– El dia que sali de Washington entraron en mi apartamento. Solo se llevaron una fotografia, y aun no comprendo…

– ?Una fotografia de Geoffrey? -pregunto Eve.

– Si. La foto de nuestra boda.

La mujer palidecio. Apago el cigarrillo y tomo su bolso y su chaqueta.

– ?Adonde va? -pregunto Sarah.

– Tengo que volver. Me estara buscando.

– ?Quien?

– Geoffrey.

– ?Pero usted ha dicho que esta muerto!

Los ojos de Eve brillaron de repente como alhajas.

– No. No, esta vivo. Tiene que estarlo. ?No comprende? No conocen su cara y por eso han robado la foto. Eso significa que ellos tambien lo estan buscando.

Se puso la chaqueta y corrio hacia la puerta.

– ?Eve! -Sarah salio tras ella, pero cuando llego a la calle, la encontro vacia. Solo habia niebla.

– ?Eve? -pregunto.

No obtuvo respuesta.

Eve habia desaparecido.

Eve no fue muy lejos. Corrio, llena de esperanza, por Dorset Street hacia la parada de metro. No se detuvo a escuchar si oia pasos; no tomo las precauciones que se habia acostumbrado a tomar durante sus anos en el Mossad. Simon estaba vivo… y eso era lo unico que importaba.

Estaba vivo y la esperaba. No tenia paciencia para caminar en zig zag, para detenerse en portales y comprobar si estaba sola. Seguia un camino recto hacia la parada de metro.

Despues de dos manzanas corriendo, su respiracion se hizo jadeante. Sabia que eran los cigarrillos. Muchos anos fumando dejaban su marca. Pero se obligo a seguir avanzando hasta que le dolio el pecho y supo que tenia que parar un momento. El dolor era un problema antiguo que habia tenido desde nina. No era grave. Disminuiria un poco y ella podria continuar.

Se detuvo a apoyarse en una farola. El dolor remitio poco a poco. Cerro los ojos y respiro hondo.

Un sonido tan suave que estuvo a punto de no oir penetro en su consciencia. Se puso rigida y abrio los ojos. A poca distancia se oian pasos. ?Pero en que direccion?

Miro la niebla e intento ver un rostro, una figura, pero no vio nada. Saco del bolso la pistola que llevaba siempre consigo. El acero frio la tranquilizo enseguida. Se dio cuenta de que la farola era como un foco, y ella estaba justo debajo. Se metio entre las sombras. La oscuridad habia sido siempre su aliada.

Otro ruido le hizo apuntar la pistola en su direccion. Cuando se dio cuenta de que habia sido un truco, era ya demasiado tarde. Algo la golpeo por detras. Antes de que pudiera volverse y disparar, cayo al suelo. La pistola salto de su mano y casi al instante sintio una hoja apretada contra la garganta.

Un rostro le sonreia. Lo reconocio. Su cabello palido brillaba como la plata incluso en la oscuridad.

– Kronen -susurro.

Sintio que la hoja resbalaba por su piel con la suavidad de una caricia. Quiso gritar, pero el terror le cerraba la garganta.

– Pequena Eva -murmuro Kronen. Solto una risita suave, y Eve comprendio que no sobreviviria a aquella noche.

El mundo se veia diferente a diez mil metros de altura. Ni luces de neon ni trafico ni cemento, solo un cielo negro interminable cuajado de estrellas.

Nick apoyo la cabeza con cansancio y deseo poder dormir. Casi todos los pasajeros del vuelo 201 a Londres parecian roncar tranquilamente. Era la una de la manana hora de Washington y el seguia completamente despierto, con la manta de la compania aerea doblada todavia en el regazo.

Estaba demasiado disgustado para dormir. No dejaba de pensar en lo inocente y vulnerable que parecia Sarah. ?Que gran actriz! La suya habia sido una interpretacion digna de un Oscar. Y tambien habia despertado en el instintos que habia olvidado que tenia. El deseo de protegerla y abrazarla.

Ahora ya no sabia lo que queria hacerle. Pero la proteccion no tenia mucho que ver.

Por su culpa estaba sin trabajo, dudaban de su patriotismo y, peor aun, se sentia como un idiota. Van Dam tenia razon. Como espia, no era mas que un aficionado.

Cuanto mas pensaba en como lo habia enganado mas se enfadaba.

Se juro que, cuando llegara a Londres, le arrancaria la verdad.

Sabia donde encontrarla. Una llamada de telefono le habia confirmado que se hospedaba en el Savoy, el hotel habitual de su marido. Estaba deseando ver la cara que ponia cuando lo viera alli.

Pero mezclada con su rabia habia otra emocion, mas profunda y complicada. No dejaba de imaginarla mirandolo con aquellos ojos suaves. Y la confusion de sus sentimientos lo estaba volviendo loco. No sabia si queria besarla o estrangularla. Tal vez ambas cosas.

Una cosa era segura. Tomar aquel avion para Londres debia ser lo mas loco que habia hecho nunca. Toda su vida habia tomado decisiones bien meditadas. Y esa noche habia metido la ropa en una maleta, tomado un taxi hasta Dulles y dejado una tarjeta de credito en el mostrador de British Airways. No era propio de el hacer algo tan impulsivo. Confiaba en que no fuera el comienzo de una tendencia nueva.

El viejo no estaria satisfecho.

Mientras Kronen limpiaba la sangre de la mujer de su navaja, penso en retrasar la llamada otra hora, otro dia. Al menos hasta que hubiera desayunado bien o tomado unas cervezas. Pero al viejo le enfureceria la noticia y no queria hacerle esperar mucho. El viejo no toleraba mucho las frustraciones. Desde la tragedia se mostraba impaciente y facilmente irritable. Y no era muy inteligente hacerle enfadar.

Aunque Kronen no tenia miedo. Sabia que el viejo lo necesitaba demasiado.

El viejo lo habia sacado de los basureros de Dublin a los ocho anos y tomado bajo su ala. Quiza fue el pelo casi albino del nino lo que atrajo su atencion; o quiza el vacio de sus ojos, senal de un gran vacio interior. Seguramente reconocio, ya entonces, que algun dia seria peligroso. Un nino sin alma no necesitaba amor y de mayor podia volverse contra su guardian.

Pero un nino sin alma tambien podia ser muy util. El viejo lo adopto, le dio de comer, le enseno, quiza incluso lo quiso un poco, pero nunca se fio de el del todo.

Kronen percibia su desconfianza desde muy joven. Y en lugar de enfadarse, luchaba por vencerla. Hacia todo lo que el viejo queria. Y despues de treinta anos de cumplir con su voluntad, se habia convertido en algo automatico. Pero a Kronen le gustaba su trabajo. Le daba una sensacion de placer y satisfaccion. Sobre todo cuando tenia que ver con mujeres.

Como esa noche.

Por desgracia, la mujer no habia hablado. En eso se habia mostrado mas fuerte que ninguno de los hombres a los que se habia encontrado. Ni siquiera una hora de sus tecnicas mas persuasivas habian conseguido nada. Habia gritado mucho, lo cual lo habia irritado y excitado, pero no le habia dado ninguna informacion. Y despues habia muerto cuando menos lo esperaba.

Eso era lo que mas le molestaba.

No habia tenido intencion de matarla. Por lo menos todavia. ?Que mala suerte descubrir demasiado tarde que su victima tenia un corazon debil! Parecia bastante sana.

Termino de limpiar la hoja. Le gustaba la limpieza, sobre todo en su navaja predilecta. La guardo en su funda y miro el telefono. No tenia sentido retrasar mas el asunto. Marco el numero de Amsterdam.

– Eva no ha hablado -dijo cuando contestaron.

El silencio del viejo fue bastante elocuente.

– ?Ha muerto?

– Si -repuso Kronen.

– ?Y la otra?

– Sigo vigilandola. Dance no se ha acercado a ella.

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