riesgo. No podia poner en peligro su vida.

Si perdia a Rowan, pensaba que no lo superaria. Solo esperaba no estar cometiendo un grave error.

Rowan guardo silencio durante el largo trayecto por la costa, que tardo mas de lo normal porque John tomo diversas precauciones para asegurarse de que no los seguian. La casa de seguridad estaba situada cerca de Cambria, un pequeno pueblo al norte de Santa Barbara.

Rowan penso que era una ironia que solo unas semanas antes sonara con pasar una temporada en la costa norte de California, donde el paisaje del oceano se mezclaba con el bosque, y donde gozaria de la intimidad que tanto anoraba. La costa central era mas o menos lo mismo. Cambria era una comunidad idilica y tranquila donde pasar las vacaciones, y estarian seguros.

Sin embargo, Rowan estaba molesta con todo.

Ya se esperaba ese trato sobreprotector de Roger. Al fin y al cabo, le habia mentido desde el principio, con el fin de protegerla. Aunque detestaba las mentiras y la traicion, Rowan comprendia sus motivaciones. Ella era una persona diferente de la que habia sido a los diez anos, en realidad, apenas algo mas que una nina. ?Que caballero andante no querria proteger a una pequena damisela en apuros? Y, por aquel entonces, ella pensaba en Roger como en su caballero andante.

Pero no se habria esperado eso de John. De todas las personas, pensaba que John entenderia. El deseaba la justicia para Michael tanto o mas que ella. Y lo mismo para el resto de las victimas de Bobby.

El sacrificio de John le habia impresionado. El lo dejaba todo para protegerla a ella. Habia renunciado a la posibilidad de vengar el asesinato de su hermano porque queria mantenerla a ella a salvo. Lo miro con semblante de renovado agradecimiento. Y algo mas profundo. Un sentimiento que la habia embargado en alma y cuerpo desde la primera noche en que habian hecho el amor.

John formaba parte irrevocable de su alma. No podia perderlo. Finalmente, habia comenzado a aceptar y a lidiar con lo ocurrido tantos anos atras. Le parecia impensable perder a John.

Cuando se trataba de decir las cosas como eran, Rowan detestaba huir. Le recordaba el asesinato de los Franklin y el episodio mas negro de su vida desde la muerte de Dani.

Ya no sentia el impulso de huir. Su demonio tenia un rostro. Bobby. Queria enfrentarse a el con sus propias fuerzas. Queria ver que cara pondria cuando se diera cuenta de que ya no era la pequena nina debil y asustadiza que el perseguia hace veintitres anos. A pesar de su tierna edad, lo habia derrotado entonces, y seguro que podria volver a derrotarlo ahora.

Sin embargo, la oportunidad de atrapar a Bobby personalmente habia sido anulada por el capricho de un hombre que le habia mentido y con la complicidad de un hombre en el que habia confiado.

No parecia correcto, aunque supiera que aquella era, en realidad, su unica opcion. Ella no habia hecho ni dicho nada que hiciera creer a Roger o a John que era lo bastante fuerte para enfrentarse a Bobby. ?Era lo bastante fuerte? Si Bobby la encontraba, seria capaz de luchar contra el y derrotarlo. ?O iria a esconderse en un armario como lo habia hecho la pequena Lily, esperandolo, dejandole que matara a sus seres queridos?

Esperaba… No, creia que si Bobby la encontraba, ella estaria a la altura del desafio. No dejaria que la dominara. No podia dejar que la venciera.

Sin embargo, huir tambien protegia a John del peligro. Si bien Rowan no tenia ninguna duda de que el era capaz de dirigir una operacion sometido a una gran tension emocional, en la casa de seguridad tambien estaria protegido. Aquella idea le daba un minimo de paz.

– Lo siento -dijo, mirando a John, cuando se detuvieron frente a una verja cerrada que daba a un camino privado.

El se giro en el asiento para mirarla, con el motor todavia en marcha.

– No tienes por que pedir perdon.

– Si que tengo -nego ella con la cabeza-. Me he portado como una nina inmadura alla en Malibu y he venido todo el camino haciendo mohines.

– Es verdad que has hecho un arte de los mohines. Nunca habia estado con una mujer que guardara silencio tres horas seguidas. -De hecho, bromeaba, y eso le aligero el animo.

Rowan arrugo la nariz.

– En cualquier caso, te agradezco que me hayas acompanado hasta aqui. Roger me habria asignado un agente. No tenias por que hacer esto. Podrias haberte quedado en Los Angeles.

John no hablo durante un momento largo, y luego le cogio la mano y se la apreto con tanta fuerza que casi le dolio.

– Significas mucho para mi, Rowan. No pienso confiar tu seguridad a nadie mas. Michael ha muerto -dijo, y trago saliva, presa de ese agudo dolor que le nublaba los ojos-. Tu estas viva. Necesito que sigas asi.

John hablaba con una voz templada por una tranquila emocion. Le puso una mano en la nuca y le acerco la cara hasta besarla con ganas en los labios. Acto seguido, bajo del coche para abrir la verja.

Rowan cerro los ojos y deseo que a Bobby lo atraparan pronto. No solo porque era un asesino perverso que se merecia estar encerrado en una carcel -o peor- el resto de sus dias, sino porque su propia vida transcurriria en una especie de limbo, en el plano profesional y personal, hasta que le echaran el guante.

Al cabo de cinco minutos, el camino acababa frente a una cabana de madera. La casa de seguridad. No tenia vistas al mar pero, a traves de los arboles, Rowan oia el rugido distante de las olas rompiendo en las rocas. No sonaba nada lejos. Era exactamente el tipo de lugar con que habia sonado.

La cabana era abierta y espaciosa, con dos dormitorios abajo y un atico. Todo lo demas, el salon, el comedor y la cocina, era un solo espacio abierto con grandes ventanales que miraban hacia el oeste, hacia el bosque y el mar invisible.

Se parecia a su cabana de Colorado, aunque mas grande. Rowan se sentia como si hubiera vuelto a casa.

John acabo su ronda para comprobar la seguridad y entro las maletas. El equipaje de Rowan era ligero. Un pequeno bolso y su ordenador portatil. John tambien tenia dos bolsas, una para la ropa, la otra para las armas. Rowan llevaba consigo su Glock y su cuchillo.

John descargo las armas de fuego.

– Voy a dejar este pequeno cuarenta y cinco en la cocina, aqui, junto a la caja del pan -dijo, cruzando el pequeno espacio de la cocina-. Y -siguio, hasta llegar al sofa mas grande de los dos que habia en el salon-, la nueve milimetros debajo de este cojin-. Apenas asomaba la empunadura, y no se podia ver a menos que uno supiera que estaba ahi.

Rowan asintio con la cabeza. John llevaba su favorita, una pistola de diez milimetros, en el nacimiento de la espalda, y traslado el rifle plegable y una segunda arma a su habitacion, ademas de una caja de municiones.

Ella lo vio alejarse por el breve pasillo y entrar en la habitacion de la derecha. Estaban en una fortaleza, pero alguien se habia quedado para ocupar su lugar. Otros le darian caza a Bobby.

Aquello no le procuraba ningun consuelo.

Adam volvio a tener el mismo sueno esa noche.

Era un sueno que se repetia desde que habia visto la foto del hombre que le dijo que comprara los lirios a Rowan. En el puesto de flores junto al mar, tenia la impresion de que habia algo familiar en aquel desconocido, pero no sabia que era ni por que esa sensacion.

Siempre empezaba con las flores. Adam queria comprar rosas. El hombre queria que comprara lirios.

En el sueno, Rowan decia que no, que a Rowan no le gustaban los lirios. Rompia los lirios y se enfadaba. No queria comprarselos.

– Le gustan los lirios, lo que pasa es que no lo sabe -decia el hombre, y su voz sonaba rara, como a traves de la niebla.

Adam sacudia la cabeza una y otra vez. Y luego, como sucede en los suenos, ya no estaba en el puesto de flores sino en el balcon de Rowan mirando la puesta de sol. Rowan estaba contenta y sonreia. Sostenia un tallo grueso y verde coronado por un lirio de cala blanco.

El fruncia el ceno.

– Tu odias los lirios.

– No, es que sencillamente no sabia lo bonitos que eran.

Adam oia como las olas rompian y se derramaban en la orilla. Era un ruido que lo calmaba.

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