqui, O'Hara.
Nick lo siguio sin parpadear.
Las cortinas estaban descorridas y la ultima luz del dia caia sobre los hombros de un hombre sentado ante el escritorio de Ambrose. Un hombre de unos cuarenta y tantos anos, alto y de ojos tan incoloros como el dia. Tenia las manos dobladas en un ademan de rezo. No habia ni rastro de Tim Greenstein. Ambrose cerro la puerta y se sento a un lado. El hecho de que hubiera sido expulsado de su sillon decia bastante sobre la importancia del usurpador.
– Sientese, senor O'Hara -dijo este-. Soy Jonathan Van Dam.
Nick obedecio.
Van Dam lo observo un momento en silencio con sus ojos incoloros. Despues tomo una carpeta… el historial laboral de Nick.
– Espero que no este nervioso. No tiene importancia -miro un papel-. Lleva usted ocho anos en el Departamento de Estado.
– Ocho anos y dos meses.
– Dos anos en Honduras, dos en El Cairo y cuatro en Londres. Todos en consulados. Un buen historial, con la excepcion de dos informes negativos de personal. Aqui dice que en Honduras se mostro usted demasiado… simpatizante con los problemas de los nativos.
– Porque nuestra politica alli apesta.
Van Dam sonrio.
– Creame, no es usted el primero que dice eso.
La sonrisa pillo a Nick por sorpresa. Miro con suspicacia a Ambrose, que sin duda esperaba una ejecucion y parecia desilusionado.
Van Dam se echo hacia atras en la silla.
– Senor O'Hara, este es un pais de libertad de expresion. Yo respeto a los hombres que piensan por si mismos, hombres como usted. Por desgracia, el pensamiento independiente no es algo que se aliente al servicio del gobierno. ?Fue eso lo que condujo a este segundo informe?
– Supongo que se refiere al incidente en Londres.