– ?Es investigacion secreta?
– Aun no comprendo por que…
– ?Lo es?
– Si. Algunas partes si.
El hombre asintio y saco otra hoja de la carpeta.
– Le pedi al senor Corrigan que comprobara el pasaporte de su marido. Cuando uno entra en un pais nuevo, le ponen una fecha y un sello del pais. El pasaporte de su marido tiene varios sellos. Londres. Schiphol, cerca de Amsterdam y Berlin. Todos en la ultima semana. ?Alguna explicacion de por que fue a esos lugares?
Sarah nego con la cabeza.
– ?Cuando la llamo por ultima vez?
– Hace una semana. Desde Londres.
– ?Puede estar segura de que estaba en Londres?
– No. Llamo el en llamada directa.
– ?Su marido tenia seguro de vida?
– No que yo sepa. Nunca dijo nada de eso.
– ?Se beneficia alguien de su muerte? Economicamente, me refiero.
– No lo creo.
Nick fruncio el ceno. Cruzo los brazos y aparto la vista un momento. Sarah casi podia verlo asimilando los datos, jugando con las piezas del puzzle. Estaba tan perpleja como el. Aquello no tenia sentido. Geoffrey habia sido su marido. Y de repente empezaba a preguntarse si no tendria razon Nick O'Hara en que nunca lo habia conocido. Que solo habian compartido una casa y una cama, pero no sus corazones.
No, eso era traicionar su recuerdo. Ella creia en Geoffrey. ?Por que hacer caso a ese desconocido?
– Si ha terminado… -dijo, haciendo ademan de levantarse.
Nick la miro sobresaltado, como si hubiera olvidado su presencia.
– No, todavia no.
– No me encuentro bien. Me gustaria irme a casa.
– ?Tiene una foto de su marido? -pregunto el con brusquedad.
Sarah, tomada por sorpresa, abrio el bolso y saco una foto de su cartera. Era una buena foto de Geoffrey, tomada en Florida durante la luna de miel. Sus ojos azules miraban de frente a la camara. Su cabello era dorado brillante, y la luz del sol caia en angulo sobre el, provocando sombras en sus rasgos atractivos. Sonreia. Sarah se habia sentido atraida desde el principio por aquel rostro, no solo por su belleza, sino tambien por la fuerza e inteligencia que habia visto en sus ojos.
Nick O'Hara estudio la foto sin comentarios. Sarah penso que era muy distinto a Geoffrey. Cabello oscuro y rostro serio. Se pregunto que pensaria en ese momento. Sus ojos eran de un gris impenetrable. Paso un momento la foto al senor Greenstein y luego se la devolvio en silencio.
La joven cerro el bolso y lo miro.
– ?Por que me pregunta todo esto?
– Tengo que hacerlo. Lo siento, pero es necesario.
– ?Para quien? -pregunto ella, tensa-. ?Para usted?
– Para usted tambien. Y quiza para Geoffrey.
– Eso no tiene sentido.
– Quiza lo tenga cuando conozca las circunstancias de su muerte.
– Usted dijo que fue un accidente.
– Dije que parecia un accidente -la observocon atencion-. Cuando hable despues con el senor Corrigan, tenian ya mas detalles. Durante la investigacion del fuego, encontraron una bala entre los restos del colchon.
La joven lo miro incredula.
– ?Una bala? ?Quiere decir…?
Nick asintio.
– Creen que fue asesinado.
Dos
Sarah queria hablar, pero la voz no la obedecia. Permanecio quieta en su silla, como una estatua, incapaz de moverse ni de hacer otra cosa que mirarlo fijamente.
– He pensado que debia saberlo -dijo Nick-. Tenia que decirselo porque necesitamos su ayuda. La policia de Berlin quiere informacion sobre las actividades de su marido, sus enemigos… la posible causa de su muerte.
La joven movio la cabeza.
– No se me ocurre… no se si… ?Dios mio! -susurro.
El leve toque de la mano de el en su hombro la sobresalto. Levanto la vista y vio que la miraba con preocupacion. Penso que tenia miedo de que se desmayara y le aparto la mano con irritacion. No necesitaba la compasion fingida de nadie. Queria estar sola… lejos de los burocratas y sus carpetas impersonales. Se levanto con piernas temblorosas.
Nick la tomo por el brazo y volvio a sentarla con gentileza.
– Por favor, senora Fontaine. Solo necesito un minuto mas.
– Deje que me vaya.
– Senora Fontaine.
– ?Deje que me vaya!
La fuerza de su voz parecio sorprenderlo. La solto, pero no se aparto.
– Lo siento -dijo-. No era mi intencion abrumarla. Tenia miedo de que…
– ?Si? -miro sus ojos grises y algo que vio en ellos hizo que de repente quisiera creer en el, pese a todo-. No me voy a desmayar -dijo-. Por favor, deje que me vaya a casa.
– Si, por supuesto. Pero tengo algunas preguntas mas.
– No tengo ninguna respuesta. ?No lo entiende?
El hombre guardo silencio un momento.
– Me pondre en contacto con usted mas adelante -dijo al fin-. Tenemos que hablar de los acuerdos para el cuerpo.
– Ah, si, el cuerpo -se puso en pie, parpadeando para reprimir las lagrimas.
– Le pedire al coche que la lleve a casa -se acerco a ella despacio, como si temiera asustarla-. Siento lo de su esposo. De verdad. No dude en llamarme si quiere hacerme alguna pregunta.
Sarah sabia que aquellas palabras no procedian del corazon. Nicholas O'Hara era un diplomatico que decia lo que le habian ensenado a decir. Seguramente habia repetido lo mismo a un centenar de viudas distintas.
Parecia esperar su respuesta, asi que ella lucho por recuperar la compostura, le estrecho la mano y le dio las gracias. Luego, se volvio y salio por la puerta.
– ?Crees que lo sabe?
Nick miro la puerta que acababa de cerrarse detras de Sarah Fontaine.
– ?El que? -pregunto a Tim.
– ?Que su marido era espia?
– Eso no lo sabemos.
– Vamos, Nick; todo esto apesta a espionaje. Geoffrey Fontaine no existia hasta hace un ano. Luego, aparece su nombre en un numero de la Seguridad Social, una licencia de matrimonio, un pasaporte y demas. El FBI no sabe nada. Pero los de inteligencia tienen carpetas clasificadas sobre el. ?Crees que soy tonto?
– A lo mejor el tonto soy yo -gruno Nick; se acerco a su silla y se sento con pesadez.
?Quien demonios era Geoffrey Fontaine?
Echo la cabeza hacia atras. Estaba agotado. Pero no podia quitarse aquel caso de la cabeza.