Tess Gerritsen

Llamada A Medianoche

Titulo original: Call After Midnight

Traducido por Angeles Aragon Lopez

Prologo

Berlin

Veinte segundos de presion en la carotida son suficientes para dejar a un hombre inconsciente. Dos minutos mas y la muerte es inevitable. Simon Dance no necesitaba leer esos datos en un libro de texto medico… los conocia por experiencia. Tambien sabia que no debia haber fallos en el garrote. Si la cuerda no estaba tensa, si permitia que unas gotas de sangre llegaran al cerebro de la victima, la agonia se prolongaba. La operacion se volvia torpe, peligrosa incluso. No hay nada tan salvaje como un moribundo.

Dance, acurrucado en la oscuridad, apreto el garrote entre las manos y miro la esfera luminosa de su reloj de pulsera. Hacia dos horas que habia apagado las luces. Su asesino era sin duda un hombre cauteloso que queria cerciorarse de que dormia profundamente. Si fuera un profesional, sabria que el sueno de las dos primeras horas es el mas pesado. Y ese era el momento de atacar.

En el pasillo exterior crujio un zapato. Dance se puso rigido, se levanto despacio y espero en la oscuridad al lado de la puerta. Ignoro el golpeteo de su corazon y sintio la inyeccion familiar de adrenalina moviendo sus reflejos. Tenso el garrote entre las manos.

Alguien metia una llave en la cerradura. Dance oyo el clic metalico de los dientes rozando el metal. La llave giro y la cerradura cedio con un rumor suave. Al abrirse la puerta, entro luz del pasillo en la habitacion. Una sombra cruzo el umbral y se volvio hacia la cama, donde parecia que dormia un hombre. La sombra levanto el brazo. Una pistola con silenciador disparo tres balas en las almohadas. Dance ataco cuando cayo la tercera.

Coloco el garrote alrededor del cuello del intruso y tiro de la cuerda, que se tenso en torno a la parte mas visible de la arteria carotida, cerca del angulo con la mandibula. La pistola cayo al suelo. El hombre se movio violentamente, como un pez en un anzuelo y tiro con fuerza del garrote. Estiro el brazo hacia atras e intento clavar las unas en el rostro de Dance. Sus brazos y piernas se movian sin control en todas direcciones. Luego, poco a poco, las piernas se derrumbaron y los brazos se extendieron una ultima vez antes de quedar inertes. Mientras Dance contaba los minutos, sintio los ultimos espasmos del cuerpo, provocados por las celulas hambrientas y moribundas del cerebro. Siguio apretando.

Cuando pasaron tres minutos, solto el garrote y el cuerpo cayo al suelo. Dance encendio la luz y miro al hombre al que acababa de matar.

El rostro le resultaba vagamente familiar. Quiza lo habia visto en la calle o en un tren, pero no conocia su nombre. Registro su ropa, pero solo encontro dinero, unas llaves de coche y algunas herramientas del oficio: cartuchos de repuesto, una navaja de bolsillo, una ganzua. Dance penso que se trataba de un profesional anonimo y se pregunto por un momento cuanto le habrian pagado.

Arrastro el cuerpo hasta la cama y aparto a un lado las almohadas que habia colocado bajo las mantas. Calculo que el cuerpo mediria en torno al metro ochenta. Igual que el. Intercambio su ropa con la del cadaver; seguramente no era necesario, pero el era un hombre concienzudo. Despues se quito el anillo de boda e intento colocarlo en el dedo del muerto, pero no consiguio lograr que pasara del nudillo. Fue al bano, enjabono la alianza y al fin consiguio meterla en el dedo del cadaver. Despues se sento y fumo unos cigarrillos. Intento pensar en los detalles que podia haber pasado por alto.

Las tres balas, por supuesto. Busco en las almohadas y consiguio recuperar dos. La tercera seguramente se hallaria escondida en algun punto del colchon. Se disponia a seguir buscandola cuando oyo pasos en el pasillo. ?Tenia un complice el asesino? Dance tomo la pistola, la apunto a la puerta y espero. Los pasos pasaron de largo y se perdieron por el pasillo. Falsa alarma. De todos modos, debia marchase; seria un error permanecer mas tiempo alli.

Saco una botella de metanol del cajon de la comoda. Arderia rapidamente y no dejaria rastros. La echo sobre el cuerpo, la cama y la alfombra de al lado. En la habitacion no habia alarmas anti-incendios ni aspersores automaticos. Habia elegido un hotel viejo por ese motivo. Dejo el cenicero al lado de la cama y recogio las pertenencias del difunto, que metio en una bolsa de basura junto con la botella de metanol. A continuacion, prendio fuego a la cama.

Las llamas no tardaron en envolver el cuerpo. Dance espero lo suficiente para cerciorarse de que no quedaria nada reconocible.

Salio de la habitacion con la bolsa de basura, cerro la puerta y bajo por el pasillo hasta la alarma de incendios. No veia motivo para matar a personas inocentes, asi que rompio el cristal y tiro de la palanca de alarma. Despues bajo las escaleras hasta el piso bajo.

Desde la calle de enfrente observo las llamas que salian por la ventana. Evacuaron el hotel y la calle se lleno de personas adormiladas envueltas en mantas. En menos de diez minutos llegaron tres camiones de bomberos. Para entonces, su habitacion era un infierno.

Tardaron una hora en apagar el fuego. Una multitud de curiosos se unio a los huespedes del hotel y Dance estudio sus rostros, fijandolos en la memoria. Si volvia a ver alguno de ellos, le serviria de advertencia.

Entre un grupo de personas vio una limusina negra que bajaba despacio por la calle. Reconocio al hombre que ocupaba el asiento de atras. Asi que la CIA estaba alli. Interesante.

Ya habia visto suficiente. Era tarde y tenia que regresar a Amsterdam.

Tres manzanas mas alla arrojo la bolsa de basura a un contenedor. Asi cerraba aquel capitulo. Habia hecho lo que habia ido a hacer en Berlin. Habia matado a Geoffrey Fontaine. Habia llegado el momento de desvanecerse. Se alejo silbando en la oscuridad.

Amsterdam

Al viejo lo despertaron a las tres de la manana con la noticia.

– Geoffrey Fontaine ha muerto.

– ?Como? -pregunto.

– Un fuego en un hotel. Dicen que estaba fumando en la cama.

– ?Un accidente? Imposible. ?Donde esta el cuerpo?

– En el deposito de cadaveres de Berlin. Muy desfigurado.

Al viejo no le sorprendio que el cuerpo no resultara reconocible. Simon Dance habia vuelto a cubrir su rastro muy bien. Y ellos lo habian perdido de nuevo.

Pero todavia le quedaba una carta que jugar.

– Me dijiste que tenia una esposa americana -dijo-. ?Donde vive?

– En Washington.

– Haz que la sigan.

– ?Para que? Ya le he dicho que ha muerto.

– No ha muerto. Esta vivo. Estoy seguro. Y esa mujer sabe donde esta. Quiero que la vigilen.

– Hare que mis hombres…

– No. Enviare a uno mio. Alguien de quien pueda fiarme.

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