Tess lo ignoro.

– Y ya me he dado cuenta de que a Michael le gusta la chica. Estoy preocupada, John. -Le pesaba dar esa informacion a su hermano antes de hablar con Michael, pero sabia que John tenia mejor intuicion. Se lo contaria a Michael manana.

– Estoy a punto de acabar aqui. Dame dos dias.

Al colgar, Tess se sintio mas tranquila. Confiaba en Michael, pero John tenia mas experiencia en casos relacionados con los organismos de seguridad. Michael solia ser demasiado confiado, mientras que John era todo lo contrario, a veces tan desconfiado que irritaba a Tess. Jamas habia conocido a alguien tan obsesivo como su hermano mayor, tan comprometido con su trabajo en todo tipo de casos.

Si alguien podia llegar al fondo del caso de Rowan Smith, ese era John.

John apago su telefono movil y dejo de lado las preocupaciones de Tess. Tenia que terminar rapidamente su mision si queria volver a California a ayudar a su hermano. Aunque confiaba en la competencia de Michael mas que Tess, le inquietaba Smith y su pasado. Sabia lo enganosos que podian ser los del FBI, sobre todo cuando protegian a uno de los suyos.

No podia dedicarle mas tiempo a esa operacion. Llamo a su contacto de la DEA para transmitir la longitud y latitud del almacen donde se ocultaban mas de diez mil kilos de heroina pura. Habia tenido la esperanza de dar con el paradero del esquivo Reinaldo Pomera, pero esta vez no habia sido posible.

Bajo la mirada y vio sus punos cerrados. Estaba seguro de que esta vez se verian las caras Pomera y el. Habia llegado muy cerca. Tan cerca que casi podia oler a ese cabron.

Se obligo a relajarse respirando lenta y profundamente. Se recordo a si mismo que sus misiones de apoyo para la DEA eran un trabajo esporadico, en el mejor de los casos. Su nueva profesion era la empresa de seguridad montada con Michael y Tess. Ya no era un agente al servicio del gobierno.

Salvo cuando ellos lo necesitaban, claro esta, por su gran habilidad para dar con el paradero de los grandes barones de la droga, como Pomera, y detenerlos, penso, amargado. Luego recordo que habia sido decision suya alejarse de esa profesion.

Tampoco habia tenido grandes opciones. Vender el alma al diablo para atrapar al diablo. No era una alternativa muy digna.

Dio unas vueltas y comprobo los movimientos en el almacen mediante los sensores electronicos que habia instalado. Cuatro guardias vigilaban el perimetro y otros dos el interior. Nadie estaba en alerta. Lo tipico.

Aunque Tess no lo hubiera llamado para que volviera a Los Angeles, pronto tendria que llamar para dar luz verde a la redada. El traslado de la droga estaba previsto para el dia siguiente por la noche, y su intuicion le decia que Pomera no apareceria.

No iba a dejar que esa droga acabara en las calles de Estados Unidos. Era un pequeno golpe contra el gigantesco cartel, pero no dejaba de ser un golpe. Y si un solo chico no moria gracias a ello, habria valido la pena.

Si todo iba bien, estaria en Los Angeles dentro de treinta y seis horas.

Un golpe suave en la puerta desperto a Michael. La luz de primera hora de la manana se filtraba por las cortinas. De un salto, estuvo fuera de la cama, en guardia, sin importarle que llevara solo los calzoncillos puestos.

Ella desvio la mirada.

– Voy a salir a hacer footing.

– Ire con usted.

– No hace falta.

– La acompanare. Deme tres minutos.

No habia dormido bien, y en el espejo vio que se notaba. La barba de dos dias le hacia parecer aun mas desastrado de lo que se sentia. Tenia los ojos verdes inyectados en sangre, y brillaban demasiado. Se lavo la cara con agua fria, se peino con la mano y se puso un pantalon de chandal y una camiseta.

El aroma del cafe lo llevo hasta la cocina. Rowan estaba junto al fregadero y bebia un vaso grande de agua. Tenia el pelo largo y liso recogido en una coleta. No se habia maquillado, pero Michael la encontro igual de atractiva.

– Vamos -dijo, dejando de lado su interes personal en Rowan. No dejaria que lo distrajera de su trabajo. Ella no lo hacia a proposito, penso. Al contrario, mantenia una respetable distancia fisica y emocional con los que la rodeaban.

– Son casi cinco kilometros desde aqui hasta el otro extremo de la playa, ida y vuelta. Lo hago dos veces. ?Sera capaz?

– Ningun problema -dijo-. Dejeme echar un vistazo. -Vio que tenia una pistola en la funda que llevaba ajustada a la espalda. No era la Glock. Esta era una pequena Heckler amp; Koch, la «Rolls-Royce» de las semiautomaticas de nueve milimetros-. Bonita pieza -dijo-, por lo visto se gana uno bien la vida escribiendo. Seguro que no podria pagarse algo asi con el sueldo de funcionaria.

Michael vio que era bella cuando sonreia.

– Si, fue genial cuando entre en la tienda y pague por ella en efectivo. Podriamos ir al campo de tiro, hacer un poco de practica. Le dejare probarla.

– No estaria mal -dijo el.

Echo un vistazo a la playa y al balcon, y dijo:

– A partir de ahora, si tiene ganas de hacer footing, quiza convenga considerar la posibilidad de ir a otro sitio en coche.

– Quiza. -No parecia muy dispuesta a pensar en su sugerencia, y echo a correr a ritmo vigoroso, con lo cual evito toda conversacion.

A Rowan le sorprendio lo comoda que se sentia con Michael Flynn. Si no pensaba en el como su guardaespaldas, podria incluso acostumbrarse a su compania. Mientras pensara en el como un mero apoyo, podria vivir con la falta de intimidad. Por ahora.

Le fascinaba correr por la playa cuando la arena compacta y mojada era lo bastante dura para pisar pero lo bastante suave para amortiguar cada paso. Era temprano y hacia frio, y el aire era salado, espeso. La espuma acariciaba la orilla y luego se retiraba, un ciclo infinito del ir y venir de las aguas. La orilla del mundo, donde el gran oceano Pacifico llegaba a tierra, hacia sentirse pequeno a cualquiera que viera su fuerza.

Al cabo de dos vueltas, Rowan volvio corriendo hasta las escaleras que conducian al balcon de la casa. Estaba a punto de entrar en la casa cuando Michael le ordeno:

– Espere. -Paso a su lado, abrio la puerta y echo una mirada. Cuando vio todo en orden, le dijo que entrara.

Un recordatorio de quien era el y por que estaba ahi.

Ese dia, Rowan y Michael no tuvieron oportunidad de ir al campo de tiro. A ella la necesitaban en los estudios para reescribir una parte del guion. Annette sugirio que los interesados se reunieran en Malibu, pero Rowan se opuso y dijo:

– Tengo que salir de esta casa.

Tess se reunio con Michael y Rowan en el minusculo despacho que esta tenia en los estudios. Rowan les lanzo una mirada esceptica.

– Michael, pense que habiamos acordado que aqui estaria a salvo.

Era verdad. Al llegar, hablaron con los responsables de los estudios y a Michael lo tranquilizo que el jefe de seguridad entendiera los riesgos. Pero Michael queria a uno de los suyos ahi dentro, alguien que le respondiera directamente a el. Ya que John estaba fuera de la ciudad, Tess era la unica alternativa a mano.

– Diga que si, ?vale?

Rowan entorno los ojos y cambio de tema.

– Voy a llamar al FBI y averiguar donde estan los archivos de mis casos. Creia que a estas alturas ya los habrian mandado. Podemos recogerlos en el cuartel general al volver.

– De acuerdo. Tenga cuidado, Rowan.

– Siempre.

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