decision que tanto tiempo llevaba valorando. En cierto modo, habia sido inevitable.
Ahora podia empezar una nueva vida. Habia ahorrado lo suficiente para vivir unos seis meses sin hacer nada. Quiza regresara a la universidad. Los ultimos ocho anos le habian dado una gran dosis de realidad; seria mejor profesor que antes.
Cuando empezo a recoger su escritorio, estaba ya sonriendo. Vacio los cajones uno por uno, metiendo en una caja la basura acumulada en aquellos meses. Despues, guardo sus docenas de periodicos. Se sorprendio al oirse silbar. Seria una noche estupenda para emborracharse. O pensandolo mejor, podia ahorrarse la resaca. Tenia demasiadas cosas que hacer, muchas respuestas que buscar. Podia soportar perder el trabajo, pero no iba a permitir que cuestionaran su lealtad. Eso habia que aclararlo. Y para ello tenia que volver a ver a Sarah Fontaine.
La idea no le desagrado. La necesidad de verla se volvio urgente. Dejo la caja sobre la mesa y marco su numero. Como siempre, le respondio el contestador. Colgo con un juramento y recordo su sugerencia de que se quedara con su amiga.
– Nick.
Tim Greenstein entro en la sala.
– ?Que haces aqui todavia?
Nick lo miro sorprendido.
– ?A ti que te parece? Estoy vaciando mi mesa.
– Vaciando tu… ?quieres decir que te han despedido?
– Mas o menos. Me han pedido que coja unas vacaciones impagadas muy largas.
– Vaya, lo siento -Tim estaba muy palido, como si acabara de recibir una noticia muy mala.
– ?Donde te has metido? -pregunto Nick-. Creia que ibamos a vernos en el despacho de Ambrose.
– Me ha retrasado mi supervisor. Y el FBI. Y la CIA. No ha sido agradable. Incluso me han amenazado con retirarme el permiso para usar los ordenadores. ?Que crueldad!
Nick movio la cabeza y suspiro.
– Es culpa mia, ?verdad? Lo siento. Parece que hemos entrado en terreno prohibido. ?A tu amigo del FBI tambien lo han molestado?
– No. Lo curioso es que el puede salir ganando con esto. Sus investigaciones han dejado en mal lugar a la CIA y en el FBI te premian por eso -Tim se echo a reir, pero sin ganas.
– ?Que te pasa? -pregunto Nick.
– No me gusta esto. Nos hemos metido en un avispero.
– Bueno, no es la primera vez que tratamos con espias. ?Que tiene de especial Geoffrey Fontaine?
– No lo se. Y no quiero saber mas de lo que ya se.
– ?Has perdido la curiosidad?
– Desde luego que si. Y tu tambien deberias.
– Yo tengo un interes personal en el caso.
– Dejalo, Nick. Por tu propio bien. Arruinara tu carrera.
– Mi carrera ya esta arruinada. Y quiero pasar algo mas de tiempo con Sarah Fontaine.
– Nick, como amigo, te digo que la olvides. Te equivocas con ella. No es tan inocente como parece.
– Eso es lo que dicen todos, pero yo soy el unico que ha estado con ella.
– Mira, te equivocas con ella, ?vale?
El tono agudo de Tim confundia a Nick. ?Que pasaba alli? Miro a su amigo a los ojos.
– ?Que es lo que intentas decirme? -pregunto.
Tim parecia desgraciado.
– Se ha reido de ti, Nick. Mi amigo del FBI ha estado siguiendo sus movimientos y sus contactos. Y acaba de llamar para decirme…
– ?Que?
– Ella sabe algo. Es la unica explicacion.
– ?Maldicion, Tim! ?Que ha pasado?
– Poco despues de que salieras de su apartamento, tomo un taxi hasta el aeropuerto y subio a un avion.
Nick lo miro con incredulidad.
– ?Adonde ha ido?
Tim lo miro compasivo.
– A Londres.
Londres.
Era el lugar mas logico para empezar. Londres habia sido la ciudad predilecta de Geoffrey, una ciudad de verdes parques y callejones adoquinados, de calles donde hombres de traje negro y sombrero hongo se mezclaban con hindues con turbantes. Le habia hablado de la Catedral de St. Paul, elevandose muy por encima de los tejados; de los tulipanes rojos y amarillos que cubrian Regent's Park; del Soho, donde imperaban la risa y la musica. Ella habia escuchado todo aquello y ahora, mirando por la ventanilla del taxi, sentia la misma emocion que debia sentir Geoffrey siempre que iba a Londres. Veia calles anchas y limpias, y paraguas negros cubriendo las aceras. En los parques se abrian las primeras flores de la primavera. Era la ciudad de Geoffrey. El la conocia y la amaba. Y si estaba en apuros, seria el lugar que elegiria para esconderse.
El taxi la dejo enfrente del hotel Savoy. La conserje, una mujer joven de rostro amable, la recibio con una sonrisa y le confirmo que habia habitaciones libres. La temporada turistica no habia empezado aun.
Sarah estaba rellenando el formulario de inscripcion cuando se le ocurrio decir:
– Mi esposo estuvo aqui hace dos semanas.
– ?De verdad? -la conserje miro su nombre en la pagina-. Oh, ?es usted la senora Fontaine? ?Su marido es Geoffrey Fontaine?
– Si. ?Se acuerda de el?
– Por supuesto que si, senora. Su esposo es cliente habitual. Un hombre muy agradable. Pero es raro… nunca imagine que fueran americanos. Siempre pense… -se interrumpio-. ?Su marido se reunira con usted?
– No, todavia no -Sarah hizo una pausa-. La verdad es que espero algun mensaje suyo. ?Puede mirar si hay algo?
La mujer miro hacia las ventanillas del correo.
– No veo nada.
– ?Y sabe si ha habido alguna llamada para el o para mi?
– No. Lo siento.
Sarah guardo silencio un momento. ?Que mas podia hacer?
– De todos modos -siguio la conserje-. Si hubiera habido un mensaje, lo habriamos enviado a su direccion de Margate. Es lo que siempre nos pedia que hicieramos.
Sarah parpadeo sorprendida.
– ?Margate?
La conserje escribia algo en un papel y no levanto la vista.
– Si.
?Que casa en Margate? ?Tenia Geoffrey una residencia en Inglaterra y nunca le habia hablado de ella?
La conserje seguia escribiendo. Sarah apoyo las manos en el mostrador y rezo para poder mentir con conviccion.
– Espero… espero que no tengan la direccion equivocada -dijo-. Seguimos en Margate, pero nos mudamos el mes pasado.
– Oh, vaya -suspiro la conserje. Se dirigio hacia la oficina situada tras ella-. Voy a comprobar que han cambiado la direccion.
Un momento despues, volvia a salir con una tarjeta en la mano.
– El 25 de Whitstable Lane. ?Esa es la direccion vieja o la nueva?
Sarah no contesto. Estaba demasiado ocupada memorizando la direccion.
– ?Senora Fontaine?
– Esta todo bien -tomo la maleta y se dirigio al ascensor.